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El giro de 180 grados en el trato de Trump a China

La Casa Blanca cambió su enfoque: ahora mantiene un lenguaje diplomático más sutil y evita conflictos con Pekín

Washington ya no tiene suficiente capacidad militar para proteger al mundo.

Uno de los pocos temas en los que los estadunidenses han mostrado unidad política en los últimos años es la necesidad de endurecer su postura con China, tanto económica como políticamente. Por tanto, resulta bastante interesante que en las últimas dos semanas pudimos ver un cambio radical en la forma en que la administración parece estar tratando con Pekín.

En primer lugar, estuvieron los comentarios del secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, sobre no buscar un conflicto con China, y el lenguaje diplomático más sutil de lo habitual empleado por el secretario de Estado, Marco Rubio, en las conversaciones con sus contrapartes chinas a principios de septiembre.

Esto se produjo luego de la filtración de un memorando del Pentágono que proponía que Estados Unidos cambiara para dejar de enfocarse en China (y, por extensión, en Taiwán) y centrara su atención en cuestiones regionales y de seguridad nacional. Esto representa un cambio significativo respecto al “giro hacia Asia” de varios años de EU, iniciado durante la administración de Barack Obama, en el que se suponía que el país debía centrar su atención en el Pacífico y las relaciones que mantenía con China, alejándose de Medio Oriente y sus conflictos.

También representa un gran cambio respecto a lo que la administración de Donald Trump ha comunicado durante su primer y segundo mandatos, que China es el gran enemigo y que Estados Unidos debe prepararse para el conflicto, tanto frío como potencialmente caliente.

El memorando del Departamento de Defensa al parecer fue redactado, en parte, por Elbridge Colby, quien antes abogó por un giro hacia Asia, pero ahora promueve un enfoque al estilo de la “doctrina Monroe” para mantener el orden en el propio patio trasero de Estados Unidos.

La pregunta, por supuesto, es ¿por qué este cambio? Si bien algunos informes sugieren que Estados Unidos, y en particular la Casa Blanca actual, consideran a los aliados y los conflictos internacionales como difíciles y limitantes, también existe una verdad más profunda, que he mencionado con muchos funcionarios anteriores, y algunos actuales, de la administración: Estados Unidos ya no tiene suficiente capacidad militar para proteger al mundo.

Si bien la administración de Joe Biden siempre manifestó su disposición a defender a Taiwán, y con ella la idea de una democracia liberal en Asia, en caso de un ataque chino, el gobierno de Trump parece interesado en Taiwán, principalmente por su industria de semiconductores. Tengo la sensación de que, una vez que se produzca una revitalización más completa de la industria de chips en el país, a esta Casa Blanca no le importará mucho proteger a Taiwán.

La verdad, esa es una postura que muchos estadunidenses apoyan. Me gusta considerarme una defensora de la democracia liberal, pero en 2023 escribí en Swamp Notes un artículo bastante polémico en la que cuestionaba si la protección de Taiwán por parte de Estados Unidos contra una invasión china era (a) militarmente factible o (b) políticamente viable. Consideré importante ser realistas sobre si proteger una pequeña isla directamente dentro de la órbita de China es la mejor manera de utilizar los recursos estadunidenses, política, económica y militarmente. Sigo sin estar ciento por ciento segura de la respuesta.

Lo que sí creo es que nos movemos hacia un mundo más regional y menos global. Creo que Estados Unidos, China (y sus socios) y Europa coexisten en órbitas cada vez más separadas. Y eso representa tanto una oportunidad como un reto. Como expliqué en mi último libro, creo que existen buenas razones económicas para apoyar la regionalización, pero también existen grandes interrogantes sobre si Europa, en particular, puede sobrevivir a la difícil situación política de estar entre China y EU, sin sus gigantes de tecnología propios, una postura defensiva más sólida ni una economía política más unificada.

