Ludwig Van Beethoven, además de su poesía musical, dejó como legado ciertas frases y una de ellas describe la constancia a la perfección: "La marca esencial que distingue a un hombre digno de llamarse así, es la perseverancia en las situaciones adversas y difíciles". Este enunciado también podría emplearse con la batalla silenciosa que desplegó Alan Mozo, para convertirse en futbolista profesional, trasladándose desde muy joven en largas distancias y sacrificando todo tipo de circunstancias.
En Valle Dorado, una zona tranquila para vivir, un niño tenía como ilusión ser jugador de Pumas. Su madre, Doña Patricia Rodríguez, apoyaba al máximo este sueño. A diario, la progenitora y dentista echaba marcha atrás con sus citas de varios pacientes, para llevar sano y salvo al pequeño Alan hasta La Cantera. El recorrido mínimo era de 35 kilómetros en la ida, 70 para completar un día y 350 en tan solo los días de entrenamiento; ambos, acumulaban como cuota menor 400 minutos en el automóvil de lunes a viernes.
Del Estado de México y hasta Ciudad Universitaria, Alan entendió en el sacrificio de su madre y apoyo de padre y hermana, que sus intenciones ahora tenían responsabilidades: "Fuero y siguen siendo mi motor", advierte el lateral. Como otro detalle de su persistencia, Alan se probó en dos ocasiones previas con Pumas, siendo rechazado en las mismas, hasta que en 2014 fue inscrito por fin en el equipo de Segunda División. En aquellas buenas y malas, también estaba mamá, como ahora, cuando su día a día es en el máximo circuito.
¿Qué representa jugar ahora en el equipo de tus amores?
Lo representa todo. Este es el club al que le iba desde niño. Esto lo soñaba desde que tenía seis años, pero también es una gran responsabilidad. No fue fácil, insistí varias veces para hoy estar aquí, para ganarme un lugar en La Cantera. Dicen que lo que vale la pena cuesta más trabajo. Mi familia siempre me dijo que no bajara los brazos.
¿Cómo fue aquella tercera ocasión en la que te probaste y por fin te aceptaron?
Me acuerdo que fue en la cancha de CU Cinco, la convocatoria había salido algunas semanas antes y estaba ahí con algunos otros compañeros con los que coincidí en categorías inferiores. Recuerdo que después de la prueba llegó Miguel Salas y me dijo: 'Bueno, Mozo, pues ahora sí, ya trae tus papeles'. En cuanto estuve con mi mamá nos soltamos a llorar los dos.
¿Qué papel ha jugado tu familia en todo este esfuerzo?
Han sido primordiales. Si bien es difícil llegar, aún es más complicado mantenerse y para ello no tienes que despegar los pies del suelo; para eso está la familia, para ubicarte siempre. Hasta el día de hoy, he tratado de esforzarme todos los días por brindarme, por demostrar y seguir ahí, peleando.
¿Cuáles son tus metas inmediatas y a mediano plazo?
Mi meta principal actualmente es calificar a Pumas a la Liguilla y pelear por el campeonato; de manera personal, estoy en un buen momento para consolidarme en Primera División, ser considerado para la selección mayor y por qué no, pensar en el futbol de Europa. Hay que ir paso a paso, pero con las metas bien claras.
Además de jugar en Pumas, cursar una carrera universitaria…
Sí, estaba estudiando publicidad y justo ahora estoy por empezar la carrera de Negocios Internacionales; la Anáhuac tiene programa que beca a futbolistas profesionales y brinda muchas facilidades. Mi ideal es completar mi profesión con una preparación académica.
También tienes presencia en la selección olímpica vigente.
Sí, es otra de las conquistas que tengo en mente. Jaime (Lozano) me ha considerado para comenzar con su proceso de cara a Tokio 2020 y lo tengo previsto, quiero estar ahí; igual es un sueño pendiente y va de la mano con estar bien en Pumas. Todo es motivación, todo es aprendizaje.