La participación de las mujeres en la toma de decisiones económicas y empresariales no es solo un asunto de justicia social, es una oportunidad concreta de crecimiento, explicó Michelle Ferrari, presidenta del Women Economic Forum Iberoamérica.
“Incluir a las mujeres en la economía no es solo un acto de justicia: es un motor capaz de generar trillones en crecimiento, innovación y sostenibilidad”, dijo a MILENIO.

Detalló que la inclusión femenina puede transformar la economía regional, impulsar la innovación y fortalecer la igualdad de género.
Detalló que una mayor presencia femenina “genera innovación, creatividad y mayor retorno de inversión”.
Sin embargo, indicó que sólo 23 por ciento de los parlamentos y 3 por ciento de las altas direcciones empresariales están ocupados por mujeres.
La evidencia sobre los beneficios de la inclusión femenina es contundente. “Consultoras han comprobado que mayor presencia femenina en la toma de decisiones genera innovación, creatividad, mejor relacionamiento con clientes y mayor retorno de inversión”, dijo.
Además, destacó que las mujeres tienden a ser muy cumplidoras y comprometidas, y un balance de género en equipos produce resultados más sostenibles, pues empresas que implementan estrategias de diversidad y equidad de género obtienen una ventaja competitiva y reconocimiento social.

La empresaria reconoce que, aunque se han registrado avances importantes, el ritmo en el proceso de inclusión sigue siendo lento.
“Nos preguntamos si realmente estamos avanzando y, aunque los avances son lentos, sí existen. Por ejemplo, en México, la primera mujer presidenta en implementar acciones para apoyar a mujeres en situación de pobreza, centros educativos y programas de prevención de violencia. Son acciones con perspectiva de género, que reflejan la importancia de tener mujeres en el poder para entender prioridades y necesidades específicas”, indicó.
Aun así, los retos continúan a la orden del día sobre todo en las esferas familiares de las involucradas en la transformación social.
“El principal obstáculo es la violencia, incluyendo intrafamiliar, de pareja y crimen organizado. También está la desigualdad en desarrollo profesional y remuneración, además de la falta de medidas laborales flexibles que permitan equilibrar carrera y vida personal. Otro desafío es la persistente carga de trabajo no remunerado, que limita su participación plena en la economía”, puntualizó.