Dos embarcaciones oficiales de Estados Unidos recorrieron ayer el río Bravo hasta llegar a la bocana de la playa Bagdad, donde iniciaron la instalación de una línea de boyas utilizadas como señalamiento restrictivo y refuerzo a su esquema de vigilancia fronteriza en el extremo noreste del país.
Los dispositivos, visibles desde la costa, incorporan en su parte superior una advertencia que coincide con el mensaje incluido en las placas colocadas del lado mexicano el pasado 17 de noviembre, hecho que abrió cuestionamientos sobre los criterios de ubicación utilizados por autoridades estadunidenses.
La movilización fue detectada por pescadores que se encontraban realizando actividades en el área, quienes notificaron la presencia de las embarcaciones al observar que realizaban maniobras inusuales en un tramo donde históricamente se ha requerido coordinación binacional.
Tras recibir el aviso, personal de la Secretaría de Marina se trasladó a la zona para impedir que la operación estadunidense derivara en un ingreso no autorizado a territorio mexicano. Hasta el cierre de esta edición, los elementos permanecían desplegados como medida preventiva y para documentar cualquier desplazamiento adicional en el cauce.
De manera paralela, agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) acudieron al punto que marca el límite noreste del país con el fin de supervisar que la instalación de las boyas no alterara las rutas de tránsito en agua ni la delimitación reconocida oficialmente.
Las boyas contienen una leyenda que identifica el espacio como área restringida y prohíbe el acceso de personas o vehículos, así como la captación de imágenes, la elaboración de mapas o cualquier tipo de registro del sector intervenido.
La línea instalada se ubica prácticamente en la mitad del río Bravo, aunque hasta ahora el gobierno de México no ha emitido información técnica que precise si la ubicación coincide con las mediciones oficiales respecto al límite territorial.
Esta acción forma parte de un esquema más amplio de control fronterizo aplicado por Estados Unidos, que durante el año ha incrementado intervenciones similares en puntos de alto flujo migratorio. En regiones como Eagle Pass, Texas, este tipo de barreras generó debate por su impacto en la navegación y consideraciones humanitarias.
La instalación en la desembocadura del río adquiere relevancia por tratarse de un punto estratégico: es la conexión directa hacia el Golfo de México y uno de los tramos donde el afluente actúa como frontera natural dentro de los más de 3 mil kilómetros compartidos por ambas naciones.
Hasta anoche no existía posicionamiento oficial por parte de instancias federales mexicanas. En la zona, Marina e INM mantienen presencia constante en espera de información técnica o diplomática que defina la postura formal del país ante la nueva línea de boyas colocada por autoridades estadunidenses.
