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Obispo encabeza lavatorio de pies en Catedral del Carmen en Torreón

En la misa, monseñor Luis Martín Barraza Beltrán recordó que la Eucaristía es una presencia viva de Jesucristo.

La ceremonia del Lavatorio de Pies se mantiene como uno de los momentos más conmovedores del Jueves Santo, al recordar el gesto de humildad y servicio que Jesús realizó con sus discípulos durante la Última Cena.

Este Jueves Santo, la Catedral de Nuestra Señora del Carmen fue el escenario de dicha celebración, presidida por el obispo Luis Martín Barraza Beltrán y concelebrada por los sacerdotes Jaime Hernández Solís e Ismael Gallegos Corona, en el marco de la misa de la Cena del Señor.

Entre incienso y cantos del coro de Catedral, seis niños y seis adolescentes del Catecismo —representando a los apóstoles— caminaron hacia el altar, seguidos por el obispo, los presbíteros y algunos ministros.

Tras las lecturas litúrgicas y el canto “Honor y gloria a ti, Señor Jesús”, sin entonar el tradicional "Gloria", el padre Jaime Hernández proclamó el Evangelio según San Juan (13, 1-15), donde Jesús les dice a sus discípulos:

"Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy el Maestro y el Señor, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con ustedes, también ustedes lo hagan.”

Durante la homilía, monseñor Barraza Beltrán reflexionó sobre la Eucaristía y su conexión con la presencia de Cristo:

“Celebramos precisamente la institución de la Eucaristía. Retomo como ejemplo la exposición de la copia de la Sábana Santa, el Santo Sudario. Independientemente de su autenticidad, suscita gran fervor, como los objetos encontrados por colectivos de búsqueda: tenis, billeteras, huesos. Son objetos simples, pero se vuelven sagrados porque evocan una presencia.
Así también, la Eucaristía no es un pan común: es una presencia real. Ese vino, cállate… es la sangre de una persona. ¿Qué tienes en el corazón? ¿Amas de verdad? Porque Jesucristo dijo: 'Esta es mi carne, esta es mi sangre, este soy yo’.”

Al concluir su mensaje, el obispo dio paso al rito del Lavatorio de Pies. Uno a uno, los niños y adolescentes catequistas —simbolizando a los 12 apóstoles— se acercaron, y el obispo lavó los pies del primero de ellos, luego los secó y le dio un beso.

Familiares de los menores también participaron, lavando los pies de sus hijos mientras el coro interpretaba el canto “Un mandamiento nuevo”.

La ceremonia concluyó con la distribución del pan bendito a cada uno de los menores, quienes lo compartieron con sus familias, en un acto cargado de simbolismo, fe y comunidad.

edaa

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Lili Figueroa
  • Lili Figueroa
  • Reportera de MILENIO desde hace 29 años y apasionada de la fuente de Espectáculos. Ha saboreado una de sus máximas metas, como fue la persecución a Chayanne en el 2005, logrando una entrevista exclusiva.
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