Tres palabras prohibidas –guerra, derrota, perdimos– contenidas en dos oraciones: “La guerra en Ucrania continuará hasta la derrota completa de Rusia”, sostuvo Igor Girkin en un video que envió a los 430 mil seguidores de su canal de Telegram.
“Ya perdimos, el resto es cuestión de tiempo”.
Llamar “guerra” a lo que oficialmente es una “operación militar especial” y, además, anunciar su fracaso: por mucho menos que esto, periodistas y ciudadanos rusos han sido acusados de traición y condenados a años de cárcel. Y estos comentarios no serían más que una anécdota si no vinieran de un ícono del nacionalismo ruso y gran promotor de la ofensiva armada en Ucrania, Girkin, un antiguo coronel de la inteligencia militar de su país, que en 2014 se convirtió en comandante de las fuerzas separatistas pro-rusas en el este de Ucrania.
En la guerra de propaganda que libran Moscú y sus enemigos, cada cual presenta una valoración distinta de la contraofensiva sorpresa del 6 de septiembre, con la que Ucrania afirma haber reconquistado 8 mil 500 kilómetros cuadrados del noroeste de su territorio, con 388 pueblos y aldeas y unos 150 mil habitantes, en la zona del pueblo de Balakliya, cerca de la importante ciudad de Járkov. Unos le quitan importancia, otros hablan de que Ucrania empieza a ganar el conflicto.
Dentro de Rusia, sin embargo, cayó como una bomba y ha dado lugar a expresiones de descontento que están obligando al gobierno a ceder algunos puntos en la batalla de la opinión pública, al admitir por primera vez que algo salió muy mal, pero culpando a ciertos funcionarios para tratar de blindar al presidente Vladimir Putin.
Despido o ejecución
Ramzan Kadyrov, aliado de Putin y líder de Chechenia (un territorio que fue arrasado las dos veces que intentó separarse de Rusia), es una referencia de consideración en este conflicto porque envió a miles de sus compañeros de lucha a pelear, un fuerza tan temible que es comparada con los gurkhas del ejército británico.
“Han regalado ciudades. No soy un estratega como los del Ministerio de Defensa (ruso), pero es claro que han cometido errores”, dijo a la prensa el día 11.
“Si no se hacen cambios en la operación militar especial, tendré que ir a ver al liderazgo de la nación para explicarles la situación en el terreno”.
En la televisión, que había sido purgada de críticos, en estos días se registran numerosas expresiones de alarma. Por ejemplo, en Match TV, un canal de deportes, el famoso comentarista deportivo Anton Anisimov optó por no difundir la información que le estaba llegando en ese momento, el 9 de septiembre, sobre la derrota en la ciudad ucraniana de Izium, en espera de confirmarla con las autoridades, y mostró su desconcierto al pedirles a los televidentes que “recen por nuestros chicos, no hay palabras”.
Even Russia's main sports channel Match TV has its own daytime "political talk show" in the mould of 60 Minutes and Time Will Tell
— Francis Scarr (@francis_scarr) September 9, 2022
Today host Anton Anisimov signed off with this somewhat panicky message about the Ukrainian offensive in Kharkiv Region pic.twitter.com/zAYCTAceNJ
También el presentador estrella del canal público Rossiya 1 (el segundo más visto, transmitiendo desde 1956), Vladimir Soloviov, sostuvo en Telegram:
“Muchos jefes con uniforme (no me atrevería a llamarlos comandantes) son dignos del despido con deshonor, un juicio penal o incluso la ejecución”.
Movilización general o nos vamos
Ante el fallo de la estrategia de negar los malos resultados, desviar la responsabilidad hacia esos “jefes con uniforme” parece la menos peligrosa para Putin.
Aunque no permite evitar las rispideces, como se vio el 18 de septiembre en un debate en la influyente cadena privada NTV, que desde 2001 representa los intereses del mandatario.
Life comes at you fast: pundits on Russian TV realize that their military is failing and their country is in trouble. They are starting to play the blame game. Some of them finally understand that their genocidal denial of the Ukrainian identity isn't working in Russia's favor. pic.twitter.com/jNNn5xifI5
— Julia Davis (@JuliaDavisNews) September 11, 2022
“La gente que convenció al presidente Putin de que la operación especial sería rápida, eficaz, que no golpearíamos a la población civil, que llegaríamos y nuestra Guardia Nacional y los kadyrovistas (chechenos) pondrían orden, esta gente nos engañó”, sostuvo el ex diputado Boris Nadezhdin.
