En la historia del béisbol mexicano, pocos escenarios han sido tan peculiares como el Parque Alijadores de Tampico. Inaugurado el 16 de octubre de 1927 sobre la Isleta Pérez, este campo de madera para siete mil espectadores no solo albergó partidos memorables, sino que se convirtió en leyenda por un detalle inédito: sus jardines eran atravesados por vías de ferrocarril.
De las tablas al concreto y la gloria de 1975
El parque vio pasar décadas de béisbol profesional desde que los Alijadores de Tampico ingresaron a la Liga Mexicana en 1937, logrando un bicampeonato en 1945 y 1946. Sin embargo, en 1955 tres huracanes —Gladys, Hilda y Janet— dañaron severamente la estructura, obligando a su reconstrucción parcial en concreto.

Su remodelación total llegó en 1971, cuando el equipo regresó a la Liga Mexicana. El nuevo graderío, conocido como “El Camello” por su peculiar diseño, se convirtió en el escenario del tercer campeonato de los Alijadores en 1975.
Aquella temporada fue marcada por la dupla imbatible de Héctor Espino y el estadounidense Joe Pactwa, quien brilló tanto en el montículo como con el bat, ganándose el apodo del “Babe Ruth de Tampico”.

La temporada que nadie olvidará: a 50 años del campeonato de Alijadores de Tampico
Ese año, dirigidos por Benjamín “Papelero” Valenzuela, los Alijadores superaron en playoffs a Torreón y Monterrey antes de enfrentar a los Cafeteros de Córdoba en la final. Contra todo pronóstico, se llevaron la serie en cinco juegos, ganando los tres decisivos en casa ante un parque repleto y miles de aficionados que se quedaron afuera.
La combinación de pitcheo sólido y bateo oportuno de Espino y Pactwa fue letal. Córdoba, favorito con figuras como Ramón Arano y Vicente “Huevo” Romo, no pudo contener el ímpetu jaibo. Aquella victoria del 28 de agosto de 1975 sigue siendo uno de los momentos más recordados del béisbol en Tamaulipas.

¿Paraba el partido? Cuando la locomotora cruzaba el diamante; así jugaban béisbol
En aquel parque de béisbol, el silbato más temido no era el del umpire… sino el de la locomotora.
Lo más peculiar de aquel parque no era su cancha ni sus gradas, sino el hecho de que sus jardines estaban atravesados por vías del tren que conectaban directamente con los muelles de carga. Cada vez que una locomotora debía cruzar, dos portones ubicados en los extremos —uno en el jardín izquierdo y otro en el derecho— se abrían, obligando a detener el partido.

El protocolo era simple: pasaba el tren, se cerraban los portones y el juego continuaba como si nada… o casi. Se cuenta que en más de una ocasión, los propios jugadores se subían a la locomotora mientras esta atravesaba el campo y descendían justo antes de que saliera por el otro extremo, como si fuera parte de la diversión y no una interrupción.

Aunque usted no lo crea: el estadio de Tampico reconocido por Ripley donde pasaba el tren
Este rincón del béisbol profesional en Tampico, un parque tan insólito que terminó ganándose un lugar en la famosa colección de rarezas de “Aunque Usted No lo Crea” de Ripley. No fue por un récord de home runs ni por la hazaña de un pitcher, sino por algo que ningún otro estadio en el mundo podía presumir: unas vías de tren que cruzaban sus jardines.
Cada vez que una locomotora debía pasar, el umpire no tenía más remedio que detener el juego. Fue esta singular rutina la que llevó a Ripley a reconocerlo como el único estadio profesional del mundo donde el béisbol y el ferrocarril compartían el mismo terreno de juego.
Aunque usted no lo crea, de Ripley.
— AnNie ♫♪ (@lindalinda25) May 6, 2020
En Tampico, los juegos de béisbol eran interrumpidos por un tren atravesaba el diamante de un campo. Parque Alijadores.#AunqueUstwdNoLoCrea pic.twitter.com/QuQnGu6Nsd
Un recuerdo que vive en la Isleta Pérez
Hoy, en la esquina de la calle Salvador Díaz Mirón y la avenida Monterrey, el espacio que albergó el Parque Alijadores forma parte del paseo Virgen del Carmen. Las bardas lucen murales con datos históricos que recuerdan lo que fue un templo del béisbol mexicano.

Con el 50 aniversario del campeonato de 1975 a la vuelta de la esquina, autoridades locales evalúan organizar una ceremonia para rendir homenaje a un equipo y un estadio que unieron a toda una ciudad… incluso cuando el tren interrumpía el juego.
