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El Museo del Titanic, un viaje que expone vestigios del barco, la película y la identidad de la verdadera Rose

Más allá del fenómeno popular, el museo que se encuentra en Quebec, Canadá, muestra las historias, amores, sueños y secretos que viajaban en el barco más célebre de la historia

El Musée de la Civilisation de Quebec propone un recorrido humano por las historias de quienes estuvieron a bordo.

De manera similar a como el museo del 11 de septiembre en Nueva York honra a las víctimas recordando que no eran solo cifras, la exposición Titanic.

The Human Story permite conocer quiénes eran los pasajeros y tripulantes del legendario transatlántico: cómo vivían, qué soñaban y cómo esos anhelos se desvanecieron con la tragedia ocurrida en la madrugada del 15 de abril de 1912.

A través de casi 200 artefactos auténticos y documentos de archivo (acompañados por una audioguía que se entrega al ingresar), la muestra recrea con meticuloso detalle distintos aspectos del navío: desde fotografías, vajillas y ornamentos de lujo en primera clase, hasta los modestos camarotes de tercera.

Como recuerda uno de los paneles de la exposición: “There are as many stories of the Titanic as there are survivors, many of them contradictory. But almost all emphasize the silence that night, and the horror of knowing what it meant” (Hay tantas historias del Titanic como supervivientes, muchas de ellas contradictorias. Pero casi todas enfatizan el silencio de esa noche y el horror de saber lo que significó). Porque incluso en un barco dividido por clases, el horror fue el mismo para todos.

El museo del Titanic revela historias reales y la verdadera Rose
El museo del Titanic revela historias reales y la verdadera Rose | Fotos: Mariana Mijares

Las clases sociales a bordo del Titanic son expuestas en el museo

Se ha dicho que el Titanic era un microcosmos flotante de la sociedad. Encapsulaba tanto los avances como las contradicciones del momento: una era de innovación tecnológica y prosperidad, y de jerarquías sociales rígidas.

La exposición permite observar estas diferencias mediante fotografías y recreaciones de las distintas secciones del barco: los majestuosos salones y restaurantes de primera clase, las comodidades sencillas de segunda, y los espacios compartidos y más austeros de tercera.

Mientras se avanza por la muestra, es posible conocer más sobre personajes como John Jacob Astor IV, el pasajero más rico del barco. Astor, heredero, empresario, coronel y escritor, viajaba con su joven esposa Madeleine en una de las lujosas Parlour Suites, que incluía dos habitaciones amplias y un baño privado. 

A pesar de su estatus, a Astor le fue negado el acceso al bote salvavidas número 4 y murió en el naufragio; su cuerpo fue recuperado días después. Madeleine, en cambio, sobrevivió y dio a luz al hijo de ambos cuatro meses más tarde. Esta historia, como muchas otras en la exposición, revela cómo ni siquiera la riqueza podía garantizar la supervivencia.

El Titanic como esperanza: sueños migrantes que cruzaron el Atlántico

Casi todos los pasajeros de tercera clase (y la mayoría de los de segunda) viajaban hacia América en busca de nuevas oportunidades. 

Provenían de Irlanda, Gran Bretaña, Escandinavia, Europa del Este, el sur del continente y también del Medio Oriente. Entre ellos había campesinos, costureras, doctores, migrantes, e incluso un vendedor de palomitas.

De acuerdo con datos de la muestra, entre 1850 y 1912, más de 30 millones de personas emigraron a Estados Unidos; para 1910, 22% de su fuerza laboral había nacido en el extranjero. Este auge migratorio impulsó la creación de líneas navieras como la White Star Line, responsable del Titanic. 

Aproximadamente 80% de sus pasajeros eran migrantes que dejaban atrás Europa en busca de una vida mejor; muchos de ellos dispuestos a abandonar familias, negocios o incluso su identidad.

Y es que, curiosamente —y como revela la exposición— varios pasajeros de primera clase también buscaban empezar de nuevo, y por ello eligieron viajar con nombres falsos. Así, la necesidad de reinventarse trascendía cualquier clase social.

