En el corazón del centro histórico de Tampico, los aseadores de calzado ofrecen mucho más que un servicio. Aunque no figuran en las listas oficiales de atractivos turísticos, su presencia en las plazas de Armas y de la Libertad se ha convertido en parte del paisaje cotidiano de la ciudad porteña, y su labor es una experiencia que vale la pena vivir.
Más allá de la grasas, tintas y los cepillos, esto trabajadores ofrecen una buena plática, historias y orientación. Muchos de ellos llevan décadas en el oficio y eso los convierte en verdaderos cronistas urbanos. Han sido testigos de la evolución de Tampico, de sus cambios económicos, sociales y políticos. Esa experiencia les ha dado la capacidad de sostener charlas que van más allá del saludo y convertir una limpieza de calzado en un momento agradable lleno de información relevante.
Boleros se han ido preparando con el tiempo
Con frecuencia también cumplen el rol de guías turísticos. No es raro que los visitantes se acerquen a preguntar por lugares para comer, pasear o simplemente conocer más de la ciudad. José Luis Castro, uno de los 37 aseadores que trabajan en la zona, incluso compró un mapa para estar mejor preparado ante las consultas de los turistas. Quiere dar respuestas precisas, no olvidar calles y estar listo para orientar a quien lo necesite.

Temporada vacacional insuficiente para los boleros
Sin embargo, a pesar de su valor cultural y humano, enfrentan tiempos complicados. Ni siquiera la temporada vacacional de verano ha traído el repunte de trabajo que esperaban. Sergio Baltazar, con casi 40 años en este oficio, reconoce que el turismo no es su fuerte en estas fechas. La mayoría de los visitantes usa sandalias o tenis, y quienes llevan zapatos muchas veces no se detienen a cuidar esos detalles que, como él dice, dicen mucho de una buena presentación.

Por ejemplo, el domingo, que debería ser uno de los días más activos en el centro, Sergio solo atendió a dos personas en toda su jornada. Aun así, él y sus compañeros se mantienen firmes, resistiendo frente a la comodidad de los artículos de limpieza caseros y el dominio de los zapatos deportivos.
Un llamado a mantener la tradición
Por eso hacen un llamado a la comunidad y a los turistas a vivir esta experiencia. Visitar el centro, sentarse en una de sus sillas, charlar, mirar el entorno y salir con el calzado reluciente, pues detrás de ese brillo hay un oficio que sostiene familias y una tradición que también es parte de la identidad tampiqueña.
JETL