Desde el hospital en el que nacen hasta el aula en la que aprenden a escribir su nombre, los hijos de migrantes nacidos en Estados Unidos caminan una delgada línea entre el privilegio legal y la exclusión social . Son ciudadanos por derecho, pero no siempre por reconocimiento.
Aunque su acta de nacimiento los acredita como estadunidenses , sus apellidos, acentos y contextos familiares suelen colocarlos en los márgenes de las oportunidades que el país promete.
En entregas anteriores, MILENIO ha documentado cómo sectores conservadores en Estados Unidos utilizan el término “bebé ancla" para referirse a personas nacidas en territorio estadunidense de padres migrantes. Esta expresión, común en ciertos discursos políticos y mediáticos, alude a la idea de que estos nacimientos se producen con el objetivo de facilitar la permanencia legal de sus familias en el país.
Diversas organizaciones civiles y defensoras de derechos humanos consideran que se trata de un término cargado de estigmas y connotaciones despectivas , por lo que advierten sobre su uso y sus implicaciones sociales. Para muchos de estos ciudadanos, el lenguaje es solo una de las barreras simbólicas que enfrentan desde la cuna.
Sensación de pertenencia: ¿qué ocurre con los hijos de migrantes?
Aunque la ciudadanía debería ofrecer una base de seguridad, la realidad emocional de muchos hijos de migrantes en Estados Unidos contradice esa idea.
Un estudio publicado por los Institutos Nacionales de Salud reveló que los ciudadanos por nacimiento, especialmente de origen latino o asiático, reportan niveles de angustia mental similares a los de personas sin ciudadanía cuando experimentan discriminación o exclusión estructural. Esto sugiere que el entorno social —más que el estatus legal— es determinante en el bienestar emocional.
Las microagresiones, el racismo estructural y la constante tensión entre culturas generan en muchos jóvenes una sensación de desarraigo. Son estadunidenses por ley, pero a menudo deben demostrarlo socialmente.
Algunos entrevistados en el estudio señalan que sentirse juzgados por “no hablar bien inglés” o “parecer extranjeros” los hacía dudar de su lugar en el país que los vio nacer.
Y es que, de acuerdo con el artículo La ciudadanía como privilegio e identidad social: implicaciones para el sufrimiento psicológico, “la ciudadanía constituye una dimensión fundamental de la desigualdad estructural y un marcador importante de la integración de los migrantes”.
Educación: entre la resiliencia y la precariedad
En el aula, muchos hijos de migrantes se convierten en traductores, mediadores y sostén de sus familias desde edades tempranas.
Aún así, un estudio de la Universidad Johns Hopkins Encontré que estos jóvenes —en especial los hijos de primera generación— tienden a destacar académicamente más que sus pares estadounidenses de generaciones posteriores. Se trata de un fenómeno que los expertos llaman “ la paradoja del inmigrante” .
Sin embargo, este rendimiento se ve condicionado por el acceso a recursos escolares, el apoyo institucional y, sobre todo, la participación de sus padres.
Qué es la paradoja del migrante
La paradoja del inmigrante es un fenómeno observado en estudios sociales y de salud pública que señala que, a pesar de enfrentar mayores desventajas socioeconómicas, los inmigrantes de primera generación —ya veces sus hijos nacidos en el país receptor— tienden a mostrar mejores resultados en salud, educación y comportamiento social que grupos nativos con características similares.
¿Y las oportunidades económicas?
Tener ciudadanía no garantiza movilidad económica.
Un análisis reciente publicado por Springer mostró que incluso los ciudadanos por nacimiento enfrentan brechas salariales persistentes si provienen de familias migrantes, especialmente latinas. Aunque trabajan las mismas horas y tienen niveles similares de educación, sus ingresos tienden a ser menores.
Esto se debe, en parte, a que sus trayectorias profesionales suelen estar marcadas por sectores precarizados, menores redes de apoyo profesional y limitaciones históricas en el acceso a crédito, propiedad y liderazgo.
A lo largo de dos décadas, el estudio identificó que los retornos económicos a la educación eran menores en poblaciones de origen migrante, incluso si habían nacido y estudiado en Estados Unidos .
Aunque la ciudadanía ofrece una base legal sólida, muchos hijos de migrantes se enfrentan a otro tipo de retos menos visibles . Más allá de las estadísticas, hay historias personales que revelan cómo se vive esta tensión en lo cotidiano.
En la próxima entrega, MILENIO abordará la experiencia de un joven nacido en Estados Unidos de padres mexicanos.