El Museo del Titanic en Quebec revive amores, sueños y la historia real de Rose
El Museo del Titanic en Quebec revive amores, sueños y la historia real de Rose | Fotos: Mariana Mijares

El collar de Titanic existió en la vida real; ella fue la verdadera Rose

Entre los objetos que más llaman la atención se encuentra un delicado collar en forma de corazón, decorado con zafiros y diamantes. Perteneció a Kate Florence Phillips, una joven de 20 años que viajaba a bordo del Titanic en segunda clase. 

La historia detrás del collar parece haber inspirado uno de los elementos más icónicos de la película de 1997: el Heart of the Ocean, la joya que Rose (Kate Winslet) lleva mientras posa desnuda para Jack (Leonardo DiCaprio).

En la vida real, Kate abordó el Titanic junto a su amante: Henry Samuel Morley, un hombre 20 años mayor que ella y dueño de varias confiterías en Londres. 

Morley había decidido dejar atrás su vida: vendió sus negocios, entregó el dinero a su esposa y su hija de 12 años, y partió rumbo a América con Kate para comenzar una nueva vida juntos. Ambos viajaban bajo identidades falsas, haciéndose pasar por “Mr. y Mrs. Marshall”.

Antes de zarpar, Henry le regaló a Kate el lujoso collar como símbolo de su promesa de una vida distinta. La noche del naufragio, Kate logró subir a un bote salvavidas y llevar consigo algunas pertenencias; entre ellas el collar, que sobrevivió junto a ella. Henry, en cambio, no logró salvarse.

La historia de Kate y Henry parece salida de una película, pero fue real. Como muchas otras que emergen en esta exposición, revela el lado íntimo y humano del Titanic; donde los grandes amores, los secretos y las decisiones para cambiar de vida se hundieron junto al barco, pero no quedaron en el olvido.

El Titanic como nunca antes: relatos reales en The Human Story
El Titanic como nunca antes: relatos reales en The Human Story | Fotos: Mariana Mijares

Del naufragio al mito: cómo el Titanic sigue vivo en la cultura pop

Hoy en día, el Titanic es sobre todo un "buque mítico", una historia utilizada como moraleja o metáfora. “Las historias humanas se vuelven más remotas con el tiempo, convirtiéndose en un símbolo a pesar de nuestra continua fascinación por ellas”, recuerda la exposición.

Después de la tragedia surgieron postales, musicales, libros y hasta una película protagonizada por un superviviente; no obstante, fue hasta el estreno de la cinta de 1997 que Titanic cruzó nuevas aguas en la historia. 

La película se convirtió en la más exitosa de todos los tiempos, superando los 2 mil millones de dólares en taquilla, fue nominada a 14 premios Oscar (ganó 11) y catapultó la carrera de DiCaprio, Winslet y también la de Céline Dion, cuya interpretación de “My Heart Will Go On” se volvió uno de los temas más vendidos y emblemáticos en la historia del cine.

Justamente, la artista originaria de Quebec fue homenajeada en la noche de clausura del Festival d'été de Québec (FEQ) con el concierto D’Eux-30 ans déjà, una celebración al icónico álbum D’eux, el más vendido en francés de todos los tiempos. 

Aunque Dion está actualmente retirada de los escenarios debido a su estado de salud, su legado sigue muy presente, y este tributo (interpretado por voces como Marie Denise Pelletier, Brigitte Boisjoli, Martine St-Clair, Safia Nolin y la drag queen Rita Baga) reafirmó el profundo vínculo entre la cantante y su tierra natal.

Más allá del lujo, el romance o la tragedia, el Titanic encarna historias profundamente humanas: amores secretos como el de Kate y Henry, sueños de migrantes que buscaban cruzar el Atlántico en busca de una vida mejor, y melodías como la de Céline Dion, que décadas después siguen tocando fibras. Titanic. 

The Human Story no solo rememora cómo se hundió un barco, sino cómo de sus restos emergieron relatos que, al igual que la famosa canción, siguen resonando en nuestra memoria; recordándonos que el amor, y los recuerdos —como canta Dion— will go on and on.

El Museo del Titanic: un viaje a las historias reales
Celine Dion | Fotos: Mariana Mijares

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