A los 32 años, Laura ya había recorrido un largo camino profesional que muchos considerarían exitoso: trabajó en una consultora global, lideró un equipo multidisciplinario y vivió una experiencia laboral en el extranjero. Pero algo le hacía ruido. Tenía experiencia, sí, pero no la suficiente claridad para tomar decisiones estratégicas ni la red de contactos necesaria para acceder a nuevas oportunidades. Fue entonces cuando empezó a considerar la idea de estudiar una Maestría en Negocios (MBA).
Como muchos profesionistas mexicanos, pensó primero en hacerlo fuera del país: Londres, Madrid, Boston. La idea de un título internacional seguía cargando con un aire de prestigio. Pero al investigar con más calma, descubrió algo que no había considerado: un MBA en México que ofrecía no solo rigor académico, sino también una formación sólida en liderazgo humanista, una comprensión profunda del entorno empresarial nacional y una red poderosa de egresados en puestos clave.
El datoPrimer lugar ocupa el EGADE Business School en América Latina
Y el 56 en el mundo en el ranking QS Global MBA 2025.
Estudiar un MBA (Maestría en Administración de Negocios), puede marcar un antes y un después. No se trata solo de conocimientos técnicos, sino de aprender a tomar decisiones complejas en entornos inciertos. Así lo explica Eric Porras Musalem, director nacional de Programas MBA de EGADE Business School del Tecnológico de Monterrey. “Un ingeniero, por ejemplo, puede llegar a un punto donde ya no bastan las soluciones técnicas. Es ahí donde un MBA marca la diferencia”, señala.

Y esa diferencia, insiste el directivo, se refleja en el ritmo al que avanza la carrera de un egresado. Bien aprovechado, un MBA permite lograr en tres años lo que normalmente tomaría el doble de tiempo.
Ese fue el caso de María, otra egresada de un MBA. Cuando entró a EGADE Business School del Tec de Monterrey ya era gerente de operaciones en una planta automotriz del Bajío. Cuatro años después, coordina una operación regional con más de 300 personas a su cargo. El salto fue profesional y estratégico: adquirió nuevas herramientas, una red global y una forma distinta de mirar los negocios. En EGADE lo resumen así: el verdadero indicador de éxito no es solo el salario al egresar, sino cómo evoluciona la carrera tres, cinco o diez años después.
El aspecto humano al centro
Durante décadas, estudiar un MBA en el extranjero fue sinónimo de proyección internacional. Pero hoy, cada vez más profesionales voltean a ver las opciones nacionales, atraídos por programas con estándares globales que entienden mejor el entorno local. “Los MBA impartidos en México han reforzado su calidad académica, alianzas internacionales y enfoque práctico”, dice José Díez Deustua, director del Full-Time MBA del IPADE Business School.
El datoDe 3 a 5 años es el tiempo promedio
Para recuperarla inversión de un MBA en México, según estimaciones de EGADE e IPADE.
En tiempos donde la inmediatez gobierna y la tecnología reconfigura el liderazgo, el IPADE apuesta por una fórmula que parece ir a contracorriente: pensar despacio, actuar con firmeza. Y lo hace formando a los futuros líderes empresariales con una propuesta que pone el criterio humano al centro.
Desde su fundación en 1967 por un grupo de empresarios mexicanos —varios de ellos con formación incompleta en escuelas como Harvard—, el IPADE ha mantenido un propósito claro: ayudar a quienes ocupan posiciones clave a tomar mejores decisiones. Su oferta académica se concentra en dos programas de maestría: el MEDE, de tiempo completo, para jóvenes profesionistas; y el MEDEX, para perfiles con mayor trayectoria. Ambos buscan formar líderes con visión integral, capaces de influir con profundidad.
“No es lo mismo Laura a los 25 años que a los 35 o a los 45”, dice Díez Deustua. “Por eso tenemos programas para distintos momentos de la vida. Es importante entender que un MBA no es una pausa en la carrera, sino una aceleración consciente. Lejos de ser un stand-by, es un catalizador para tu vida profesional”, afirma .
Tanto en EGADE como en IPADE la tecnología es parte de la currícula, pero con enfoques distintos. Mientras en EGADE se incorporan materias como inteligencia artificial (IA) aplicada, transformación digital e innovación empresarial, en IPADE la IA se enseña como herramienta, pero desde una mirada crítica. “La IA acelera procesos, sí, pero no toma decisiones. Esa sigue siendo nuestra responsabilidad”, dice Díez Deustua. “La pregunta no es cómo hacer un buen prompt (instrucción o pregunta), sino qué decisión tomar con los datos que te devuelve la IA”.
