Bajo el sol persistente de Torreón, entre el ir y venir de autos y pasos olvidadizos, se encuentra don Maciel, de 84 años, lustrando más que zapatos: lustrando su historia.
En la esquina de Avenida Morelos con Calle Múzquiz, el viejo oficio que empuña con dignidad no solo brilla cuero, sino también la nostalgia de quien lo observa. Con tan solo tres años en esta labor, dos en el sitio actual sitio, su figura se ha vuelto parte del paisaje urbano que pocos ya detienen a mirar.

Maciel Aparicio, mejor conocido como don Maciel, no siempre fue el maestro del cepillo. Su vida, antes, fue de cal y cemento, como albañil. Pero tras años de aguantar lo inaguantable, decidió que no más:
“Me cansé de los malos tratos”, dice con la voz pausada, como quien ha aprendido que la paciencia también pesa.
El cambio no fue fácil, pero fue suyo, libre, y con ello comenzó su pequeño negocio de bolero, al principio prometedor.
El brillo que se desvanece
“Antes me iba bien, hasta 600 pesos por día”, recuerda con un suspiro que intenta ocultar.
Las cajas de bolear, los trapos, el cepillo, eran testigos del bullicio de clientes. Pero ahora el eco del olvido pesa más que los pasos. Son pocos los que se detienen, menos aún los que recuerdan que los zapatos también tienen memoria. Hoy, la ganancia es escasa, a veces ni para el pan, y Don Maciel, con manos cansadas pero firmes, resiste.
La familia distante, la soledad cercana
Su familia existe, pero lejos, dispersa entre estados, y el contacto es poco.
“Cada quien agarró su rumbo”, dice sin reproche, como si hubiera aprendido que la soledad no siempre es tristeza, sino compañía silenciosa.
En su rostro se dibuja la serenidad de quien ha dejado de esperar, pero no de ofrecer.
Un llamado a no olvidar el oficio
Desde su banquito en la esquina, Don Maciel lanza un mensaje que es ruego y poesía: “No olviden nuestro oficio… todavía hay brillo por sacar”.
Porque él no solo pule zapatos, también rescata la dignidad de los oficios de antaño. Y en cada movimiento de su trapo, hay un canto sutil a la resistencia, al trabajo honesto, al arte de seguir, aunque el mundo pase de largo.
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