Hola y sean bienvenidos de nuevo a Energy Source, que hoy llega desde Ciudad de México y Nueva York.
Los yacimientos de gas y petróleo del mundo están disminuyendo a un ritmo más rápido de lo que se pensaba, lo que deja al sector de energía frente a una costosa batalla para mantener la producción, de acuerdo con un informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE).
Mi colega Malcolm Moore informa que la agencia ya analizó datos de 15 mil yacimientos de gas y petróleo y llegó a la conclusión de que la producción se está volviendo más precaria debido a la creciente dependencia del gas y el petróleo de esquisto, donde los yacimientos necesitan continuamente nuevas perforaciones para mantener su producción.
“La situación significa que la industria tiene que acelerar mucho más para mantenerse en pie”, señaló Fatih Birol, director de la AIE, y añadió que la industria gasta alrededor de 500 mil millones de dólares al año solo para frenar el declive en los campos existentes.
Mientras tanto, los inversionistas meditan sobre la declaración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de que las compañías estadunidenses deben dejar de presentar sus resultados trimestrales y, en vez de eso, publicar las cifras financieras dos veces al año.
Pero fue una innovación regulatoria diferente de ExxonMobil la que captó la atención de Energy Source el lunes.
La importante compañía petrolera consiguió el respaldo de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC, por su sigla en inglés) para desarrollar un sistema automatizado para sus accionistas minoristas, que emitiría sus votos de acuerdo con las posiciones de la junta directiva en las reuniones anuales. Si Exxon logra persuadir a suficientes accionistas minoristas (que representan 40 por ciento del total de accionistas) para que se apunten, promete frenar los esfuerzos de los activistas por utilizar las propuestas de los accionistas para cambiar la estrategia de la compañía.
Exxon indicó que el sistema es “un importante paso adelante para la democracia estadunidense de accionistas”. El grupo activista Follow This señaló que se trata de otro intento de la compañía por “suprimir las voces de los inversionistas críticos”.
Para el artículo principal de hoy, nuestra corresponsal Christine Murray analiza cómo la persona más rica de México incursiona de forma agresiva en el sector de la energía. Gracias por leer - Jamie.
Expansión poco a poco
El gobierno mexicano estableció ambiciosos objetivos para el sector de energía, con la esperanza de añadir 22 mil megavatios (MW) de generación eléctrica para 2030 y desarrollar nuevos yacimientos que produzcan hasta 450 mil barriles de petróleo al día.
Mientras la mayoría de los inversionistas aún analizan detenidamente el nuevo plan, uno siguió adelante con su discreta expansión en el sector que ya lleva una década: el multimillonario Carlos Slim.
El empresario, cuyo imperio de las telecomunicaciones lo convirtió en el hombre más rico del mundo durante varios años, obtuvo este mes una concesión de 30 años para desarrollar energía geotérmica para generar electricidad en Celaya, Guanajuato, en el centro de México.
Esto se suma a una lista cada vez mayor de inversiones importantes que tiene en el sector, incluidos yacimientos de gas y petróleo, ductos y plataformas para la endeudada compañía petrolera estatal Pemex.
Aunque sus empresas incursionaron en el sector energético desde hace años, su expansión coincidió con la apertura del sector mexicano a una mayor inversión privada hace una década, lo que permitió a su Grupo Carso incursionar en la operación directa de los campos.
“Carlos Slim no realiza una jugada hasta que ve que un negocio o proyecto es rentable”, dijo el consultor de energía y economía Ramsés Pech. “Empezó con equipos, servicios… su empresa ha crecido poco a poco”.
No es ningún secreto que la infraestructura de energía de México necesita con suma urgencia nuevas inversiones. El ex presidente Andrés Manuel López Obrador frenó el impulso hacia los operadores privados, modificando las reglas para favorecer a los grupos estatales de energía y suspendiendo los permisos.
La red eléctrica del país ahora está colapsando, sufre apagones locales en horas pico, mientras que la producción petrolera de Pemex se encuentra cerca de mínimos históricos con una deuda de 100 mil millones de dólares.
La actual presidenta, Claudia Sheinbaum, con formación con una maestría en ingeniería de la energía, generó esperanzas de un cambio en el sector, incluyendo normas más favorables al sector privado y un impulso a las energías renovables. En general, se ve limitada por un profundo déficit presupuestario y la decisión de mantener gran parte del marco básico de dominio estatal establecido por su predecesor.
Los inversionistas aún esperan detalles sobre las regulaciones que sustentan las nuevas leyes que rigen el sector eléctrico, así como una serie de nuevos contratos público-privados “mixtos” con Petróleos Mexicanos (Pemex).
Sin embargo, Slim ya está inmerso en dos de los proyectos de energía más importantes del país: el campo de gas natural Lakach y el megayacimiento petrolero Zama.
Se estima que Lakach contiene alrededor de 900 mil millones de pies cúbicos de gas. Si comienza a producir, se puede convertir en un gran impulso para el gobierno de Sheinbaum, que está decidido a reducir su dependencia de las importaciones estadunidenses en medio de las tensiones bilaterales con Trump.
Zama —uno de los mayores descubrimientos petroleros de México en los últimos años— fue objeto de una disputa entre Pemex y la empresa privada Talos Energy por la propiedad.
Durante la disputa, Slim adquirió una participación en Talos y ahora controla 80 por ciento de la filial mexicana de la compañía, que a su vez posee 17.4 por ciento del yacimiento. Talos asegura que puede producir 180 mil barriles de petróleo al día, más de 10 por ciento de la producción actual de México.
Slim cuenta con muchas ventajas sobre sus rivales, incluida la gran magnitud de sus compañías, que abarcan toda la economía, su amplio patrimonio y su importancia para cualquier gobierno mexicano que esté en turno. Sus empresas, en general, siguieron prosperando bajo el gobierno de López Obrador.
Él y su familia fueron relegados a puestos más bajos en la lista de ricos por los fundadores de compañías de tecnología, pero siguen ocupando el puesto número 19 en la clasificación global de Forbes, con una fortuna que se estima en 102 mil 800 millones de dólares.
“La ventaja competitiva de Slim reside en su respaldo financiero, sus empresas pueden obtener préstamos… es uno de los grandes diferenciadores”, expresó Pech.
La unidad de energía de Grupo Carso también tiene contratos de transporte de gas con la Comisión Federal de Electricidad (CFE), la compañía eléctrica estatal, así como dos centrales hidroeléctricas en Panamá. A principios de este año, en su conferencia de prensa anual, manifestó su interés en el hidrógeno verde y que la energía solar se estaba volviendo más atractiva.
Se espera que Pemex finalice sus nuevos contratos para yacimientos de gas y petróleo en todo el país a finales de este mes. Medios locales informan que la empresa de Slim puede ser uno de los principales participantes.
Un representante de Grupo Carso declinó hacer comentarios. (Christine Murray)
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