Caminar por las calles de Glasgow, Escocia, es como retroceder dos años en el tiempo a aquellos lejanísimos y añorados momentos en que el covid-19 no se había esparcido por el mundo para cambiar la realidad de la humanidad.
Al recorrer la emblemática calle "Buchanan Street" ni los niños ni los adultos mayores portan más el cubrebocas; un esquema completo de vacunación y un programa avanzado de inoculación que abarca al 68.2 por ciento del total de la población en Reino Unido, han eliminado ese otro mal que a muchos todavía nos domina: el temor.
Las autoridades sanitarias del Reino Unido les han dado a escoger: ellos y ellas deciden si en los espacios públicos portan o no el cubrebocas, ya no es una medida obligatoria. Donde no hay opción es en espacios cerrados y en el transporte público, ahí es obligatorio.
En palabras de un residente: "Si quieres identificar a un turista, solamente tienes que ver si lleva el cubrebocas, porque la mayoría de nosotros en Glasgow ya no lo utilizamos".

Así es el día a día de las personas en Glasgow, aunque dentro de la misma ciudad, sucede el caso contrario, ya que la COP26 intenta (sin mucho éxito) que todos los asistentes cumplan con las medidas sanitarias. Sin embargo, es tal la cantidad de asistentes que se vuelve imposible mantener la sana distancia, especialmente durante las mañanas, para quienes logran ingresar a la llamada Blue Zone, donde se llevan a cabo las negociaciones entre delegaciones y sesiones plenarias.
Esto ha traído consecuencias para los asistentes e incluso para el personal del evento; por ejemplo, el alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, y uno de los miembros del equipo del presidente estadunidense Joe Biden, se contagiaron de covid-19 luego de su viaje a Glasgow, donde estuvieron en el Scottish Event Campus, sede de la COP26.
Habrá que esperar a que finalice esta Cumbre Mundial del Clima para ver si los organizadores dan a conocer el número de personas que se contagiaron y… paradojas: el impacto que podría tener en la recuperada realidad de los residentes de Glasgow y que hasta ahora, habían recuperado la invaluable posibilidad de reencontrarse con el aire libre.
dmr