El aislacionismo estadunidense también conlleva grandes riesgos, aunque no es una anomalía histórica. Mi interlocutor de hoy es Jonathan Derbyshire, editor de opinión de Estados Unidos de Financial Times. Jonathan, mi pregunta es la siguiente: ¿qué opinas de una doctrina Monroe moderna? ¿Cuáles serán los riesgos y las posibles ventajas de un cambio de este tipo?

Lecturas recomendadas

-Me pareció muy acertada la columna de Bret Stephens en The New York Times sobre el activista Charlie Kirk y por qué su estilo de argumentación era bueno para la generación TikTok, pero no era genial para generar un progreso intelectual verdadero. Dicho sea de paso, siempre he pensado que los británicos eran mucho mejores argumentando que los estadunidenses. Los segundos, con demasiada frecuencia, queremos ser apreciados más que respetados, lo cual es el enemigo del debate inteligente.

-En ese sentido, mi colega con residencia en Londres, Robert Shrimsley, tiene toda la razón al afirmar en un artículo en Financial Times que nadie tiene derecho a no sentirse ofendido, y que los republicanos se muestran increíblemente hipócritas en materia de libertad de expresión en estos momentos.

-Dicho esto, para equilibrar la situación, también vale la pena leer a Barton Swaim, de The Wall Street Journal, sobre las propias hipocresías de la izquierda.

-De The Washington Post, una lectura inteligente y preocupante sobre Jimmy Kimmel y lo que esto indica sobre la concentración de poder.

-Por último, dada la situación actual, empecé a leer, y me encanta, el libro La revolución venidera: Una historia de una idea desde Tucídides hasta Lenin, del profesor de Stanford Dan Edelstein. Me encanta este tipo de historia profunda, impulsada por las ideas, que nos dice algo importante sobre el presente. Tengo la sospecha de que pronto voy a citarlo en una columna.

Jonathan Derbyshire responde

Hola, Rana. Obvio, es inútil intentar deducir cualquier tipo de doctrina de política exterior coherente y bien elaborada a partir de las declaraciones del propio presidente, más allá, claro está, de su creencia visceral de que las relaciones internacionales son una especie de competencia hobbesiana en la que el fuerte siempre prevalecerá sobre el débil.

Pero creo que tienes razón al sugerir que podemos discernir, a partir de lo que otros miembros de la administración han dicho, las líneas generales de lo que algunos han dado en llamar la “doctrina Donroe”, una versión del siglo XXI del dictamen del presidente James Monroe de que toda interferencia en el hemisferio americano por parte de otras grandes potencias debe considerarse una “disposición hostil hacia Estados Unidos”.

En enero, nuestro colega Ed Luce escribió en Swamp Notes un artículo sobre la incipiente doctrina Donroe, que creo que vale la pena volver a leer. Es la exclusión de China del hemisferio occidental, argumentó Ed, lo que justifica este homenaje a Monroe. Creo que Ed tenía razón; basta con observar las cifras.

La presencia de China en el hemisferio occidental —en particular en América Latina— es principalmente económica, no militar, aunque Pekín fortaleció sus lazos militares con países de la región, en particular con Venezuela.

En el ámbito económico, China es el principal socio comercial de América Latina, superando a Estados Unidos y la Unión Europea, y un importante inversionista en proyectos de infraestructura en la región a través de la Iniciativa de la Franja y la Ruta.

Tomemos como ejemplo a Perú. De acuerdo con Jorge Heine, ex embajador de Chile en China, Perú “exporta ahora más a China que a la Unión Europea y Estados Unidos juntos”, a la vez que recibe una gran cantidad de inversión extranjera directa de la nación asiática, sobre todo en el megapuerto de Chancay, concebido como un futuro “Shanghái de Sudamérica”.

En otras palabras, la influencia económica de China en el hemisferio occidental no es una amenaza incipiente que una doctrina Monroe renovada podría esperar contener: ya está profunda y ampliamente implantada en todo el continente americano y, como señala Heine, tal vez ya sea demasiado tarde para hacer algo al respecto.


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@The Financial Times Limited 2025. Todos los derechos reservados . La traducción de este texto es responsabilidad de Milenio Diario.

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