En las últimas semanas se le ha llamado a Pedro Francke de muchas formas: un moderado en un gobierno radical de izquierda, un marxista que arruinará la destacada economía de libre mercado de Perú y un cambiachaquetas por aceptar el puesto de ministro de Finanzas en la administración del presidente Pedro Castillo cuando inicialmente se negó.
Francke prefiere los términos “izquierdista moderno” o “izquierdista moderado”.
“Soy un izquierdista que cree que reducir la desigualdad es fundamental y perfectamente compatible con una administración macroeconómica razonable”, dijo al Financial Times. “Las dos cosas pueden ir de la mano”.
Desde que Castillo ganó las elecciones presidenciales de junio, Francke, de 60 años, está en el centro del escenario en Perú. El ex economista del Banco Mundial era uno de los señalados de manera más generalizada para conseguir el puesto de ministro de Finanzas y, ahora que lo logró se enfrenta a desafíos formidables por todos lados.
Si bien la economía de Perú ha sido una de las historias de éxito de América Latina en el siglo XXI, la reciente inestabilidad política comenzó a quitarle su brillo. El país también fue muy golpeado por el covid-19; tiene la tasa de mortalidad per cápita más alta del mundo y el producto interno bruto cayó 11.1 por ciento en 2021.
La elección de Castillo en un boleto de extrema izquierda sacudió los mercados financieros y provocó una fuga de capitales, empujando a la moneda peruana, el sol, a mínimos históricos en su paridad con el dólar. El día después de que un izquierdista de línea dura, Guido Bellido, fuera nombrado primer ministro, registró su mayor caída en un día en siete años. Desde entonces se estabilizó, pero aún no se recupera.
El gobierno de Castillo estableció una “comisión especial” para revertir esa tendencia, y Francke dijo que espera que se recupere el sol. “Creo que vamos a ver una mayor calma en los mercados”, dijo. “Si tuviera que hacer una recomendación a los inversores, les diría que no deben vender soles para comprar dólares. Me parece que (los dólares) son un poco caros”.
Francke intenta convencer al muy respetado director del banco central, Julio Velarde, de que se quede. El martes, los medios informaron que ya aceptó, un movimiento que si se confirma, tranquilizará al sector privado.
El ministro reiteró su compromiso con la autonomía del banco central y aseguró que no prevé cambios significativos en la relación entre éste y el gobierno. “Si no está descompuesto, no lo arregles”, comentó. “Tenemos suficientes problemas en Perú para empezar a componer cosas que funcionan bien”.
El otro objetivo a corto plazo del ministro es elaborar un plan macroeconómico que se dará a conocer el 20 de agosto. Francke espera que la economía se recupere 10 por ciento este año y 4.8 por ciento en 2022.
Confirmó que Perú reactivará pronto su regla fiscal —que se suspendió el año pasado debido a la pandemia— que pide al gobierno reducir el déficit fiscal con el tiempo al 1 por ciento del producto interno bruto. Este se situó en 1.6 por ciento antes del covid, pero subió a 8.9 por ciento el año pasado. El ministro no quiso decir cuál será el nuevo plazo para la implementación.
Antes de su nombramiento, Francke se mostraba activo en redes sociales y algunos de sus comentarios ya se usaron en su contra como prueba de su supuesto radicalismo. En un video de YouTube dice que los peruanos deberían tener más derechos que los inversionistas extranjeros.
“¿Cómo es posible que un chileno, un chino o un estadunidense venga a Perú y tenga los mismos derechos que un peruano en temas económicos?”, se pregunta. “Esto no existe en ninguna parte del mundo”.
Al cuestionarlo sobre los comentarios, aseguró que reflejaban sus opiniones personales pero “ahora estoy en otro papel”.
En el corazón del programa de Castillo está el compromiso de reemplazar la constitución de 1993 de Perú, que hace relativamente fácil tanto para el Congreso llevar a cabo un juicio político contra el presidente como para el presidente disolver el Congreso.
Comentó que en términos estrictamente económicos, es innecesaria la nueva constitución y no es prioridad para el ministerio. “Si nos fijamos en las medidas económicas del presidente en su discurso de toma de posesión, ninguna requiere cambio constitucional”.
Sin embargo, destacó que una nueva carta mejorará la gobernabilidad y eso solo puede beneficiar a la economía.
Al cuestionarle cuál era su mensaje para los inversionistas extranjeros, dijo: “Este es un gobierno de cambio y entiendo que genera cierta desconfianza”.
“Respetamos la propiedad privada y nos oponemos a cualquier propuesta de control a los tipos de cambio y a los precios”.