Los días de trayectos predecibles quedaron atrás para los usuarios del transporte intermunicipal que a diario entran a Torreón desde municipios cercanos como San Pedro, Francisco I. Madero y ejidos. Desde la semana pasada, con la modificación de rutas derivada de las obras del Sistema Vial Abastos–Independencia, sus rutinas se transformaron por completo: viajes más largos, gastos adicionales y retrasos constantes se han convertido en parte del nuevo panorama.
Sandra Pérez lo padece, pues anteriormente cada mañana tomaba el camión Solima a las 7:00 en Rancho de Ana, dejaba a sus hijas en la escuela en el Centro de Torreón y luego continuaba hacia su trabajo en Torreón Jardín.
Era un trayecto calculado, estable, que rara vez sobrepasaba los 30 minutos, sin embargo, desde los ajustes en el recorrido, su movilidad se volvió incierta.
“Hacíamos media hora, ahora ya son más de 50 minutos a una hora; rodean mucho los camiones y ahorita de regreso a la casa, fácil, es más de una hora”, lamentaba mientras esperaba la unidad con evidente cansancio.
Pero la historia de Sandra no es única, MILENIO recorrió paraderos y conversó con usuarios en distintos puntos de la ciudad, donde el enojo, la frustración y la resignación se repiten como un patrón. Las modificaciones, realizadas para facilitar el avance de las obras viales, han trastocado rutinas laborales, escolares y personales de quienes dependen del transporte público para desplazarse diariamente a la zona urbana de Torreón.
Ajustes que impactan empleos y horarios
Karla, habitante del Centro de Torreón, es otro ejemplo de la desorganización que han provocado estos cambios. Por las mañanas trabaja en La Unión y, por las tardes, en San Isidro.
Hasta hace unas semanas, hacía apenas 15 minutos desde La Unión hasta el sector Independencia y luego caminaba hacia su segundo empleo. Esa ruta sencilla dejó de existir.
“Ahora llego aquí, a Soriana Independencia, y tengo que agarrar taxi. Por las mañanas me llevan, pero el regreso es un verdadero caos porque ya se van por el aeropuerto”, dice mientras intenta calcular un nuevo horario que le permita llegar a sus dos trabajos sin retrasos.
Karla reconoce que los primeros días fueron especialmente complicados: llegó tarde, tuvo discusiones con supervisores y su jornada, que ya era extensa, se volvió más pesada al tener que correr o pagar transporte adicional.
Desplazamientos más largos y camiones saturados
Daniela, originaria de San Pedro, trabaja en el Hospital Municipal de Torreón y diariamente recorre kilómetros para cumplir con su turno.
Antes, tomaba el camión de las 7:30 de la mañana y puntual, a las 8:50, ya estaba checando entrada. Ahora, para llegar a tiempo, debe abordar la unidad a las 6:00.
“No queda de otra más que esperar el camión. Da demasiadas vueltas. Me tengo que venir casi dos horas antes para llegar a checar a tiempo”, afirma desde la parada de la avenida Cuauhtémoc, donde aguarda visiblemente fatigada.
Además, relató que el regreso se ha convertido en una batalla: las unidades vienen tan llenas, que en ocasiones ni siquiera se detienen.
Durante esta primera semana de cambios enfrentó algunos retrasos, aunque en su trabajo han mostrado cierta tolerancia porque conocen la distancia que recorre.
Advirtió que varios usuarios ya están optando por organizarse para retomar prácticas antiguas: “Hay personas que se están cooperando para pagar la gasolina y darse ‘aventones’ colectivos. Es eso o seguir batallando”.
Choferes y boleteros
No sólo los usuarios están inconformes, ya que entre los operadores del transporte y los boleteros también existe molestia por los nuevos recorridos, principalmente porque implican mayores gastos y menores ingresos.
“La Chiva”, un boletero conocido en la zona, afirma que los cambios han causado “un despapaye total”.
“Estas ocurrencias tienen a la gente muy enojada, pero también los choferes tienen que rodear más, no pueden levantar gente en el nuevo trayecto y la ganancia se cae”, asegura mientras observa cómo los usuarios se impacientan ante cada camión que pasa de largo.
Explica que, en horarios matutinos, la zona donde trabaja solía llenarse rápidamente, pero tras el ajuste muchos prefieren tomar taxi o buscar rutas alternas para evitar los rodeos.
Esa disminución de usuarios, en ciertos horarios, no siempre se ve en las ventas de boletos, pero sí en la economía de los transportistas: “La pérdida, yo creo, se ve con los patrones”.
Más tiempo, más gasto y riesgo de multas
Lorenzo Ortiz, chofer de la ruta Coyote–Torreón, asegura que aunque comprende que las obras son necesarias, la falta de planificación adecuada los está perjudicando directamente.
“La gente está muy molesta porque la mayoría trabaja sobre el Independencia, de aquel lado, y por el tiempo que hacemos. Antes eran 50 minutos o una hora”.
Ahora, los trayectos se han extendido entre 30 y 45 minutos adicionales, lo que obliga a consumir más diesel sin un incremento proporcional en los ingresos.
Además, afirma que la tolerancia para transitar por ciertos tramos sólo se mantiene hasta las 7:00 de la mañana, después de esa hora, los inspectores pueden imponer multas incluso si el retraso es mínimo. “Si te agarran los tránsitos después de esa hora, así sean 5 o 10 minutos, multan”, dice con preocupación.
Pese a las quejas, Lorenzo reconoce que en estas situaciones “no gana uno nada con enojarse, si la que manda es la autoridad”.
Una semana de adaptación… y lo que falta
Las obras del Sistema Vial Abastos–Independencia continúan avanzando, un poco más del 23 por ciento, pero los habitantes de Francisco I. Madero, San Pedro y los ejidos cercanos parecen apenas ingresar a una etapa de adaptación que podría prolongarse semanas... o meses.
Entre trayectos duplicados, horarios inconsistentes, saturación, costos adicionales y multas para los operadores, el malestar persiste y crece con cada día que pasa.
Mientras tanto, quienes dependen del transporte intermunicipal seguirán ajustando sus rutinas, buscando alternativas y esperando que, cuando las obras finalicen, sus desplazamientos vuelvan a ser tan sencillos como lo eran antes.
Pero por ahora, en las paradas de camión reina una sensación compartida: la movilidad en La Laguna cambió de un día para otro, y la vida cotidiana de miles de laguneros tuvo que cambiar con ella.
aarp