Más de 50 años frente a las aulas de clase lo respaldan como profesor, además se considera un fiel alumno de la vida. El maestro Luis Azpe Pico mantiene gratos recuerdos de los estudiantes que tuvo la oportunidad de enseñar, no como cualquier trabajo, sino como una labor que realizaba con la dedicación que requiere el oficio.
“Tomé esta profesión luego de leer una frase de un libro de definiciones, donde en la palabra ‘Felicidad’ tenía una que me cautivó: La felicidad no es hacer lo que quiero, sino querer lo que hago”, dijo.
Comparte que el gusto por la docencia es el primer paso de todo un proceso para dedicarse a esta profesión, que va más allá de ofrecer temas y capítulos a un determinado grupo, es una labor en la que se tiene que tratar a cada alumno según sea su personalidad, con clases dinámicas y amenas que abonen al aprendizaje.
“Cualquiera puede dar clases, agarrar un libro de texto, que se aprendan el capítulo 1 y ahí nos vemos pasado mañana. El chiste es interpretar el capítulo y explicarlo de una manera sencilla. Se trata de dar clases de una manera amena con dinámicas lúdicas que hagan que los estudiantes entiendan, no que se lo aprendan”.
Por ejemplo, recuerda que a sus alumnos les entregaba copias con el abecedario en español y el alfabeto en griego, con lo cual jugaban a elaborar nombres, frases y hasta “cartas secretas” en escritura griega.
Las clases que impartió el maestro Azpe Pico durante medio siglo siempre estuvieron relacionadas con la gramática, ortografía y todo lo conveniente a la materia de Español, donde comparte que el fomento a la lectura es una dinámica que va con el gusto particular de cada alumno para que funcione.
“Nunca puse por las nubes el hecho del aprendizaje como algo difícil o algo para genios, es simplemente para el que quiere. Siempre se aprenderá más fácil con lo que nos gusta”.
La evolución tecnológica también es un fenómeno que llegó a las aulas de clases, sin embargo, para el maestro Azpe Pico resulta contraproducente en algunos aspectos como en la reducción de trabajos manuales por parte de los estudiantes, en tanto, asegura que los “acordeones” en los exámenes nunca pasan de moda.
“Los acordeones son el mejor método para aprender y el mejor para reprobar. Hacerlo ayuda a sintetizar pero sacarlo te ayuda a reprobar”, compartió entre risas.
Describe al adolescente actual como alguien que ha dejado de socializar y que ocupa su tiempo libre para revisar sus redes sociales. Esto a comparación generaciones pasadas en las que eran comunes los juegos en equipos en el patio escolar, principalmente con el béisbol, básquetbol y fútbol, sin olvidar las reuniones estudiantiles en las llamadas “tardeadas”.
Aún recuerda lo complicado que fue estudiar en la Normal Superior en Saltillo y simultáneamente en la Escuela de Jurisprudencia, “donde para ser profesor había que fregarse y saber aguantarse el hambre, era una especie de sacerdocio, pues había que tener vocación para vivir con sueldos y una preparación completa”.
Clases en línea por coronavirus
En la actualidad, el paso de las clases presenciales a clases en línea por la contingencia sanitaria ante el covid-19, resulta un reto para los docentes que intentan transmitir el conocimiento a distancia, aún con dificultades para que todos los alumnos tengan acceso.
Sus enseñanzas quedaron en sin fin de alumnos de tercero de secundaria y primero de preparatoria principalmente, en su paso por instituciones como el la Escuela Carlos Pereyra, el Colegio Torreón, así como en universidades como la Iberoamericana, la Autónoma de La Laguna y la Autónoma del Noreste.
“Para mí lo más hermoso de la vida es estar en un salón de clases y mi familia”, compartió luego de recordar a su hermana María del Carmen quien lo impulsó a ser profesor y le enseñó a leer antes de entrar a primaria, así como a su mejor maestro, Antonio Alvarado Meza.
Experiencias de vida
Entre tantas experiencias, Luis Azpe Pico relata aquella en la que platicó con un alumno al que le dio clases y además le había dado clases a su papá y a su abuelo, lo que resultó una casualidad que lo llena de alegría y satisfacción tal como pasó durante más de 50 años frente a un grupo.
AARP
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