Entre el humo, el caos y los gritos de auxilio, doce personas lograron salir con vida del incendio que consumió la tienda Waldo’s en Hermosillo. Una de ellas es Danna Valeria Hernández, una joven de 16 años que aquella tarde solo pasaba frente al lugar cuando la explosión la alcanzó de lleno.
Su madre, con la voz entrecortada, contó que su hija sigue luchando en un hospital local.
“Mi hija desgraciadamente iba pasando cuando sucedió la explosión, a ella le tocó en la pura puerta”, relató.
Danna presenta quemaduras de primer y segundo grado en distintas partes del cuerpo. Los médicos han recomendado trasladarla a un hospital especializado en Phoenix, Arizona, pero la familia ha decidido esperar.
“Por el momento queremos que todo lo que esté en las manos de los médicos aquí se le dé la atención. Es muy complejo para nosotros estar fuera y necesitamos el apoyo de la familia. No estamos cerrados a la oportunidad, si mi hija lo requiere, hasta el fin del mundo”, expresó su madre quien rompió en llanto.
Mientras Danna lucha por recuperarse, otra historia de dolor y resistencia se escribe desde una habitación de la clínica Noroeste. Ahí permanece María Isabel Morales Bracamontes, de 20 años, quien llevaba apenas unos días trabajando en Waldo’s cuando el fuego cambió el rumbo de su vida.
Con quemaduras en el 40 por ciento de su cuerpo, María Isabel continúa intubada, bajo vigilancia constante de los médicos. Su familia recibió la confirmación de que será trasladada este martes a un hospital en Phoenix, Arizona, gracias al apoyo de las autoridades de Sonora y del estado vecino.
“El traslado ya ha sido totalmente aceptado, gracias al gobernador Durazo y a la gobernadora de Arizona. Será trasladada mañana entre nueve y once de la mañana al hospital Phoenix, y pues ahorita solo nos queda esperar”, explicó su tía Angélica Morales, al borde de las lágrimas.
Los familiares de la joven recibirán en los próximos días visas humanitarias para acompañarla durante su recuperación. Un trámite que representa, más que un documento, una esperanza de estar cerca de ella, aunque sea al otro lado de la frontera.
En medio del dolor, también hay historias que hablan de coraje y solidaridad. Jacel Espinoza, una joven que se encontraba cerca del lugar al momento del incendio, arriesgó su vida para rescatar a don Marcos Segundo, un hombre de 80 años que trabajaba como empacador en la tienda. Las llamas lo alcanzaron y le provocaron quemaduras en el 90 por ciento del cuerpo.
“Me dio mucho coraje, porque mucha gente no se acercó a ayudar. Nosotros lo sacamos y lo pusimos más para acá. Me gustaría saber qué pasó con este señor”, contó Jacel, todavía conmovida por lo vivido.
Días después del siniestro, la familia de don Marcos se reencontró con la joven que lo ayudó. Entre lágrimas y abrazos, le expresaron su eterno agradecimiento.
“Ella estuvo con nosotros, gracias a Dios platicamos con ella, le agradecimos mucho. Es muy buena persona, agradecimiento de por vida con ella”, dijo Dulce Segundo, hija del adulto mayor.
Sin embargo, entre las historias de supervivencia y duelo, comerciantes del centro de Hermosillo reconocen que la tragedia pudo haberse evitado si las autoridades hubieran sido más estrictas con las inspecciones. Aseguran que Protección Civil municipal y estatal no realiza operativos de supervisión sobre las medidas de seguridad de los establecimientos del primer cuadro de la ciudad.
En un recorrido realizado por MILENIO, se constató que de una veintena de negocios, solo uno contaba con extinguidores visibles y señalética que indicara salidas de emergencia.
“Desde hace 20 años que tengo mi negocio de venta de ropa, gorras y perfumes, siempre he tenido las medidas de seguridad, como los extinguidores. Cada año invierto aproximadamente 10 mil pesos para mantener los niveles óptimos de seguridad contra incendios”, comentó Marco Hernández, comerciante del centro.
Mientras las investigaciones sobre el incendio avanzan, el testimonio de los comerciantes abre un nuevo frente: la falta de vigilancia y la ausencia de protocolos de prevención que podrían marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
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