Espectáculos

Cuando el rock se peleaba consigo mismo: las batallas más icónicas del género

Egos, amenazas, peleas físicas y legales también forman parte de la historia gracias a bandas icónicas del rock and roll.

El rock and roll no solo se nutrió de guitarras estridentes, himnos coreados en estadios y excesos de carretera. También creció a golpe de egos, choques de temperamento y discusiones que marcaron la historia tanto como los discos. Detrás del mito de la hermandad entre músicos se esconde una verdad incómoda: en muchos casos, la música que cambió al mundo nació entre disputas violentas y amistades hechas trizas.

Los Rolling Stones y la furia contenida de Charlie Watts

Uno de los relatos más célebres del rock gira en torno a los Rolling Stones, en particular entre Mick Jagger y Charlie Watts. A mediados de los años ochenta, Jagger atravesaba una etapa de narcisismo desbordado y, en una noche de exceso, llamó a su baterista “mi baterista” con tono despectivo. El estoico Watts, conocido por su elegancia y silencio, bajó de su habitación de hotel impecablemente vestido con traje, golpeó a Jagger en el rostro y le espetó: “No me vuelvas a llamar tu baterista. Tú eres mi cantante”. La anécdota quedó como prueba de que, incluso en la banda más longeva del rock, la convivencia podía prenderse fuego en cuestión de segundos.


Bowie: un ojo para la eternidad

No todas las peleas se dieron entre músicos ni en estadios. A veces la violencia llegó en la adolescencia, antes de que la fama lo cubriera todo. David Bowie, siendo aún David Robert Jones, protagonizó una disputa escolar por una chica. Su amigo George Underwood lo golpeó en el ojo izquierdo, dañándole el nervio. El resultado fue una anisocoria permanente —la pupila dilatada— que le dio ese aspecto de tener dos ojos de distinto color. Lo que en cualquier otra biografía habría sido un accidente trágico, en Bowie se transformó en marca visual: un signo de rareza y magnetismo que acompañaría su estética camaleónica. Una pelea de patio escolar se convirtió, sin proponérselo, en un símbolo eterno del rock.

Michael Hutchence: entre golpes y destino

Algo parecido ocurrió con Michael Hutchence, futuro líder de INXS. En su adolescencia, en una escuela australiana, protagonizó una pelea en la que fue rescatado por su compañero Tim Farriss. Aquella alianza, que comenzó en un terreno de juego hostil, derivó en amistad y posteriormente en música. Farriss introdujo a Hutchence en el círculo de lo que terminaría siendo INXS, una de las bandas más importantes de los ochenta y noventa. Una escena escolar de violencia terminó siendo el germen de un proyecto que llenaría estadios y definiría una era.

The Eagles: playa, cocaína y un adiós inevitable

Las tensiones entre Don Henley, Glenn Frey y compañía son legendarias. La imagen idílica de una banda que regaló himnos como Hotel California se desmorona al recordar el episodio de 1980 en Long Beach, California. Durante un concierto benéfico, Henley y Frey se enfrascaron en insultos a plena vista del público, prometiéndose “romperse la cara” una vez bajaran del escenario. Los músicos tocaron las últimas canciones en un estado de guerra fría que terminó por sellar la ruptura del grupo durante más de una década. En su caso, la playa no fue un paraíso: fue un campo de batalla.

Poison: golpes bajo las luces

Si en los setenta el rock se jugaba en playas y hoteles, en los ochenta la tensión explotaba directamente en el escenario. Poison, representantes máximos del glam metal, vivieron una noche de caos en 1991 durante los premios MTV. Una discusión entre Bret Michaels y C.C. DeVille escaló hasta los puños mientras aún había público mirando. El guitarrista fue despedido poco después, y aunque regresaría años más tarde, la pelea quedó como emblema de lo que ocurre cuando el maquillaje no logra cubrir las heridas internas.

Oasis: hermanos contra hermanos

No se puede hablar de peleas icónicas sin mencionar a los Gallagher. Noel y Liam convirtieron su enemistad en combustible para la creación, pero también en dinamita para la convivencia. Su última gran disputa, en 2009, ocurrió minutos antes de un concierto en París. Guitarras rotas, insultos y el portazo definitivo marcaron el fin de Oasis. Fue un cierre tan anunciado como inevitable: dos fuerzas que se necesitaban y se repelían en igual medida.

Pink Floyd: un imperio fracturado

Las tensiones no siempre se resolvieron con golpes. En Pink Floyd, la guerra fue más sutil, pero igual de devastadora. Roger Waters y David Gilmour pelearon durante años por el control creativo de la banda. Sus disputas desembocaron en batallas legales que dividieron a los fans y sellaron la distancia entre ambos. Aquí no hubo sangre, pero sí un desgarro emocional que acompañó a generaciones enteras.

Las peleas en el rock no son un mero chisme de camerino. Son, en cierto sentido, el reverso lógico de la energía que estas bandas proyectan en sus canciones. El rock nació como un lenguaje de rebeldía y confrontación. Lo que ocurría fuera del escenario era, muchas veces, la continuación natural de lo que se gritaba sobre él.

Paradójicamente, muchos de estos enfrentamientos terminaron por consolidar el mito. La cachetada de Charlie Watts convirtió en leyenda su estoicismo. El ojo de Bowie se volvió un símbolo de diferencia. La defensa de Hutchence marcó el inicio de INXS. Las amenazas de The Eagles simbolizaron la decadencia de los setenta. Oasis, en su guerra de hermanos, dio forma a una narrativa shakesperiana de gloria y caída.

Tal vez el rock nunca buscó ser un refugio de paz. Quizá su poder residía justamente en esa capacidad de transformarse en campo de batalla: donde las guitarras eran armas, las letras, manifiestos, y las peleas —a veces ridículas, a veces feroces— una metáfora de lo difícil que es crear algo eterno entre seres humanos demasiado humanos.


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Carlos Garza
  • Carlos Garza
  • Productor, creador de contenidos y locutor con 35 años al aire. Desde 1990 ha dado voz a innumerables entrevistas con artistas internacionales y ha impulsado proyectos de radio en México y Estados Unidos. Su trayectoria combina experiencia, técnica y una inquebrantable pasión por la comunicación.
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