La Fiesta de las Luces o Janucá (que en hebreo significa “dedicación o iniciación”) es una fiesta judía en la que se conmemora, durante ocho días y noches, la insurrección del pueblo judío y un milagro ocurrido hace 2 mil años. Este año iniciará el 14 de diciembre y terminará el 22 de este mismo mes.
Ya que el calendario hebreo es luni-solar, la festividad no cae en días exactos, sino que año con año cambia la semana en la que recaerá.
Janucá se celebra, en el calendario hebreo, el 25 de Kislev, lo que se traduce en finales de noviembre o mediados de diciembre.
Cuando llega la luz
Aquellos que celebran Janucá creen que el evento gira alrededor de la llegada de la luz que ahuyenta la oscuridad desde un acto tan simple como encender una vela; por esto utilizan una 'menorá' —un candelabro con ocho o nueve portavelas— que se coloca en lugares visibles como ventanas, mesas de centro o entradas.
Cada noche, tras agradecer a Dios, encienden las velas utilizando el 'shamash' (vela acompañante), y a diario aumentan una hasta llegar a ocho de ellas en el octavo día.
Según un artículo de National Geographic la celebración obtuvo protagonismo cultural en Estados Unidos y Europa por su cercanía con la Navidad. Fue por esto que algunas comunidades judías incorporaron elementos festivos tales como el intercambio de regalos, decoraciones, música y comida.
Actualmente, la fiesta es una mezcla de solemnidad, alegría familiar y otras tantas tradiciones; una de ellas es el juego del dreidel, un trompo de cuatro caras con letras hebreas que representan la frase “un gran milagro ocurrió aquí”.
En el juego participan varias personas que cuentan con cierto número de peonzas. Estas se van colocando durante cada turno en una olla de la que toman las de los demás participantes, dependiendo de la palabra que les arroje el trompo. El ganador es quien se quede con todas las piezas de los demás.
El intercambio de regalos se enfoca especialmente en los niños y, además de la influencia de tradiciones europeas y estadunidenses, se cree que el origen de esta tradición es el 'Janucá Guelt' (dinero de Janucá).
Este era dinero que se solía dar a alumnos del yeshivá (lugar donde los judíos se reúnen para estudiar la Torá y las tradiciones rabínicas) y que, con el tiempo, pasó a darse también a los niños todas las noches de la fiesta.
La comida suele ser frita, algunos platillos tradicionales son los latkes (tortas de papa con cebolla), los sufganiot (donas rellenas de mermelada) y monedas de chocolate.
Se busca preparar comida de esta forma para honrar el milagro del aceite que dio origen a la festividad.
¿Cuál es el origen de Janucá?
La fiesta busca conmemorar la victoria de los macabeos, liderados por Matatías y su hijo Judas Macabeo, sobre las tropas del rey griego Antíoco IV, las cuales invadieron el Segundo Templo en Jerusalén.
Según Chabad.org, sitio dedicado a la difusión de información relevante de la historia judía, este fue un templo que se mantuvo en pie durante 420 años y que fue construido 70 años después de la destrucción del Primer Templo.
Un artículo de Britannica explica que Antíoco IV invadió Judea y profanó el Segundo Templo porque buscaba helenizar a los judíos. Esto significa que el rey buscó imponer el culto a dioses griegos y unas costumbres afines a esta cultura.
Fue tras tres años de conflicto que los judíos lograron recuperar el templo para purificarlo, restaurarlo y dedicarlo de nuevo a su Dios.
Después de su victoria, Judas Macabeo estableció que cada año debería celebrarse durante ocho días este logro. Este capítulo de la historia judía es especialmente importante porque es uno de los pocos momentos en el que un pueblo judío luchó para defender su fe.
¿Por qué se encienden velas?
En el Talmud —libro que registra las enseñanzas rabínicas y contiene la tradición oral, doctrinas, ceremonias y preceptos de la religión judía, de acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española (RAE)—, cuando los macabeos ganaron y buscaron una vasija de aceite para encender un fuego, solo pudieron encontrar una que “contenía aceite suficiente para que la menorá ardiera durante un día” pero ocurrió un milagro que permitió que las llamas permanecieran ocho días.
Este milagro del aceite es lo que llevó a los sabios judíos a apoyar la iniciativa de una fiesta anual que conmemorara el triunfo de su fe con este simbolismo del fuego que aleja la oscuridad y en la que se dedican esos ocho días a Dios. Fue por esto que el aceite es algo central en la conmemoración.
Comunidad judía en México
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) estimó en 2020 que en México había 58 mil 876 judíos. Aunque una buena parte vive en la Ciudad de México, también existen grandes comunidades en Guadalajara, Monterrey, Tijuana, Cancún y San Miguel de Allende.
Según World Jewish Congress (WJC, por su sigla en inglés), la comunidad judía mexicana es de las más grandes y activas a nivel mundial. En nuestro país la representa el Comité Central de la Comunidad Judía de México (CCCJM).
“Caracterizada por sus fuertes comunidades tradicionalistas, que abarcan desde la ortodoxa hasta la conservadora, y su diversidad de instituciones, la comunidad judía mexicana está compuesta por judíos asquenazíes, sefardíes y levantinos, y se considera una de las comunidades judías más activas del mundo”, señala WJC.
World Jewish Congress ubica a México en el lugar 14 de los países con mayor población judía.
La historia de este pueblo en nuestro territorio viene desde 1519, cuando los primeros judíos (la mayoría ”conversos”, es decir, obligados a abrazar el cristianismo) llegaron a México junto a Hernán Cortes.
Después de la Conquista, estos grupos siguieron migrando hasta la Colonia mientras practicaban su fe en secreto.
Fue hasta 1571 que la Corona española impuso medidas inquisitoriales que llevaron a la persecución de la comunidad judía y durante un siglo continuamente se les exilió, ejecutó u obligó a renunciar a la fe.
El siguiente gran episodio de este pueblo en México fue durante el gobierno de Benito Juárez en el cual se “estableció una sociedad más secular y tolerante” que incrementó la migración de judíos a México.
Actualmente las comunidades judías gozan de una estabilidad que se cultivó desde principios del siglo pasado cuando en 1924, el entonces presidente Plutarco Elías Calles “lanzó una invitación al pueblo judío para que viniera a México como ciudadanos respetuosos de la ley, estimulando una ola de migración que duró hasta 1930”.
Durante el nazismo (1933-1945), las políticas migratorias mexicanas —más por cuestiones burocráticas y por la coyuntura de la guerra— dificultaron el arribo de judíos que huían del régimen de Adolf Hitler, logrando llegar solo mil 850 judíos.
Sin embargo, en los años posteriores al gran conflicto bélico, las comunidades ya asentadas en México lograron prosperar y crecer.
MD