“¿Está seguro de que esa gente existe?”, repuso el moderador.
“Por supuesto. El presidente no se sentó y pensó: ‘¿Por qué no empiezo una operación especial?’. Alguien le dijo que los ucranianos se iban a rendir, que iban a escapar, que querían unirse a Rusia”.
Hasta ahí, se mantenía en la línea. Pero Nadezhdin cruzó la raya:
“Es absolutamente imposible derrotar a Ucrania usando esos recursos y métodos de guerra colonial con los que Rusia trata de combatir, usando soldados por contrato, mercenarios, sin movilización”.
El ex legislador estaba tocando un punto álgido: como Putin no ha declarado el estado de guerra y sigue denominando a la ofensiva “operación militar especial”, no es posible llamar legalmente a la movilización general, que obligaría a todo hombre adulto ruso a ponerse a disposición del ejército (como sí ha hecho Ucrania).
El Instituto para el Estudio de la Guerra, con sede en Washington DC, ha concluido que el ejército ruso no podría hacer frente a una movilización general porque no tiene la capacidad para inducir, entrenar y equipar a una enorme cantidad de reclutas.
Pero los nacionalistas rusos la están pidiendo a gritos. Sin ella, dijo Nadezhdin (usando la palabra prohibida), Moscú tendrá que entrar en “pláticas de paz para detener la guerra”.
Al diputado Sergey Mironov le pareció demasiado:
“No puede haber negociaciones, el régimen nazi de Zelenski debe ser destruido”.
“Nadezhdin piensa que no tenemos fuerza para eso”, interrumpió el moderador.

Y el aludido insistió: “O movilización y guerra total o nos vamos”.
“Recientemente, Putin dijo ‘ni siquiera hemos empezado todavía’. Empezaremos cuando haga falta, no necesitamos movilización”, postuló Mironov.
“Perdón, ¿y qué estamos esperando?”, intervino el analista político Viktor Olevich, “usted dice que todo va de acuerdo a lo planeado. ¿Alguien cree que hace seis meses planeamos que no podríamos tomar Járkov y nos íbamos a ir de Balakliya?”.
Mironov justificó que el ucranio es un “ejército serio y sus armas son serias” gracias al apoyo de la OTAN.
“¡Nuestra inteligencia militar debió haber predicho esto!”, replicó Olevich.
“La guerra es la guerra, no puedes predecir nada”, contraatacó Mironov, “pero tenemos la voluntad de llegar hasta nuestra victoria”.
“Nos han dado un severo golpe psicológico”, intervino el diputado Alexander Kazakov, pero “al respecto de nuestro no camarada Nadezhdin, le invito de nuevo a cuidar su lenguaje, hablar de ‘guerras coloniales’, aunque sea de pasada, es inaceptable”, y lo llamó a entender que Rusia no está usurpando territorio de Ucrania, “se desarrolla una guerra global y esto es sólo un fragmento de ella”.
“¡Espero que no empiece una guerra global!”, se alarmó Nadezhdin, “pero si empieza, el balance de poder no va a estar a nuestro favor”.
El moderador se dirigió entonces a un participante que se mantenía callado, el comentarista político Alex Timofeev, quien recordó que cierto experto había predicho, antes del inicio de la “operación especial”, que el “único riesgo que corría el ejército ruso es que la gente, sobrecogida de amor por los rusos, le diera abrazos muy fuertes y ahora entendemos con claridad que eso no fue lo que pasó”.
En estos días, continuó, “ese mismo experto (identificado como Yaakov Kedmi) dice en la televisión federal que tenemos que seguir hasta el final”, así que si su “análisis fue, no sólo erróneo, sino criminalmente, catastróficamente equivocado, ¿por qué deberíamos hacerle caso?”.
Finalmente, Nadezhdin preguntó: “¿Cuánto más va a continuar esto?”
“Lo que haga falta”, respondió Kazakov, “de manera que mis hijos de 10 años…” Nadezhdin lo interrumpió: “…tengan la oportunidad de pelear, ¿correcto?”.
EHR