Con un profundo interés por la conservación y la revaloración de las técnicas artesanales de la cultura textil nacional, Francisco Cancino ha construido una trayectoria de 12 años impulsando y colaborando con más de 45 comunidades indígenas de México, con quienes ha desarrollado productos textiles y metodologías de capacitación en diseño, experimentación textil, bordado y rescate iconográfico. Esta inclinación creativa no es ajena al estado que lo vio nacer, Chiapas.
Su labor hace eco al alma de su marca homónima, que plantea la búsqueda identitaria trascendental de lo que construye la imagen mexicana, analizándola de forma crítica para reconceptualizarla en el mundo contemporáneo. En el universo de Cancino, México es un eje constante de inspiración.
Bajo el nombre Los primeros mexicanos, la colección 009 del creativo sugiere la respuesta a una interrogante de la imagen de los nativos del Anáhuac en 1522, cuya cultura entretejía sus tradiciones y costumbres con corrientes ajenas y extranjeras, reinterpretando la identidad de un nuevo mundo que pactaba su visión en una mezcla de cosmogonías, técnicas y materiales.
Narrada desde su contemporaneidad, Cancino regresa a ese primer encuentro de resistencia con una intención constante de ataviar al imaginario de la mujer orgullosa de lo propio. Partiendo de encuentros entre artes y oficios, el diseñador plasma dicha resistencia creativa en las amalgamas con el viejo mundo.
“La plumaria saluda a la sastrería; la orfebrería americana conoce a la herrería europea; la metalistería se viste de joyas y el alfarero camina tomado de la mano del ceramista”, traduciéndolos a sus materiales insignia, los aclamados códigos de la marca. Americanos y transoceánicos, la lana, el algodón, el lino, la seda, el cuero, se envuelven en vivos pigmentos americanos enaltecidos por platería mexicana. Cada una de sus siluetas se viste con la sombrerería de la marca mexicano-estadounidense Gladys Tamez, y del estudio mexicano joyero Rodete.
En un compendio de 38 looks, la colección se divide en cuatro puntos cardinales. “Con esta nueva colección, inicia una tetralogía sobre Ciudad de México, observada desde el presente en cuatro momentos clave de la historia, desde su fundación hasta la actualidad, y plasma la manera en que los cambios arquitectónicos, urbanísticos y en la vida cotidiana determinan la identidad de sus habitantes. Los primeros mexicanos regresa a ese punto originario de resistencia creativa y se cuestiona aquello que puede enseñarnos sobre nosotros mismos al apropiárnoslo, al pensarlo desde lo que ahora somos; es el aprecio profundo por la riqueza amplia de México, por sus tradiciones, su historia, sus pueblos, lo que conduce a un ejercicio continuo para reapropiarse de su identidad y la de su país, para repensarla y crear un legado”.
Sin apartar su persona de sus creaciones, Francisco Cancino crea un estilo y una impronta que hablan de ese “yo” desde su interioridad, con la intención de transmitirla al público haciendo una invitación a la reflexión de la vida contemporánea. Con ello, Cancino regresa al discurso de la identidad para cuestionar los factores que la moldean.
Para esta edición del Mercedes-Benz Fashion Week México, el diseñador confronta las prácticas de la industria de la moda, con la identidad de un diseñador y las presiones que existen en el ambiente álgido de la competitividad. En cada asiento del desfile reposaba una hoja que reclamaba un momento para detenerse, tomar un respiro y reafirmar una leyenda: “No soy el mejor, pero tampoco soy el peor. Soy bueno”.
Con este discurso directo que abre la conversación sobre la salud mental, el mexicano ofrece una antítesis de la búsqueda interminable de novedad y el aplauso a la voracidad del consumo. Con ello, invita a la apreciación de los procesos artesanales y el consumo de la slow fashion. Como en la naturaleza, todo yace de procesos paulatinos, de respiros. De apreciar la belleza en el tiempo y su historia. _
mrevistademilenio.com
Fotografía por Josemra
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Imágenes cortesía de Mercedes-Benz Fashion Week México
