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Mercadito navideño, una tradición que aguarda a la nochebuena en Torreón

Se trata de vender la propia ilusión de la Navidad a los laguneros.

Los patriarcas dirigen los negocios y en torno a ellos los hijos abordan a los clientes para ofrecer sus productos. Ricardo Carrillo es un hombre maduro al que apenas le han brotado las canas, pero que sigue a cargo del puesto de donde las luces de neón en guirnaldas o estrellas tintinean al ritmo de los villancicos.

Se trata de vender la propia ilusión de la Navidad, de tal manera que Santa Claus junto a los renos pueden esperar unas manos que los lleven a casa al igual que la sagrada familia adorando al Niño Jesús en un pesebre donde termina durmiendo el gato porque la Navidad es tiempo de perdón y paz y de esa materia se construyen los recuerdos del nacimiento del mesías nacido en la humildad.

Al igual que a Ricardo, Pedro Zúñiga Rojas vende adornos: cactos, palmeras; pequeñas fuentes que pueden simular ríos, así como pesebres, heno y musgo. Ellos trabajarán hasta el 25 de diciembre y para el 26 deben levantar los puestos y desalojar la calle.

“Iniciamos el pasado 3 de noviembre y nos toca cuatro días para instalarnos de todo a todo, póngale cinco días máximo para empezar. Las ventas han estado bien, así que usted diga que ya acabamos todo, pues no, verdad, pero ha estado bien. Ha estado un poco tranquilo este año, pero esperemos que estos días repunten, sobre todo en los últimos días”, dijo don Ricardo.

Aunque sobre la avenida Juárez durante todo el día pasan fieles camino a la iglesia para saludar a la virgen de Guadalupe, don Ricardo dijo que eso podría ayudar a los vendedores de alimentos porque la gente busca saciar el antojo mientras ven el espectáculo.

“Fíjese que no son tanto porque ahora que tuvimos la pandemia no hubo peregrinaciones y aun así nos fue bien, aunque sí son un aliciente porque es mucha gente la que se ve y una que otra es la que se acerca a comprar. Ahorita compran de todo: desde esferas, las luces, el heno; ahorita vendemos de todo, gracias a Dios, todo se vende. Si usted pinta piedras de blanco, se venden las piedras”.

Con su esposa, su hija y su hijo más dos chicos contratados para la ocasión, don Ricardo trabajará hasta el 24 de diciembre. El puesto originalmente fue de su suegra, pero decidieron continuar con la tradición. Estos locatarios estuvieron por un tiempo en la Plaza de Armas, luego en la Alameda Zaragoza y luego por la calle Treviño hasta que se asentaron en la Ildefonso Fuentes.

Se trata de vender la propia ilusión de la Navidad a los laguneros.
Se trata de una tradición regional que ha pasado de generación en generación. | Verónica Rivera

"La tradición ya tiene muchos años aquí, los puestos ya son una tradición bien arraigada en la ciudad de Torreón y ahora podemos contar con el apoyo de toda la ciudadanía que viene y nos consume porque hay grandes tiendas que ofrecen productos muy baratos porque ya todo es chino, pero gracias a dios sí hemos tenido la aceptación".

Ninguno que esté aquí termina su mercancía. Siempre se vende lo más que se pueda y luego se guarda lo que queda y se hace una lista para surtir. Hay quienes trabajan hasta el 25 de diciembre. El 26 se retira la mercancía y el 27 se recoge todo el tianguis; algunos compañeros se van a las cinco, otros a las siete y otro normal, hasta las diez de la noche”, comentó don Ricardo quien es el último en llegar a la casa y solo lo esperan para rezar y cenar lo de cada año, una piernita al horno con su puré de papá y una ensalada dulce.

Pedro Zúñiga era un niño cuando comenzó a acudir al mercadito navideño; fueron sus papás pioneros de esta tradición a los que apuntó. Tiene más de 70 años, pues arrancó con algunos puestos en la Plaza de Armas.

“Aquí con este puesto tenemos más de 30 años, pertenecemos a la Unión de Comerciantes de Heno y Musgo y Adornos Navideños; aquí vendemos lo que viene siendo el maguey, las palmitas, las yerbas, la gobernadora… la fuentecita anda en 400 pesos, lo más barato es de 5 pesos, 12 o 15. Hay días buenos, pero no como antes. La gente ahora va comprando en el transcurso de que se pone uno, por decir, el 10 de noviembre, que la gente va pasando y va acarreando sus cositas, poquito”.

DAED

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Lilia Ovalle
  • Lilia Ovalle
  • Socióloga por la Universidad Autónoma de Coahuila. Periodista desde el año 1999.
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