El incendio en la tienda Waldo's del centro de Hermosillo que dejó 23 personas muertas no fue únicamente resultado de una falla eléctrica, fue la consecuencia de cuatro años operando sin un Programa Interno de Protección Civil vigente, sin simulacros, sin rutas de evacuación y con un transformador particular sin mantenimiento documentado.
La tienda no contaba con condiciones mínimas para proteger la vida en caso de emergencia.
Plan perdió vigencia en 2021 por incumplimientos
El Programa Interno de Protección Civil de la tienda dejó de tener vigencia desde 2021, lo que derivó en que la operación continuara sin actualización del análisis de riesgo, sin acreditación de simulacros y sin constancia de mantenimiento del equipo contra incendios.
El reglamento estatal señala en su artículo 22 que estos programas deben revalidarse cada año para garantizar la preparación ante emergencias, de modo que la falta de revalidación dejó al establecimiento sin un plan formal de respuesta frente a un siniestro.
El secretario de Gobierno de Sonora, Adolfo Salazar Razo, confirmó que el plan fue rechazado en 2021 por incumplimientos.
Señaló que "Waldo’s carecía de un plan interno de Protección Civil ratificado por las autoridades locales (…) Fue autorizado en 2019 y revalidado en 2020, pero en 2021 la administración actual rechazó el proyecto por incumplimientos".
A pesar de ello, la tienda continuó abierta, sin correcciones y sin supervisión efectiva.
¿Qué limitaciones hubo para evacuar durante el incendio?
De acuerdo con las investigaciones iniciales, el fuego se originó en un transformador ubicado dentro del inmueble.
La Comisión Federal de Electricidad aclaró que "el transformador dentro del Waldo's no está vinculado a la infraestructura de la CFE", por lo que al tratarse de un equipo privado, la inspección y mantenimiento correspondían directamente a la empresa.
El reglamento estatal exige en el artículo 22, fracción VIII, la documentación de mantenimiento preventivo de equipos críticos, por lo que este descuido dejó un riesgo eléctrico sin control dentro del local.
Además, la ventilación insuficiente, la carga combustible derivada de la mercancía y la existencia de una sola ruta de salida, formaron un escenario cerrado en cuestión de minutos, según la investigación estatal.
El humo saturó el espacio antes de que las personas pudieran identificar una vía de escape, lo que explica por qué la inhalación de gases tóxicos fue la principal causa de muerte.
La tienda, ubicada en la calle Doctor Noriega, operaba con una sola entrada abierta al público, lo que limitó cualquier posibilidad de salida durante el incendio.
El Reglamento de la Ley de Protección Civil para el Estado de Sonora define la salida de emergencia como una "salida independiente de las de uso normal, que se emplea como parte de la ruta de evacuación en caso de emergencia", y al no existir una alternativa de escape, el humo se convirtió en un cerco mortal que atrapó a clientes y trabajadores.
La ausencia de simulacros también influyó en el desarrollo de la emergencia, pues las disposiciones de Protección Civil, en su artículo 23, establecen que estos ejercicios deben realizarse al menos dos veces al año para verificar la coordinación del personal y la respuesta ante un riesgo.
Al no tener práctica ni protocolos claros, la evacuación se volvió caótica, lo que redujo aún más las posibilidades de escapar en los primeros minutos del incendio.
Autoridades también incurren en responsabilidad
La tragedia del Waldo's de Sonora también expone omisiones institucionales, pues el reglamento en su artículo 26 obliga a la autoridad estatal a supervisar y dictaminar el cumplimiento de los programas internos, lo que incluye ordenar correcciones o suspender operación cuando un establecimiento se encuentra fuera de norma.
Si el rechazo de la revalidación fue notificado en 2021 y no se aplicaron medidas para corregirlo, la falla no fue únicamente privada.
El incendio en Waldo's también expuso un problema estructural en la gestión del riesgo en México. Orlando Magaña, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM, explicó que los Atlas de Riesgos y los programas de Protección Civil solo funcionan si se traducen en acciones concretas.
Señaló que, sin modificar la forma en que se construyen y supervisan los espacios urbanos y comerciales, los documentos quedan como trámites sin efecto real en la seguridad de las personas.
"La vulnerabilidad es el componente del riesgo que sí puede corregirse, pero eso requiere decisiones de fondo, no solo documentos", advirtió el investigador.
Lo ocurrido no fue impredecible. Estaba advertido en los expedientes y previsto en las normas de Protección Civil.
El incendio evidencia una cadena de decisiones aplazadas tanto de la empresa como de la supervisión pública, lo que permitió que un riesgo conocido se mantuviera vigente hasta volverse mortal.
ksh