En 1997 nació el Centro de Formación de Actores para la Televisión (Cefat) de Tv Azteca, que hoy encabeza Raúl Quintanilla; a lo largo de los años, el director y su equipo han buscado innovar para atender las demandas actuales, de ese trabajo ha surgido un proceso de comunicación aplicable para los jóvenes que quieren entrar a la industria, pero también para las personas que desea desenvolverse mejor, pues la base es la personalidad y ésta es el gran desarrollo de los seres humanos.
“Lo que ha cambiado es toda la metodología y todos los sistemas de estudio; si se habla de una metodología que permanece marcando una gran tradición está usted frente a un centro de investigación o un centro de desarrollo, pero si usted quiere hacer un centro de formación tiene que responder a los intereses nuevos de la sociedad, a los sentimientos nuevos, a las formas de pensar contrastantes que tienen la juventud que se quiere formar y la que tiene el hombre maduro o la mujer madura para actualizarse”, dice a M2.
Y añade: “La educación tiene tiempo, un límite, inclusive en las cosas que no se pueden cambiar, como la igualdad de conocimientos que hay que provocar en las personas para que todos sepamos que la ‘a’ es ‘a’; esa misma base de igualdad de conocimientos tiene que manejar procesos de comunicación completamente diferentes en cada época para que sea atractiva para un ser humano”.
Materia prima
Cuestionado sobre cómo visualiza a la actuación, menciona que es una forma de pensamiento, frase clave dentro del Azteca Cefat; agrega que la materia prima del actor, ya sea en teatro, cine o en televisión, es la personalidad y, a su vez, ésta es un proceso de actuación constante con los demás.,
“Lo que hay que explotar es la personalidad y la personalidad se basa en cuatro cosas que deben ser fundamentales, empezando con una gran presencia, que te permita de alguna manera saberte distinto a los demás y no hablo de belleza, la presencia es una cualidad magnética, la forma en que uno se establece, lo que hace que uno voltee a ver a un ser humano y lo vea interesante”, explica.
Su lista continúa con el manejo de un lenguaje perfectamente estructurado, para comunicar cosas que los demás no espera y que llevan a un principio de admiración por el otro; la tercera característica es la capacidad de sorprender a los demás, y la cuarta es un ser humano con gran consistencia, que logre que las personas imaginen cosas cuando él accione, hable o proponga.
Hoy, los actores enfrentan una gran competencia y no solo entre connacionales, sino con figuras que pueden venir desde Singapur por el mismo puesto, algo impensable en los 70; por ello, enseñan a tener la capacidad de argumentar y poder hacer una exhibición de personalidad que los diferencie del resto, algo aplicable para otras carreras, tanto que ha decido ofrecer cursos para cualquiera que desee expresarse mejor.
“Esto lo puede aprender un señor de 80 años que desean conocer algo nuevo; una persona de 40 que está harta de frustrarse porque pierde posibilidades y posiciones por no saber decir la palabra adecuada en el momento justo, o alguien de 20 que está harto de ser tímido, solo por poner un ejemplo. Cualquiera ser humano que desee entender y conocer mejor su naturaleza”, señala.