Pablo Iglesias llega tarde, algo que no es una sorpresa. El líder del partido español Podemos se encuentra en medio de una frenética campaña política, la más importante hasta el momento para el movimiento contra la austeridad que ayudó a fundar hace dos años. El 20 de diciembre, los votantes españoles elegirán un nuevo primer ministro, e Iglesias espera que lo eligan a él, un politólogo de 37 años con cola de caballo y sin experiencia en cargos públicos, para dirigir una de las economías más grandes de Europa.
La confianza de Iglesias es encantadora. Pero sabe que las encuestas predicen un resultado diferente. Podemos, que surgió como consecuencia de la frustración de la crisis económica y los escándalos de corrupción en la política de España, quedó nuevamente detrás de los partidos principales, lo que obliga a Iglesias a hacer más ruido que nunca.
Empiezo preguntando si ¿la repentina irrupción de partidos como Podemos en España y Syriza en Grecia anuncian el final de los partidos tradicionales europeos de centro izquierda? Iglesias así lo cree, y ese cambio es “imparable”.
“Las políticas de austeridad demostraron ser un gran fracaso”, dice. “Las principales víctimas de ese fracaso son los ciudadanos, pero otra víctima es la socialdemocracia, que perdió su tradicional espacio político”.
En discursos y programas de entrevistas, Iglesias se formó el hábito de criticar a la canciller alemana, a quien acusa de trastocar la democracia europea. Pero, sin duda, le digo, ¿no crees que Angela Merkel simplemente cumple con su mandato democrático?
“Es muy importante que Merkel deje de comportarse como una emperatriz y empiece a actuar como la líder de otro Estado miembro de la Unión Europea, incluso si ese país es Alemania. No quiero que Merkel me trate como a un gobernador de una colonia o, como en el caso de (Françoise) Hollande, el presidente francés, su representante”.
Esta estrategia tiene un propósito claro, atraer a los votantes. Y, por un momento demuestra ser asombrosamente exitoso. Pero la recuperación económica de España, junto con la llegada de un segundo nuevo partido -el movimiento de centro, Ciudadanos- le quitó apoyo a Podemos.
El nivel de aprobación de Iglesias cayó. Después de 18 meses como centro de atención de los medios, y una lluvia de críticas de la prensa acabó con parte de la novedad. Las encuestas muestran que solo Mariano Rajoy, el primer ministro actual de España, es el único líder de partido menos popular.
Remonta sus ambiciones políticas a su familia. Su madre, una abogada laboral, y su padre, un inspector de lugares de trabajo y profesor de historia, le dieron su nombre en honor de Pablo Iglesias Posse, el fundador del Partido Socialista de España. “Mi familia es una familia de luchadores que siempre están dispuestos a hacer sacrificios”, dice con orgullo. Tanto su padre como su abuelo estuvieron en prisión por oponerse a la dictadura de Franco, lo que sentó un ejemplo que Iglesias dice que siempre busca seguir.
Los políticos normalmente están dispuestos a evitar el campo minado que es la historia fratricida de España, pero Iglesias argumenta que algunas de las dolencias actuales del país se pueden remontar a la guerra civil española (1936-1939) y a la dictadura que le siguió. El más grande de ellos, dice, es el legado de nepotismo y amiguismo que floreció bajo el general Francisco Franco.
Según Iglesias, los mismos patrones de proximidad política son los culpables del auge inmobiliario que llevó al derrumbe de España después de la crisis financiera en 2007. Las dificultades económicas y la frustración política que le siguieron, dice, explican por qué su partido atrae a los votantes del centro, o incluso a los de derecha en el espectro político.
La clave de su éxito político, afirma, es centrarse en temas que trascienden la ideología: “Hay personas que me dicen: Iglesias, no soy como tú. Nunca tuve el pelo largo y no leí ninguno de los libros que te gustan. Vengo de un mundo que es mucho más conservador, pero voy a votar por ti porque eres honesto y creo que eres capaz de limpiar la corrupción que hay en nuestras instituciones”.
¿Cuántos votantes españoles conservadores piensan de esta manera? Se mantiene como una pregunta abierta. Sin embargo, uno de los aspectos más sorprendentes del fenómeno Podemos es que Iglesias y otros de sus líderes provienen de la facultad de ciencias sociales y políticas de Complutense, un bastión de izquierda radical (su campus tal vez tiene la mayor densidad de graffiti de la hoz y el martillo en España). ¿Cómo fue posible dar el salto a dirigir un movimiento político bien organizado con atractivo masivo?
La teoría política, insiste, fue esencial para el éxito de Podemos. Sus líderes se dieron cuenta de que el movimiento tenía que cambiar la forma como piensan los votantes y hablar sobre política: “La realidad se define por las palabras. Así que quien es dueño de las palabras tiene el poder de darle forma a la realidad”, dice Iglesias.
Podemos, insiste, “ya cambió a España de arriba a abajo”. Según Iglesias, gran parte de la transformación del país en los últimos 18 meses -incluyendo la abdicación del rey Juan Carlos en junio del año pasado- lo provocó, al menos en parte, Podemos. La renuncia real, señala, llegó semanas después de que Podemos sorprendió a los analistas al ganar 8% del voto en las elecciones del Parlamento Europeo.
Podemos, dice Iglesias, tiene que ser más que solo un voto de protesta.