La industria hostelera no ve salida ante la situación que se avecina debido al significativo repunte de contagios por covid-19 que propiciaron las últimas recomendaciones de la Generalitat de Cataluña basadas en un confinamiento voluntario con el fin de reducir la actividad social.
“Nos da miedo que otra vez volvamos al confinamiento, volver a cerrar la restauración”, confesó Lorenzo Sendra, socio del restaurante La Catrina ubicado en el barrio del Eixample en Barcelona.
Después de trabajar en varios establecimientos de cocina mexicana, Lorenzo junto a dos socios cumplió el sueño de abrir su propio negocio. Pero tras cinco años de éxito, la pandemia le ha obligado a prescindir de cinco empleados, reducir los platos de la carta y cambiar los horarios de apertura.
Para Lorenzo, las recomendaciones gubernamentales son un absurdo, pues según explica “nos mantienen abiertos pero le están diciendo a la gente que se quede en casa. Nosotros abrimos pero la gente no sale, no viene, entonces es hundirnos más de lo que ya estamos con toda la pandemia”.

Casi la tercera parte de los bares y restaurantes en España continúan cerrados cuatro meses después de decretarse el estado de alarma y la falta de actividad está causando estragos.
“Cuando tienes un negocio cerrado lo único que generas es deuda, todos los días son pérdidas” dijo Jordi Salvatella, propietario de La Curandera, quien como muchos otros vivió “preocupaciones” ante la caída del turismo que se ve lejano a recuperarse.
“Lo primero que yo quería era abrir el negocio como fuera. Take away, delivery, terraza o lo que fuera. O sea, no me importaba sino hacer lo mínimo para cubrir los gastos porque la situación es la que es y al no haber turistas y vivir mucho del turismo, pues teníamos que generar de algún lado” comentó el empresario mexicano.
Salvatella abrió una pequeña taquería en Barcelona pensando, precisamente, en atraer clientela extranjera, sin embargo, la crisis sanitaria le jugó una mala pasada que sólo ha logrado sobrellevar gracias a la solidaridad de los paisanos.
“Los amigos, los amigos de los amigos y, en general, los mexicanos han apoyado y han soportado el negocio”, afirmó.
Esta es la situación de muchos comercios en Barcelona, sacados a flote por los compatriotas, que además de apoyarse unos con otros no hicieron a un lado sus “necesidades básicas” aseguró Ricardo Rubio, dueño de la tienda de abarrotes María la Bonita.
“Los mexicanos hacen su canasta básica con tortillas, chiles, frijoles y Clamato, eso no cambió” explicó con tranquilidad mientras se hace cargo de cobrar las cuentas. “La tienda física si tuvo una baja, pero nosotros comenzamos el negocio con venta online y es como continúa. No tuvimos pérdidas”, dijo.
Incluso, para Ricardo, la crisis le dio la oportunidad de atraer nuevos clientes españoles que acostumbrados a encontrar sabores mexicanos en cada barrio optaron por realizar pedidos a locales especializados.

“Hubo quien nos llamó para preguntarnos cómo podía usar el Miguelito, otros preguntan recetas...”, comentó.
La soledad de los restaurantes mexicanos contrasta con la asistencia de los meses pasados, los de finales del 2019, cuando la ocupación promedio era entre el 87 y el 100 por ciento. Hoy se ha reducido a un 25 o 30 por ciento.
“Viendo nuestros números, cada mes que iba pasando fue fuerte mantenernos. Los ahorros nos mantuvieron a flote”, admitió Lorenzo mientras recibía barriles de cerveza en La Catrina.
El empresario recalcó que tenía que “pagar proveedores, parte del equipo y sobre todo los impuestos”, y todo sin beneficios económicos. Para bien o para mal, La Catrina tenía un plan de expansión, por lo que pudo soportar el golpe de la crisis.
“Estábamos buscando un local nuevo, pero todo ese dinero que teníamos ahorrado para el nuevo proyecto lo tuvimos que utilizar para mantener viva nuestra fuente principal que es La Catrina” confesó.
Las medidas de contención para los nuevos brotes de coronavirus en Cataluña han reducido nuevamente la actividad de la hostelería, limitando el aforo de los locales a un 50 por ciento con distancia entre mesas de dos metros aunque se sugiere evitar la actividad social y con la advertencia del probable endurecimiento de las medidas si los contagios continúan a la alza.
dmr