Más Cultura

¿Vida en el nuevo sistema planetario Trappist?

Desmetáfora


El nuevo sistema solar está a tan solo 40 años luz de nosotros. Puesto que las primeras señales de radio salieron de la Tierra hace 120 años ya pasaron por Trappist. De modo que los trappistitas han estado escuchando nuestra radio por 80 años y en todo este tiempo, una respuesta ya pudo haber llegado hasta nosotros. Que no la registremos no quiere decir que no haya vida en alguna forma.

Si queremos hablar de vida en otros planetas, debemos comenzar por definirla. ¿Qué es la vida? Es una pregunta muy antigua con muchas respuestas, algunas de las cuales intentan ser lo suficientemente amplias como para enmarcar formas vitales aún por descubrir. El físico Erwin Schrödinger, en su libro con el mismo título que la pregunta que nos planteamos, ¿Qué es la vida?, sugería que la propiedad que define a los sistemas vivos es que se auto ensamblan en contra de la tendencia natural hacia el desorden. Con esto, Schrödinger ponía de relieve la segunda ley de la termodinámica que establece el ineludible incremento de entropía en sistemas cerrados, es decir, el constante incremento de desorden. Al tomar nutrientes y metabolizarlos, un sistema vivo se opone al aumento del caos. Los sistemas vivos se ordenan en contra de la tendencia universal hacia el desorden.

Sin embargo, esta definición significaría que los cristales que toman energía de su medio y se ordenan formado un arreglo geométrico de átomos, tendrían vida. Es por eso que, antes de formular el concepto a partir de la entropía, Erwin Schrödinger se anticipó diciendo:

¿Cuál es el rasgo característico de la vida? ¿Cuándo puede decirse que un pedazo de materia está viva? […] Cuando sigue haciendo algo, ya sea moviéndose, intercambiando material con el medio ambiente etc., y ello durante un periodo mucho más largo que el que esperaríamos que siguiera haciéndolo un pedazo de materia inanimada en circunstancias similares. Cuando un sistema no viviente es aislado, o colocado en un ambiente uniforme, todo el movimiento llega muy pronto a una paralización, como resultado de diversos tipos de fricción; las diferencias de potenciales eléctricos o químicos quedan igualadas, las sustancias que tienden a formar un compuesto químico lo hacen y la temperatura pasa a ser uniforme por la transmisión de calor. Después todo el sistema queda convertido en un montón muerto e inerte de materia. Se ha alcanzado un estado permanente, en el cual no ocurre suceso observable alguno. El físico llama a esto: estado de equilibrio termodinámico o de máxima entropía.

En el libro Hola, ¿hay alguien ahí afuera?, la autora alemana Dagmar Roehrlich empieza por la misma pregunta y en un párrafo resume la gran dificultad:

En nuestro cuerpo miles de diferentes células se ocupan de que podamos pensar, respirar, comer, beber, dormir y trabajar. Ni un solo átomo o molécula nace en nosotros ni muere en nosotros. Las moléculas no están vivas, en este nivel no existe el predicado de vida para ellas. Cada elemento es materia unida de manera accidental. No es sino hasta que cada átomo y cada molécula construyen una célula como una estructura ordenada y compleja que se forma un ser viviente. Por eso concluía el gran genetista británico (y excéntrico) John Burdon Sanderson Haldane: “la relación entre la materia viva y la materia muerta se encuentra en alguna parte entre las células y los átomos”.

Es muy difícil establecer el lugar de esta frontera.

El químico Gerald Joyce es conocido como autor de la definición de vida que adoptaría la NASA en la formulación de sus investigaciones espaciales. “Si esperamos identificar vida en otra parte del universo, debemos entender qué es lo que separa a las criaturas vivientes de la materia inanimada”.

Joyce comenta que en realidad fue en una discusión colectiva de un panel de NASA que se planteó la definición que establece que “vida es la que poseen aquellos sistemas químicos auto sostenidos y capaces de evolución darwiniana”.

Aun esta definición tiene sus altibajos. El mismo Gerald Joyce dice que según ésta, un virus no tiene vida porque aun siendo un sistema químico con desarrollo darwiniano, éste no es auto sostenido ya que el virus necesita del genoma de la célula huésped para evolucionar.

En una entrevista, este biotecnólogo, que ha logrado desarrollar en su laboratorio sistemas químicos capaces de evolución darwiniana, hace una reflexión que no podemos dejar de citar:

Lo que hace a la biología diferente de la química es que la biología tiene una historia. Esa historia inicia con el comienzo de la evolución y cada página del libro histórico es cada generación sucesiva y todos sus genotipos. La química no es así. La química no se registra a sí misma; solo sucede.

Algunos dicen que la evolución darwiniana por sí misma no es más que un sistema químico. Pero para mí, decir esto es raro porque una vez que el sistema es capaz de evolución darwiniana deja de ser solo un sistema químico. El sistema adquiere atributos históricos y por eso, por definición, es biológico.

Es una bella manera de expresar lo que, por lo menos vagamente, entendemos todos por vida. Más aún, parece evocar aspectos filosóficos profundos que servirían para reflexionar sobre otros muchos temas de la naturaleza: la transición entre los mundos físicos, químicos y biológicos, la historia como propiedad emergente de la complejidad, etcétera.

Actualmente, la mayoría de los científicos creemos que alguna forma de vida debe estar presente en varios lugares del Universo.

Se cuenta que en el verano de 1950, cuando el gran físico Enrico Fermi tuvo ocasión de visitar el laboratorio en Los Álamos, Nuevo México, planteó la pregunta: “¿Y dónde están?”, refiriéndose a los extraterrestres.

Enrico Fermi trabajaba para el proyecto Manhattan, en el que Estados Unidos se propuso construir la primera bomba atómica, y es uno de los científicos más conocidos por su trabajo en diversas áreas de la física.

Este es el origen de lo que hoy se conoce como la “Paradoja de Fermi”, que en muchas ocasiones se plantea como: “uno debería esperar que exista más vida inteligente en el Universo y sin embargo no la vemos: ¿dónde está?”

Los registros de aquella conversación dicen que no se concluyó nada significativo, excepto por el hecho de que la distancia al próximo lugar con seres vivos es muy grande y que, en lo que a nuestra galaxia se refiere, vivimos en una rama muy alejada del área metropolitana en el centro de la galaxia.

Esta conversación informal de Fermi ha sido rescatada y retomada por mucha gente. Entre otros por Carl Sagan, quien se encargó de hacerla famosa. En ese sentido, a Carl Sagan le gustaba decir: “A veces creo que hay vida en otros planetas, y a veces creo que no. En cualquiera de los dos casos la conclusión es asombrosa”.

Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.