La anécdota fue contada por Mauricio Sulaimán, presidente del Consejo Mundial de Boxeo, quien no solo la recuerda como un capítulo de amor familiar, sino como un ejemplo del valor que tenía antes el acto de escribir una carta.
En tiempos donde basta deslizar un dedo para cortar una relación, la escena resulta poderosa: una joven escribe a mano su despedida, y un hombre enamorado asegura que llegue a destino. No había pantallas ni ‘chats eliminados’. Había decisiones. Había tiempos. Había letras con peso.
“Mi papá le pidió a mi mamá que fueran novios y mi mamá tenía otro novio. ‘Está en la capital y yo no puedo ser tu novia si tengo novio’”. Contó muy efusivo, Mauricio Sulaiman.
Una carta, un amor y toda una vida: Mauricio Sulaimán revive el valor de escribir con el corazón.
— La Afición (@laaficion) June 10, 2025
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Entonces don José Sulaimán, su futuro esposo, le propuso algo claro y frontal: “Bueno, pues escríbele una carta”. Ella la escribió. Y él mismo, José, fue a meterla al correo para asegurarse de que esa historia terminara y la suya juntos pudiera comenzar”. Soltó una carcajada.
La carta no era solo un medio. Era un acto emocional, deliberado, íntimo. Una declaración que no se podía mandar sin pensar, sin sentir.
“Es parte de la historia de todos nosotros —dijo—. Si platican ustedes con sus papás, con gente no de los jovencitos, van a encontrar una gran cantidad de historias donde la carta, el correo, tiene que ver con nuestra vida del día a día”.

Hoy el buzón de casa acumula cuentas, folletos y polvo. Pero antes fue un cofre de secretos, de emociones, de esperas. Las cartas sostenían amores a distancia, perdonaban errores, cerraban ciclos. Un sobre podía contener el inicio de una nueva vida. Como en el caso de José y Marta Sulaimán.
Ese episodio —relatado con ternura y admiración por Mauricio— nos recuerda una verdad cada vez más olvidada: no todo lo valioso es instantáneo.
¿A quién le escribirías hoy?
El correo tradicional puede parecer obsoleto, pero el acto de escribir de puño y letra tiene un poder simbólico que ninguna aplicación ha logrado igualar. En una carta hay pausas. Hay cuerpo. Hay emoción. Por ello, La Barbie Juárez propuso en una rueda de prensa, realizar una campaña en la que los aficionados puedan escribirle a un campeón, aunque ya haya trascendido a otro plano. Propuesta que el Consejo Mundial de Boxeo, trabajará junto con correos de México.

Quizá por eso la historia de Mauricio Sulaimán no es solo la crónica de un romance, sino también una invitación. A reconectar. A escribir con calma. A volver al gesto de decir lo que importa… pero con tinta.
Porque a veces, como en el caso de sus padres, una carta puede ser el punto final de una historia, pero también el primer trazo de una vida entera.
ASCG