El boxeador que se sube al ring no está solo. Jamás lo está. Por cada golpe que lanza y cada uno que resiste, hay un ejército detrás que entrena, cuida, analiza, mide y hasta lo regaña. Isaac Pitbull Cruz no es la excepción. Aunque tenga el corazón de guerrero callejero, su maquinaria está finamente afinada por un grupo de expertos que no sólo conocen de box, sino de sacrificio, técnica y cuerpo humano. Son el equipo multidisciplinario que hace que el Pitbull llegue afilado a cada pelea.
El manoplero: el que le pone las alas al fuego
David Dávila Morales es el encargado de la velocidad. De que Isaac no sólo golpee fuerte, sino que lo haga más rápido que el parpadeo de su rival. “Siempre trae un montón de pila. Nosotros podemos llegar bajoneados y él nos levanta”, dice con orgullo. David dejó otro gimnasio por seguir a Isaac y no se arrepiente ni un segundo: “Fue la mejor decisión que pude tomar en mi vida. He crecido mucho, he aprendido más, y vamos por más con este boxeador de alto nivel”.
De todas las giras, los campamentos, los desvelos y las ausencias familiares, no se queja. “Todo lo disfruto. Isaac es una gran motivación. Siempre está abierto a aprender, y eso no lo ves seguido en alguien que ya está en la élite”.
El doctor: el que previene el nocaut invisible
José Luis Piedra Cruz Carreto no tiene vendas en los puños, pero sus manos pueden salvar carreras. Es el médico del equipo y carga con una responsabilidad de campeonato: “Evitar que se enferme, que se lesione, y que no tome algo que lo meta en problemas de dopaje”. Así, sin anestesia.
“Todo lo que se vaya a tomar, aunque sea una pastilla con dulce, nos tiene que avisar. Nuestra responsabilidad es mantenerlo limpio”, sentencia el doctor, quien sabe que una mala decisión médica puede costar una pelea, una suspensión o incluso la reputación de su boxeador. Isaac, asegura, está completamente controlado: disciplinado, enfocado y comprometido con su salud.
El fisioterapeuta: el que hace del dolor una anécdota
David Solís Urán, el fisio del equipo, no da tregua: trabaja antes, durante y después. “Lo que hacemos es evitar que se lesione, no esperarnos a que ya esté lastimado para atenderlo”. Su zona de batalla son los músculos, las articulaciones y los signos silenciosos de fatiga. “En esta preparación evitamos completamente las lesiones por fatiga. Ha sido muy diferente a otras”, comenta con una mezcla de orgullo y alivio.
El tipo no sólo trabaja con boxeadores. También lo hace con futbolistas profesionales, incluso con la Kings League. “Lo que más me gusta de mi trabajo es ver los resultados previos y posteriores a una competencia. Que el cuerpo hable sin decir una sola palabra”.
El metodólogo: el arquitecto del esfuerzo
Emanuel Novas es un nerd del entrenamiento, y lo dice con todo el respeto que el cuerpo humano merece. Es el metodólogo del deporte y su tarea es que Isaac llegue al día de la pelea con la energía exacta, el músculo preciso y la cabeza fría. “Yo organizo las cargas con los especialistas: desde el fisioterapeuta hasta el de capacidades coordinativas. Creamos objetivos, métodos y ajustes para llegar al punto óptimo”.
Y tiene claro que sin un atleta comprometido, todo se cae: “El entrenador puede dar el 50 por ciento, pero el otro 50 por ciento tiene que venir del atleta. Isaac es de esos que da el 100 por ciento”.
El músculo invisible del boxeo
Todos ellos, a su modo, pelean. Desde la esquina silenciosa de la ciencia, la medicina, la estrategia y la técnica. Sin reflector, sin medalla, sin himno. Son el músculo invisible de un boxeador que hace visible el resultado.
Isaac Cruz es un boxeador salvaje, eléctrico, implacable. Pero también es un proyecto construido con paciencia, disciplina y método. Porque detrás de cada Pitbull hay una jauría que lo alimenta, lo cuida y lo mantiene listo para morder.
FCM