Mientras familiares de personas desaparecidas realizaban misa en Catedral para pedir aparezcan sus seres queridos y que todos vivamos en paz, en la zona de los mercados, comerciantes recordaron también con oficio religioso a los 28 muertos que hace 13 años dejó una explosión de juegos pirotécnicos.
Los veracruzanos despidieron el año con misas por diversos motivos, pero también a ritmo del "Viejo" en las calles, y de la música chunchaca del grupo de Los Flamers, que año con año acude a tradicional café del centro histórico de la ciudad a cantar y hacer bailar a los parroquianos y turistas.
En la Catedral de Nuestra Señora de la Asunción, padres, hijos, hermanos y amigos de personas desaparecidas realizaron una procesión y misa en memoria de quienes les fueron arrancados de sus casas y que no han sido encontrados, ni vivos, ni muertos.
El vocero de la Diócesis Católica de Veracruz, Víctor Manuel Díaz Mendoza, expresó que hay que evitar el olvido y la indiferencia ante el sufrimiento de quienes no tienen al lado a su ser querido, "La Iglesia es madre y como madre está por ahí junto a ellos, no les puede devolver a sus hijos, pero sí les puede dar a Cristo que es consuelo, es fortaleza y es ayuda".
Las fiestas decembrinas hacen más difícil que las familias de las personas desaparecidas puedan encontrar la paz y tranquilidad.
Cerca de la Catedral en las calles de Madero y Rayón, comerciantes de los mercados del puerto, familiares de las víctimas de la explosión de cohetes del 31 de diciembre del 2002, oraron por el descanso de quienes perecieron quemados por la venta ilegal de explosivos tolerada por las autoridades municipales, y por lo que ningún exfuncionario ha sido castigado, y el entonces alcalde panista de Veracruz, José Ramón Gutiérrez de Velasco es hoy día diputado local plurinominal priista.
Este 31 de diciembre las calles de la zona metropolitana Veracruz-Boca del Río-Alvarado-Medellín fueron "invadidas" por quienes ataviados con ropa de mujeres y hombre, con pelucas y maquillados, salieron a bailar el "Viejo" y pedir limosna.
Los viejos despidieron el año a ritmo de la música ya tradicional del personaje que fue representado lo mismo por niños que por adolescentes y adultos.
"Una limosna para este pobre viejo, que ha dejado hijo para el año nuevo" fue el estribillo que se repitió una y otra vez, en esta tradición que data del siglo pasado y que naciera en los barrios del puerto de Veracruz.
Los contrastes entre los que rezaban por sus seres queridos muertos o desaparecidos y los que celebraban el fin de un año y el inicio del otro fueron evidentes en Veracruz.