Aquí presentamos una idea: demos menos información a los inversionistas y veamos si eso ayuda a los mercados a distribuir el capital de forma más eficiente.
El presidente estadunidense, Donald Trump, es precisamente lo que quiere hacer. El lunes, dijo que las compañías ya no deberían estar obligadas a publicar sus resultados trimestrales. Cambiar a informes semestrales “ahorrará dinero y permitirá a los directivos enfocarse en la correcta administración de sus compañías”, escribió en Truth Social.
Desde hace años, Trump se opone a los informes de resultados trimestrales –también propuso la idea durante su primer mandato– y está lejos de ser el único. Los que apoyan un informe de resultados menos frecuente argumentan que dará a las empresas el margen de maniobra para planear a largo plazo. También sostienen que una normativa más flexible hará que las salidas a los mercados públicos sean más atractivas e impulsará la salida a bolsa de más empresas.
En repetidas ocasiones se culpa al pensamiento cortoplacista y a los informes trimestrales de la desaceleración del crecimiento de la productividad, las enormes recompras de acciones y el desplome de las tasas de inversión corporativa de capital entre 1980 y 2020. Según esta teoría, los CEOs están tan obsesionados con cumplir las expectativas del mercado que inundan de dinero a los inversionistas y aplican recortes de costos miopes para mantener el precio de sus acciones.
Estos argumentos tienen fervientes adeptos, especialmente en Reino Unido, donde la Investment Association (Asociación de Inversiones) lideró una campaña muy exitosa para reducir el número de informes para que sean semestrales, argumentando que los incrementos a un plazo más corto distraen a la gerencia y crean oportunidades de lucro para los fondos de cobertura y los operadores algorítmicos.
Al mismo tiempo, el número de compañías públicas estadunidenses se redujo aproximadamente a la mitad desde 1996, a menos de 4 mil, mientras que el número de grupos respaldados por capital privado se quintuplicó hasta superar los 11 mil. Las startups se mantienen privadas durante más tiempo, y los inversionistas comunes se ven excluidos de gran parte de la economía. El CEO de JPMorgan Chase, Jamie Dimon, estaba tan preocupado por el problema que lo planteó en su carta a los accionistas de 2023, escribiendo: “Me temo que podríamos estar expulsando a las empresas de los mercados públicos”.
Pero este parece un momento extraño para estar manipulando las normas de divulgación de información de EU. El S&P 500 marcó un nuevo máximo histórico el lunes, y las empresas que lo componen cotizan a 29 veces sus ganancias, muy por encima del promedio histórico de 18. No solamente es eso, sino que el mercado de Ofertas Públicas Iniciales (OPI) acaba de tener su semana más activa desde 2021.

Además, ya no hay sequía de inversión a largo plazo, si es que alguna vez la hubo. Se están invirtiendo enormes cantidades de dinero en centros de datos y proyectos de energía asociados al auge de la inteligencia artificial. Meta, Microsoft, Amazon y Alphabet anunciaron planes para invertir casi 400 mil millones de dólares (mdd) en gastos de capital este año y sus acciones registran un alza de al menos 38 por ciento desde abril.
También se tiene que considerar un contexto más amplio. Trump no solo va por los informes de resultados. El mes pasado, despidió a la directora de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés) luego de la publicación de datos de empleo débiles. El gobierno también dejó de recopilar datos sobre la contaminación por gases de efecto invernadero y canceló los planes para exigir a las empresas que informen sobre las brechas de ciberseguridad. El presidente de la Comisión de Bolsa y Valores (SEC, por sus siglas en inglés) de Trump, Paul Atkins, prometió que se adoptarán medidas adicionales para “abordar las cargas de divulgación”.
Algunos grupos empresariales aplauden a la administración. Consideran la iniciativa antiburocracia como un contrapeso necesario a la ofensiva normativa impuesta por Joe Biden.
Sin embargo, la presentación regular de informes financieros no es una moda regulatoria pasajera. El principio se remonta al desplome de Wall Street de 1929, que dejó claro que muchas empresas que cotizan en bolsa le prometieron a los inversionistas el cielo y las estrellas, revelando poco de sus operaciones financieras, indudablemente terrenales. Una ley de 1934 otorgó a la SEC la facultad de exigir informes de ganancias “periódicos” y definir exactamente qué significaba eso.
La presentación de informes trimestrales ha sido un pilar fundamental de los mercados estadunidenses desde 1970. Las compañías bien administradas utilizan este requisito para informar a los inversionistas sobre su progreso. Los grupos con más problemas se ven obligados a revelar posibles problemas legales y regulatorios, lo cual es más importante en EU que en lugares como Reino Unido y Alemania, donde las empresas tienen la obligación de informar al mercado rápidamente sobre cambios sustanciales. Esta es una de las razones por las que los grupos de inversionistas se opusieron a la primera iniciativa de Trump sobre la presentación de informes trimestrales y ahora vuelven a plantear sus preocupaciones.

Lo único que la eliminación de los resultados trimestrales haría claramente es ampliar la brecha entre los inversionistas comunes, por un lado, y los expertos de las empresas o los que tienen fuentes de información privadas, por otro. La propuesta de Trump solo beneficiará a los que se encuentran en el lado correcto de esa división.
KRC