En el silencio que deja una derrota sin consuelo, la italiana Martina Colmegna apagó el último aliento tricolor en el Querétaro Open presentado por Mexcovery. Con una actuación implacable, derrotó a la potosina Ana Sofía Sánchez por un doble 6-0, en un partido que duró apenas una hora, pero que pesará mucho más en la memoria.
Fue un duelo de una sola voz. Colmegna, de 28 años, impuso su ritmo desde el primer intercambio: tres rompimientos por set, un juego limpio y casi quirúrgico. Ana Sofía tuvo cinco oportunidades para romper el servicio rival, pero todas se esfumaron, como se disuelve la confianza cuando nada sale bien. En el segundo parcial, la historia se volvió más dura todavía: sin un solo punto ganado con el segundo servicio, la mexicana se quedó sin recursos frente a la consistencia italiana.
"Estoy muy feliz por este partido. México me encanta, la gente es muy linda, muy hospitalaria. Estoy emocionada de estar aquí", dijo Colmegna, con una sonrisa sencilla, como quien no termina de creer la magnitud de lo que acaba de lograr.
Especialista en dobles, con 21 títulos en esa categoría, Colmegna suma ahora una nueva página a su discreta pero constante carrera. Este año fue finalista en Antalya y llegó a cuartos de final en Río de Janeiro; ahora, Querétaro se le abre como un territorio fértil donde su tenis floreció con autoridad.
Para Ana Sofía Sánchez, la derrota duele más por lo simbólico: era la última mexicana en el cuadro principal. Venía de una buena racha, con títulos ITF en República Checa y República Dominicana, además de su reciente convocatoria al equipo nacional para la Billie Jean King Cup. Pero el tenis, tan caprichoso, no perdona los días en que la mente y el cuerpo no dialogan.
Colmegna se enfrentará ahora a una compatriota —entre Jessica Pieri y Diletta Cherubini— en un duelo que promete más equilibrio, aunque difícilmente más contundencia que la mostrada ante Sánchez.
La noche queretana cayó con el eco de una derrota total, pero también con el reconocimiento tácito a una jugadora italiana que, sin estridencias, supo recordar que el tenis, a veces, es pura precisión y silencio.
RGS