Ambas escuelas coinciden también en otro frente: la sostenibilidad. EGADE participa en iniciativas como Principles for Responsible Management Education (PRME), alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En IPADE, el liderazgo ético y responsable está imbricado en cada discusión de caso, con énfasis en las implicaciones sociales de las decisiones empresariales.

Una visión integral del negocio
A esta conversación se suma la Universidad Anáhuac, que ha fortalecido su oferta educativa para posicionarse como una de las principales opciones de MBA en el país. “Una de las razones más importantes para estudiar un MBA es que te sigue dando una visión integral del negocio. Aunque hay muchas otras opciones, el MBA te permite tomar decisiones más ágiles en finanzas, emprendimiento, mercadotecnia o estrategia”, explica Paulina Segarra, directora de la Maestría en Alta Dirección —MBA en la Universidad Anáhuac México.
La Anáhuac ofrece dos modelos: el MBA tradicional y un Executive MBA blended —mayormente a distancia— para perfiles ejecutivos. Ambos programas combinan una visión humanista con herramientas contemporáneas. Sus planes incluyen materias de IA y liderazgo internacional con experiencias académicas en Harvard y EADA (Barcelona), y hasta diez sesiones gratuitas de coaching profesional. El enfoque es claro: formar líderes con criterio, pero también con empatía.
Además de lo técnico, uno de los activos más poderosos es el networking. “Las personas que conoces durante el MBA enriquecen mucho la experiencia. Son otras empresas, con las mismas inquietudes que tú”, agrega Segarra.
el dato50 por ciento de beca para mujeres
Ofrece la Universidad Anáhuac a través de su WomenLeadership Program.
En cuanto a retorno de inversión, la Anáhuac estima que sus egresados recuperan lo invertido en uno o dos años. Las becas son una pieza clave: la mayoría estudia con apoyo económico, ya sea por méritos, convenios o programas de liderazgo femenino. De hecho, la universidad impulsa el Women Leadership Program, con mentorías y becas de 50 por ciento para mujeres, una estrategia pensada para revertir la baja representación femenina en los Consejos Directivos. “Menos de 10 por ciento de los consejos en México están ocupados por mujeres. Eso nos escandaliza y nos motiva”, dice Segarra.
La universidad mantiene un vínculo activo con sus egresados, a través de reuniones trimestrales, para evaluar avances profesionales, adaptar contenidos y mantener vivo el impacto del MBA.
Y si bien los salarios importan, los tres expertos coinciden en que el verdadero valor de un MBA es el crecimiento. Según EGADE, entre tres y cinco años después de egresar, la mayoría ha recuperado la inversión y escalado posiciones. En el caso de IPADE, ese retorno suele llegar entre los cuatro y cinco años, impulsado por promociones, aumentos o el fortalecimiento de negocios propios.
Además, en un mundo donde proliferan las certificaciones digitales, los cursos exprés y las rutas alternativas de aprendizaje, muchos se preguntan si el MBA sigue teniendo sentido. La respuesta, para quienes buscan liderazgo, crecimiento sostenible y la capacidad para navegar en entornos complejos sigue siendo afirmativa. “Un MBA no es solo un diploma, es una experiencia transformadora que ayuda a redefinir la forma de pensar, liderar y crecer profesionalmente”, dice Paulina Segarra.
el datoEGADE tiene más de 100 alianzas con universidades internacionales
Como Yale, NYU,Rotterdam School of Management y HEC Paris.
En un país donde predominan las PyMEs y las empresas familiares, el IPADE también se ha convertido en un puente entre generaciones. Padres que estudiaron en los años 80 hoy envían a sus hijos; hermanos y socios regresan años después para profesionalizar la empresa. “No buscamos ser una estación de paso, sino un compañero en la evolución profesional”, dice Díez Deustua.
El liderazgo que se necesita hoy no depende de un código postal, sino de una visión clara, una red fuerte y la capacidad de tomar decisiones que dejen huella. A veces, como en el caso de Laura, quedarse en México no solo es más accesible, sino también estratégico.
Liderar no es cuestión de títulos, sino de criterio. Y ese —coinciden EGADE, IPADE y Anáhuac— se forma pensando en grande.... y pensando profundamente hacia el futuro.
JLR