La Alameda Zaragoza fue el punto de reunión, mientras el repique de tambores, el violín y el colorido de la Danza de Pluma del Ejido La Paz marcaron el inicio de la tradicional peregrinación de la familia Multimedios y Milenio Laguna rumbo a la Parroquia de Guadalupe, en pleno corazón del Centro Histórico de Torreón.
El contingente, integrado por trabajadores, colaboradores y familiares, avanzó entre una mezcla de aromas que parecían acompañar la ruta: tortillas de trigo recién infladas en el comal, hotcakes dorándose con mantequilla, tamalitos laguneros, tamales rojos y verdes, y el inconfundible olor a tacos de tripa que salían en los puestos de la avenida Morelos. La ciudad, con su vida cotidiana, se entrelazó con la devoción que llevaba cada peregrino.
Al frente caminó Alberto Braña, director de Multimedios en Coahuila y Durango, sumándose a esta manifestación de fe que se ha convertido en una tradición de fin de año para la empresa con presencia en prensa escrita, radio y televisión en la región.
Entre velas encendidas que luchaban contra las ráfagas del viento nocturno, los participantes avanzaron con paso firme, mientras transeúntes y comerciantes seguían su paso o se detenían un momento para observar el paso del contingente.
La guía espiritual del recorrido estuvo a cargo de Lili Figueroa, quien dirigió oraciones y alabanzas que se escucharon entre cuadras, viajando por encima del tráfico, los pregones callejeros y el murmullo de los curiosos.
En cada pausa, la danza retomaba fuerza, sus plumas iluminadas por las luces cálidas de los postes, convirtiendo la avenida en un corredor vibrante entre lo sagrado y lo urbano.
Ya entrada la noche, el grupo llegó al templo de la Virgen de Guadalupe, donde las velas formaron un resplandor íntimo frente al altar, reflejándose en los rostros de quienes aguardaban la bendición. Hubo quien agradeció en silencio, quien dejó escapar un suspiro, quien hizo memoria de los favores recibidos a lo largo del año.
Al salir del templo, la ciudad seguía viva con sus olores, sus sonidos y su gente, pero en las calles quedaba también la estela de las peregrinaciones que convierten a Torreón durante todo diciembre en un testigo nocturno de fe, tradición y gratitud.
daed