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La censura china se extiende

FT Mercados

El gobierno de Xi Jinping controla el discurso de compañías, medios y universidades en el mundo, aprovechando su creciente poder económico y político.

Cuando Xi Jinping saludó a los líderes africanos en Beijing el año pasado, su discurso contenía una fórmula muy china: Los “fivenos”. En realidad, los cinco negativos pueden resumirse como un solo compromiso. A diferencia de los mandones occidentales, China nunca le dirá a los africanos como dirigir sus propios países. “No habrá interferencia en los asuntos internos de los países africanos”.

Este principio de no interferencia fue central en la política exterior china desde la década de 1950. Pero a medida que el gobierno en Beijing se vuelve más resuelto en todo el mundo, queda cada vez más claro que vemos una “no interferencia” con las características chinas. 

Un incidente hace dos semanas subrayó que, en realidad, China se siente con todo el derecho de interferir cuando los extranjeros expresan un punto de vista que desagrada a Beijing. Un tuit a favor de Hong Kong del gerente general de los Rockets de Houston llevó a un enfrentamiento entre China y la NBA. El resultado fue que se retiraran los juegos de la NBA de la televisión estatal china.

Esta disputa fue inusualmente de alto perfil, debido a que involucraba a Estados Unidos y el deporte. Pero se ajusta a un patrón familiar. Los países y las empresas extranjeras ahora tienen que hacer frente a los esfuerzos chinos de vigilar sus discursos en una gama cada vez mayor de temas tabú, entre ellos el Tíbet, Taiwán, Xinjiang, Hong Kong, la historia reciente de China, los derechos humanos y las reclamaciones territoriales de Beijing en los Mares del Sur y del Este.

A medida que China se vuelva un país más poderoso y paranoico —con un conflicto que se avecina en Hong Kong—, el número de enfrentamientos aumentará. Así que los gobiernos occidentales tendrán que pensar de manera mucho más sistemática en cómo responder. De otro modo, se encontrarán con que las preciadas libertades se van a erosionar rápidamente.

Sería un error acusar a Xi de hipocresía cuando defiende la no injerencia. El presidente chino es indiferente sobre si un país es una dictadura o una democracia. Insistir en que los países no pueden tener opiniones sobre los sistemas políticos internos de los demás es un mecanismo de defensa vital para el Partido Comunista Chino, ya que evita la presión externa por los derechos humanos o el Estado de Derecho.


Esto es mucho más que un esfuerzo por detener a los extranjeros que se ponen de pie en la Plaza Tiananmen y gritan “libertad para Hong Kong”. Los intentos de China de controlar y censurar el discurso en el país empiezan a internacionalizarse gradualmente, alcanzando a corporaciones extranjeras, medios, salas de seminarios y campus de las universidades occidentales, así como a las declaraciones y políticas de gobiernos extranjeros.

Hace veinte años era bastante fácil sacudirse las tácticas de presión de China. Pero el enorme tamaño del mercado chino obliga a que las compañías occidentales se muestren cada vez más cautelosas sobre ofender a Beijing. La NBA rápidamente buscó calmar la disputa y eliminó el tuit ofensivo. Esa misma semana, Apple retiró una aplicación que ayudaba a los manifestantes de Hong Kong a evadir a la policía. China es el tercer mercado más grande de la compañía.

Estos son solo los ejemplos más recientes. Otras compañías que cedieron ante la presión de Beijing incluyen a Marriott y United Airlines, acusadas de fomentar la idea de que Taiwán es un país separado.

Las compañías multinacionales pueden argumentar que necesitan mantenerse fuera de la política. Pero esa es una postura mucho más difícil de adoptar para las organizaciones de medios y las universidades, para quienes la libertad de expresión y el debate son fundamentales.

En lo que respecta a los medios de comunicación y los académicos, Beijing usa como arma tanto las visas como el acceso al mercado. A los especialistas, a los que se les prohíbe entrar al país, esto les puede arruinar sus carreras. Entonces, la presión para la autocensura es enorme.

El incentivo para no ofender al gobierno chino se extiende tanto a organizaciones como a individuos. Muchas compañías de medios occidentales tienen (o tenían) ambiciones para el mercado. (Financial Times maneja un sitio web en chino que actualmente está parcialmente bloqueado en el país asiático).

Muchas universidades occidentales abrieron campus o empresas conjuntas en China. Pero la importancia de los chinos como fuente de ingresos significa que incluso los académicos en EU, Australia y Europa están bajo presión.

Por el momento, la reacción por parte de las instituciones occidentales a la presión china suele ser irregular e improvisada. Pero, al tener en cuenta que es probable que el problema se vuelva más intenso, eso debería cambiar.

En un informe para la Hoover Institution se intentó redactar algunos principios, insistiendo en la necesidad de que las organizaciones occidentales sean transparentes en cuanto a las relaciones con China y exijan la igualdad de trato para los académicos chinos y occidentales. 

Es hora de que los “fivenos” de Xi se equiparen con algunos “nos” occidentales, incluido un “no” decisivo a las restricciones a la libertad de expresión.



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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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