Cultura

La exposición 'Xochitempayo' reflexiona sobre la relación entre el ser humano y la Tierra

Arte

Está conformada por doce pinturas sobre madera de formato pequeño, donde líneas talladas y pigmentadas evocan la desigual distribución del territorio y los caminos que nos vinculan a lo terrestre desde los orígenes.

Del 8 de mayo al 27 de junio de 2025, la Galería Hilario Galguera Condesa presenta Xochitempayo, una exposición individual del artista mexicano Francisco Larios (Guaymas, Sonora, 1960), que reflexiona sobre la relación fundamental entre el ser humano y la Tierra a través de una propuesta visual íntima, espiritual y crítica. La muestra reúne doce pinturas sobre madera de formato pequeño, donde líneas talladas y pigmentadas evocan la desigual distribución del territorio y los caminos que nos vinculan a lo terrestre desde los orígenes.

En el centro de la sala, una obra de gran formato en acrílico sobre lienzo rompe con la escala contenida del resto de las piezas, abriendo paso a una dimensión cósmica que cuestiona nuestra interacción con el universo.

El título de la muestra, Xochitempayo, proviene del náhuatl y alude a un muro verde vertical que, en palabras del artista, simboliza la frontera entre lo sagrado y lo profano. Esta dualidad está presente en cada trazo y en el uso de hoja de oro, que subraya el valor vital de la tierra no sólo como espacio de ocupación, sino como fuente de vida. El proceso creativo de Larios parte de una profunda conciencia ecológica y espiritual, entendiendo sus obras como “objetos catalizadores de sensaciones capaces de evocar la cualidad del hombre de religarse a lo sagrado y de escaparse de la tangibilidad de sí mismo”.

“Guaymas, mi lugar de origen, influye totalmente. Ahí, en esa geografía, aprendí a mirar, a escuchar, a respirar, a contemplar. Guaymas está enclavada en una zona geográfica privilegiada: al oriente está la zona agrícola y ganadera, la serranía; al poniente está el Mar de Cortés, la pesca, los atardeceres, y más allá —con buen clima— se vislumbra Baja California. Sin duda, es desde ahí donde se originan todos estos jardines, por esta presencia tan cercana de las áreas agrícolas y los distritos de riego del Valle del Yaqui, el Valle del Mayo y del Valle de Hermosillo. Son áreas de cultivo extenso, con un entramado y trazado muy particular, muy tecnificado. Por otro lado, está la actividad propia del puerto de Guaymas: la pesca de altamar, las granjas acuícolas, zonas y áreas que también se siembran y cosechan. Así que esta idea del campo agrícola, parcelas, huertas y jardines, siempre la llevo conmigo. Vaya, en Sonora recuerdo que hasta las nubes ya se sembraban. Ahora esta imagen del jardín la observo desde el Templo Mayor”, comparte el artista.

Adentrarse en el trabajo de Francisco Larios es iniciar una meditación sobre nuestro planeta y la función que desempeñamos en él como humanidad. Su proceso de creación se nutre de una comprensión profunda de cómo afectamos el entorno, de nuestra propia identidad y de nuestra habilidad para replantearnos nuestro sitio en el universo.

En sus composiciones, las geometrías, ya sean simétricas o fracturadas, y los materiales orgánicos se convierten en huellas que rinden homenaje a la Tierra y proponen un regreso esencial a su cuidado. Las líneas que traza pueden recordar las divisiones de la tierra en sembradíos y, al mismo tiempo, nos llevan a reflexionar sobre la inequidad social y política en el reparto de estos espacios. Algunas de sus formas son equilibradas y simétricas, otras presentan irregularidades, pero todas reflejan la impronta de la actividad humana sobre la naturaleza.

En este contexto, los materiales, las trazas y los volúmenes se convierten en una suerte de homenaje a lo vital, una invitación a dirigir nuevamente nuestra mirada hacia la Tierra, a cuidarla y a comprenderla como un elemento esencial. Xochitempayo nos sitúa en un momento de contemplación crítica: entre la vida urbana y los recursos naturales, entre la producción desmedida y la necesidad de reconexión espiritual, entre lo tangible y lo trascendente.

