Hay mujeres que nacen con alas y otras que nacen con un balón en los pies. Cristina Torres pertenece a ese segundo grupo. Desde niña, supo que el futbol era su idioma, su refugio y su manera de volar. Hoy, desde la Liga MX, la puertorriqueña no solo demuestra su talento en la cancha, sino que también lleva consigo la esencia de su tierra, su cultura y su pasión por el juego.
Llegó a México hace apenas unos meses y, aunque la altura le dio la bienvenida con un golpe en el pecho, pronto se adaptó. “Todavía me acuerdo cuando llegué y la altura te pega fuerte, porque estamos casi en las nubes”, cuenta entre risas. Pero Cristina no es de las que se rinden. Con cada entrenamiento, con cada partido, su cuerpo y su alma se fueron aclimatando hasta encontrar en Pumas un nuevo hogar.
Futbol con acento boricua
Cristina habla de Puerto Rico con un brillo especial en los ojos. “Para mí, es el país más bonito del mundo”, dice sin titubear. Y aunque extraña el sazón de las habichuelas de su tierra y la calidez de su gente, entiende que, para cumplir su sueño, tenía que tomar su propio camino. La isla le dio las primeras patadas al balón, pero el destino la llevó a buscar oportunidades fuera.
Creció en una familia de médicos, con padres que curan cuerpos mientras ella aprendía a forjar su alma con el fútbol. “Mi papá jugó cuando era joven, pero nada serio. Yo, desde chiquita, sentí pasión por el fútbol y nunca quise parar”, recuerda. No fue el boxeo, el deporte rey de su país, el que atrapó su corazón, sino el balón, ese que le ha permitido recorrer el mundo y escribir su propia historia.
Una mujer, un sueño y un balón
Cristina es fuerte, independiente y segura. Salir de su país a una edad temprana la preparó para los retos de la vida. Primero, fue Estados Unidos. Ahora, México. ¿El futuro? Lo tiene claro: “Me gusta mucho el club donde estoy ahora, Pumas”. Y es que más allá de cualquier liga, ella juega con el alma y donde se sienta feliz.
El Día Internacional de la Mujer se acerca, y para ella, es una fecha especial. “El futbol femenil ha avanzado mucho y creo que es un buen día para reconocer esos logros”, dice con orgullo. Sabe que ser mujer en el deporte no siempre ha sido fácil, pero también reconoce que las nuevas generaciones están cambiando la historia.
“No cambiaría nada de ser mujer”, dice con firmeza. Y es que su feminidad no está peleada con su fuerza, ni su delicadeza con su determinación. Soy feliz siendo mujer. Nunca me he puesto a pensar en qué es lo mejor de serlo, pero no cambiaría nada”.
Cristina es la prueba de que se puede ser feroz en la cancha y dulce fuera de ella, que se puede pelear por un balón con la misma pasión con la que hornea pan de guineo en sus ratos libres.
El sueño de un país
Su historia no termina en México. Su mayor sueño es ver a Puerto Rico en un Mundial y sabe que, para lograrlo, cada jugadora que emigre y crezca en ligas de alto nivel será una pieza clave. “Jugando en una liga fuerte como la Liga MX, mejoro yo y luego aporto ese nivel en la selección”, explica.
En el vestidor de Pumas, nunca se ha sentido extranjera. En la cancha, su corazón late al ritmo del balón. Y fuera de ella, sigue conectada con su tierra a través de su cocina pues le fascina preparar el dulce sabor de los postres, sus recuerdos y la meta que la impulsa a seguir adelante.
Cristina Torres es más que una futbolista: es una mujer que juega con el alma, que lleva a Puerto Rico en la piel y que, con cada gol, nos recuerda que el fútbol no tiene fronteras cuando se juega con amor.
MGC