François-Henri Pinault, presidente de Kering, habló la semana pasada cuando su grupo informó un año récord en 2017, cuyos ingresos comparables tuvieron un crecimiento de 27.2% para llegar a los 15,500 millones de euros (mde). En cuanto a utilidades operativas subieron 56.3%, es decir, le representaron 2,950 mde.
“Tuvimos un año excepcional en 2017”, dijo Pinault, quien vestía un traje Gucci de tela escocesa y un suéter de cuello de tortuga, al ser entrevistado en la sede de la empresa Kering, en París, Francia.
Gran parte del desempeño de Kering durante el año pasado fue impulsado por Gucci, que logró un aumento de 69.1% en su utilidad operativa para sumar 2,120 mde, gracias a un incremento de 44.6% en los ingresos comparables, que llegaron a 6,210 mde.
En los últimos tres años, el dúo que dirige Gucci, el director creativo, Alessandro Michele, y el director ejecutivo, Marco Bizzarri, transformaron la marca y a esto le siguieron las ventas.
El lujo estalló. Y eso sorprendió a todo el mundo, dice François-Henri Pinault. “Con el tiempo, el potencial de Gucci podría ser el mismo que el de Louis Vuitton”, dice Pinault. “¿Por qué no?”. Sus comentarios probablemente van a provocar a LVMH, el grupo de lujo propietario de Louis Vuitton, y a su presidente Bernard Arnault, que trataron de comprar a Gucci hace 20 años.
En 1999, Kering, entonces conocido como PPR, ganó una pelea de adquisición de la marca después de una larga lucha de alto perfil con LVMH, lo que anunció un nuevo negocio en el sector de lujo.
Las utilidades de operación de Gucci aumentaron cuatro veces tan solo en los últimos 18 meses, mientras que los ingresos subieron más de tres veces. Esto llevó a que algunos analistas e inversionistas cuestionaran cuánto tiempo podrá sostener la marca estos niveles de crecimiento.
[OBJECT] Sin embargo, Pinault cree que “es el comienzo de la historia” para Gucci. Dice que “la transformación de la empresa no es a través de uno o unos cuantos productos que tuvieron ventas excepcionales, sino que son todas las categorías. Está muy equilibrado: confeccionado, calzado, bolsos, pequeños productos de cuero… está en todas las geografías, está en todas las edades. Así que, en realidad, tenemos un fenómeno que va más allá de un éxito efímero”.
Kering busca volver a posicionarse como un participante exclusivamente de lujo después de que el mes pasado anunció que distribuirá a los accionistas la mayor parte de su participación en Puma, el negocio alemán de ropa deportiva, una inversión que hizo en 2007 y que solo le representó un éxito desigual.
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La venta en la participación de Puma marcó un cambio de dirección para Kering. Alguna vez planeó construir un grupo global de lujo y estilo de vida centrado en marcas de gama alta sobre dos pilares: Gucci, para los productos de lujo, y Puma, para la operación de estilo de vida.
En ese tiempo, “la visión que teníamos en el lujo era que el mercado era relativamente pequeño, un mercado de nicho, y si queríamos construir un grupo importante a nivel global, no podíamos hacerlo solo con el lujo”, dice Pinault.
Agrega que el periodo de 2009 en adelante, le demostró que estaba equivocado, y eso llevó a un cambio de estrategia en Kering: “El lujo estalló. Y eso sorprendió a todo el mundo. En la actualidad puedes construir una empresa muy grande de lujo sin tener otra línea de operación para lograr un tamaño significativo”.
Pinault atribuye este crecimiento del mercado de alta gama, desde la crisis financiera, a la creación de riqueza en las economías emergentes y a una generación más joven de consumidores que surgieron como compradores, sobre todo, en Asia.
Durante 2018, Pinault ve un potencial de crecimiento continuo en Saint Laurent, que subió 40.4% su utilidad operativa en 2017, y Balenciaga que “será la estrella de 2018”, dice. También ve incremento en la joyería fina, donde Kering es propietario de las marcas Pomellato, Boucheron y Qeelin.
Aunque tiene su base en Londres, Pinault dice que está “muy contento” de ver el impulso en Francia desde la elección de Emmanuel Macron como presidente. “En unos meses la imagen de Francia cambió por completo”, dice.