En sus composiciones, las geometrías y los materiales orgánicos se convierten en huellas que rinden homenaje a la Tierra. (Foto: Especial)
En sus composiciones, las geometrías y los materiales orgánicos se convierten en huellas que rinden homenaje a la Tierra. (Foto: Especial)

“La importancia del uso de materiales pictóricos tradicionales en el arte persiste e incluso se revaloriza en un mundo ya dominado por lo digital y lo inmaterial. Los materiales pictóricos ofrecen una experiencia sensorial única: la textura de la tela, el olor de la pintura al óleo, la mezcla manual de colores, la degradación y oxidación de los metales, o la gestualidad del trazo generan una conexión física entre el artista y la obra. Esta experiencia, que solo te da la materia, es irreplicable en lo digital. Una pintura física tiene una existencia única, con imperfecciones, pinceladas visibles y huellas del proceso creativo, lo que le otorga un valor especial frente a la perfección impersonal de lo digital. El arte tradicional exige un ritmo más lento: contemplación, preservación y permanencia. Finalmente, el arte es un acto físico y requiere de lo material, lo que afecta su lectura y reafirma la importancia de lo tangible, de lo procesual y lo humano”, en palabras de Larios.

Muchas de sus propuestas artísticas hacen alusión a los jardines, esos ámbitos que, a lo largo de la historia, han proporcionado un espacio para la reflexión, la meditación y el encuentro personal. En esta exposición, el jardín se configura como una fortaleza natural que encarna la tensión entre lo espiritual y lo terrenal, convirtiéndose en un lugar privilegiado para imaginar, cuestionar y buscar trascendencia.

“El arte no solo debe ser estéticamente placentero, sino que debe provocar reflexión. Es un juego filosófico, de cuestionamiento. Creo que lo importante no es la belleza tradicional o la técnica, por más depurada que aparente ser, sino el significado, la interpretación y el diálogo que la obra pueda generar. Me interesa lograr que el público pueda descifrar y crear sus propias metáforas, establecer un diálogo donde yo también me pueda sorprender ante otras ideas”, comparte Larios

Coincido con Natalie Ganem, colaboradora de la muestra, cuando señala que, en medio de la vorágine de la vida moderna, marcada por avances tecnológicos y una creciente desconexión con nuestro entorno, las obras de Francisco Larios nos invitan a detenernos y reconsiderar nuestra relación con la Tierra. Nos recuerdan que nuestra conexión con la naturaleza es un acto tanto espiritual como físico, y que debemos valorar y proteger ese vínculo esencial para garantizar nuestro futuro. La reflexión que sus obras suscitan acerca del cuidado del planeta, así como el profundo sentido ecológico que impregna cada trazo y material elegido, resuena como un urgente llamado a la acción: no solo como espectadores, sino como participantes activos en la transformación de nuestra relación con el mundo natural.

Intersección entre arte y tecnología

Francisco Larios Osuna es un artista y creador multidisciplinario mexicano, nacido en 1960 en Guadalajara, Jalisco. Es reconocido principalmente por su trabajo en las artes visuales, donde ha abordado diferentes disciplinas, como la pintura, el dibujo y la escultura, y ha explorado la relación entre el ser humano, lo divino, la tecnología y la espiritualidad.

Larios es especialmente conocido por su incursión en las tecnologías digitales, siendo uno de los artistas pioneros en México en incorporar la computadora como herramienta principal en su proceso creativo. A fines de los años 80 y principios de los 90, comenzó a experimentar con las computadoras para crear imágenes digitales, una incursión que marcó un parteaguas en su obra y lo posicionó dentro de la vanguardia artística en el país.

A lo largo de su carrera, ha explorado cómo las tecnologías emergentes pueden servir como vehículos para explorar temas filosóficos, espirituales y existenciales. En sus primeros años, Larios se interesó profundamente por los avances tecnológicos y sus aplicaciones dentro del arte, buscando una integración entre lo humano y lo digital. Sus primeros trabajos de arte computarizado abren un diálogo con el mundo contemporáneo y la relación del hombre con las máquinas, haciendo una reflexión sobre el sufrimiento, la creación y la condición humana.

Su obra ha sido expuesta en diferentes países, incluidos México, Estados Unidos y Noruega, y ha sido bien recibida por su capacidad para fusionar tecnología y arte de manera innovadora. La exploración de los límites entre la obra física y digital, junto con sus representaciones filosóficas y espirituales, le ha permitido una larga trayectoria y reconocimiento internacional.

A lo largo de los años, Larios ha continuado siendo un pionero de la intersección entre el arte y la tecnología, creando un legado que sigue siendo relevante en la evolución del arte digital y contemporáneo en México y en el mundo.

PCL

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