Más Internacional

"Nuestro dios no nos pide asesinar"

Musulmanes parisinos están preocupados por la ola de xenofobia que viene, mientras 'La Marsellesa' se canta por todos lados.

¿Cuántas generaciones tendrán que pasar para que dejen de llamarnos franceses con antecedentes de origen musulmán?, es la pregunta que se hace Djelloul Seddiki, imán de la Gran Mezquita de París, preocupado por los ataques terroristas del viernes pasado, donde una célula yihadista asesinó a 129 personas en el nombre de Alá.

"Eso no es nuestra religión. Nuestro Dios no nos pide asesinar, somos hombres de paz", asegura Moulay Haliki, otro imán en París que lleva cuatro días desde los atentados yendo a manifestarse en la Plaza de la República.

Esa es una de las preocupaciones que por estos días se vive en París, lo mismo en cafés que en las calles, en las páginas de los diarios, en la Plaza de la República: si los ataques harán aún más difícil el proceso de integración que ha vivido la comunidad musulmana o si pueden provocar que surja una nueva ola de xenofobia y racismo.

El debate no es nuevo en esta ciudad donde la segunda religión más practicada es la musulmana y cuenta con al menos una docena de mezquitas incluida la Gran Mezquita, un edificio casi centenario con un minarete de más de 33 metros de alto desde donde se llama a la oración por las tardes y al amanecer.

Una discusión previa a ésta se dio en 2011, cuando venció la secularidad francesa y por ley se impidió a las mujeres portar velo en público en las escuelas y en lugares de reunión.

Frente a la sala concierto del Bataclan hay cientos de ofrendas florales depositadas ahí por todo el mundo, esposas, novios, amigos o por la ministra Segolene Royal o la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. También hay miles de veladoras y cientos de mensajes escritos; uno de ellos cita a Voltaire, quien podría estar en desacuerdo con tu forma de pensar, pero estaba dispuesto a dar la vida por defender tu derecho a hacerlo. Otro cita a Victor Hugo: "La libertad de amar es tan sagrada como la libertad de pensar", y uno más recuerda el poema "Liberté" de Paul Éluard: "Escribo tu nombre sobre las manchas de la sangre".

Pero lo mismo en las calles que en las páginas de los diarios o en los debates por televisión, son muchos más los jóvenes que con el pecho inflamado por las palabras del ministro del Interior, Bernard Cazeneuve —quien dijo "vamos a expulsar a todos los imanes que difunden el odio"—, están dispuestos a tomar las armas para enfrentar a los terroristas en Siria y se olvidan que los tienen dentro de sus propias fronteras.

"Insistir en hacer la guerra es insistir en una fórmula que no ha funcionado; tenemos que cambiar de manera de pensar", reclama a gritos Marie Ducard en plena discusión con quienes son partidarios de la guerra frente a la estatua de Madeleine.

Así está París por estos días, atrapada por las bélicas estrofas de La Marsellesa: "A las armas ciudadanos, marchemos hijos de la patria", que se han vuelto un canto de unidad y se entona lo mismo en la Sorbona, en Versalles, en la Plaza de la República o en el estadio de Wembley, donde anoche la selección de Inglaterra venció en un partido de futbol a la francesa, pero el resultado fue lo menos importante.

El himno se ha vuelto un símbolo de unidad, pero ¿qué tanto esos aires bélicos pueden convivir con la frase divisa de Francia: libertad, igualdad, fraternidad? Esa es la pregunta que tendrán que contestarse en los próximos meses.

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.