En la sala de su casa, Elena Poniatowska me habla de su nueva novela: Dos veces única, en la que aborda la vida de Guadalupe Marín Preciado (Ciudad Guzmán, 1895), quien, armada de temeridad y belleza, logró seducir y casarse con Diego Rivera en julio de 1922. Era una morena de labios gruesos y ojos verdes, una mujer alta, temperamental, polémica, que después de divorciarse del célebre muralista, se casó en 1928 con Jorge Cuesta, el poeta y crítico que en 1942 terminaría ahorcándose en un manicomio de la ciudad de México.
Tuvo tres hijos: Lupe y Ruth Rivera y Antonio Cuesta, a quienes hizo la vida imposible, sobre todo al último, a quien rechazó desde el mismo día de su nacimiento.
Lupe Marín no terminó la primaria, pero escribió dos novelas: La única y El día del Grito, que son ajustes de cuentas, catálogos de rabia y rencor.
Ella –dice Carlos Monsiváis–, "en la Ciudad de México, todavía reducida y moralista, encarnó la rebeldía sin pretensiones ideológicas, la irreverencia que es un nuevo sistema valorativo, la maledicencia como la vía más corta al juicio casi siempre exacto".
Con las voces de la propia Lupe, de sus hijos y nietos, Poniatowska ha escrito una novela coral que va de los años 20 hasta la muerte de Lupe Marín, el 16 de septiembre de 1981. Una novela que revela la intensa vida cultural de México durante poco más de tres décadas.
¿Cómo nace tu interés por Lupe Marín?
En una reunión en la casa de Juan Soriano, en Melchor Ocampo, una noche estábamos Soriano, su compañero Juan de Mesa, Elena Garro, su hija Helena Paz (La Chata), Lupe Marín, yo y otras gentes que no recuerdo. De pronto alguien preguntó una idiotez: que de las que estábamos ahí, quién tenía las piernas más bonitas. Cuando dijeron que Lupe, la Chata comenzó a gritar:
–¡Es mi mamá! ¡Miren las piernas de mi mamá! (Elena Garro en verdad tenía unas piernas muy bonitas, como las de Marlene Dietrich, podría haberlas asegurado en un banco.)
Cuando no le dieron la razón, La Chata se puso como loca y siguió gritando.
Entonces Lupe, alta, con mucha autoridad, enojada, le dijo:
–Ya cállate, niña. Tranquilízate, o te echo a la calle.
Tenía una voz poderosa. Era muy alta, morena, con ojos de sulfato de cobre, entre verdes y azules; tenía la boca grande, fuerte, muy bella. Tenía unas manos maravillosas. Toda ella emanaba una fuerza extraordinaria.
Me impresionó, me pareció original, segura de sí misma. La había visto otras veces y cuando le pedí una entrevista me dijo que claro, que fuera a verla a su casa.
La vi también cuando murió Diego Rivera, hice un artículo con fotos que se publicó en Novedades. De ahí salieron entrevistas con sus hijas, Ruth y Lupe Rivera. Las tres me parecían la esencia de la mexicanidad, tenían algo especial.
¿Qué imagen te queda de Lupe Marín al terminar esta historia?
Me da una impresión tremenda de desamor. Se ve que la fama de Diego los rebasó a todos. Por eso creo que mientras más rápido te alejes de la celebridad, entre menos creas en ella, entre menos la busques, es mejor.
¿Lupe era realmente una celebridad?
En la ciudad de México sí lo era. Por haber sido la mujer de Diego Rivera y Jorge Cuesta, por las historias que se contaban de ella, por sus respuestas y desplantes. Sedujo a los Contemporáneos, que la buscaban a ella, no a Diego.
A su alrededor se forma una familia con muchos problemas.
Lo malo es que todo lo que cuento en la novela es verdad, y mi reacción al ver algo así es decir: qué bueno que no soy famosa ni célebre.
Pero lo eres.
Ay, no. No lo soy ni lo busco. Diego siempre caminaba rodeado de periodistas, lo seguían como moscas. Esto le gustaba y era amable con ellos. Era una vedette, una estrella.
¿Qué piensas de una mamá como Lupe Marín?
Una mamá dominante hace mucho daño. Una mamá que no te da libertad, que al contrario te pone tantas reglas, te castra por el resto de tu vida.
Sus hijas no la querían, solo le tenían miedo.
Tener una mamá que es tu rival porque es más guapa, más inteligente y atrevida que tú, ya de por sí es difícil. Si además es rechazante, ha de ser tremendo vivir con ella.
En la novela, Lupe Rivera dice que ella y Ruth la pasaron mal, pero que su medio hermano Antonio tuvo una vida de perros.
Sí, él sufrió mucho. A veces venía a visitarme, era altísimo, con el bigote caído y unos ojos de lo más penetrante. Siempre me traía algo de lo que él hacía –bodegones tipo Frida Kahlo, artesanías horribles, como códices– para que yo se lo vendiera entre mis conocidos.
¿Nunca te habló de su mamá?
No, porque no la quería. Además, nunca le pregunté nada. Me daba mucha tristeza, Lupe siempre lo trató muy mal y se crió muy solo.
¿Fue difícil hacer "Dos veces única"? ¿Es difícil hacer este tipo de libros?
Sí, porque a veces los descendientes se enojan. Por eso yo le enseñé la novela a quien la quiso leer, que fueron Lupe Rivera y Juan Coronel, hijo de Ruth Rivera y Rafael Coronel.
Además los entrevistaste para el libro.
Recuperé entrevistas que le había hecho a Lupe Marín, a Ruth y Lupe Rivera, y entrevisté a los nietos. Eso me gusta mucho: la presencia de los nietos, cómo ven a su abuela y cómo era ésta con ellos, cómo los cuida y se vuelve algo benéfico.
Aunque para los hijos de Ruth —Ruth María y Pedro Diego— no tanto. En una parte de la novela Ruth María la llama "maldita vieja".
Pero Lupe sí la quería.
Ruth María termina como policía en la época de Arturo Durazo Moreno.
Sí, imagínate. Lola Olmedo fue la que la metió a ese mundo.
De los nietos, ¿con quién tuviste mayor cercanía?
Con Diego Julián López Rivera, el cineasta, y con Juan Pablo Gómez Rivera, el mayor, con ellos me identifiqué. También con Ruth María, venía a la casa y hablaba así, con las palabras cabalgando unas encima de otras. Ella me trajo muchas fotos de su abuela, cuando supe que se había muerto (en 2007), me dolió mucho. Creo que las fotos que me dio me impulsaron a hacer la novela, me decían: haz algo por esta niña que tuvo una vida tan triste, hazle saber a la gente que ella existió.
¿Qué te dijo Lupe Rivera sobre la novela?
Me dijo que le gustó, aunque siento que es un libro duro, fuerte, y creo que ella siente lo mismo.
Para este libro leíste las novelas que escribió Lupe Marín, ¿qué piensas de ella como autora?
Que no sabía escribir, pero tenía una gran fuerza. Disfrazaba muy mal todo. En La única, cambia los nombres –ella se puso "Marcela"– pero no las situaciones. Pero es interesante, me sirvió mucho leerla como también Un día patrio, que transcurre el día del Grito. Y fíjate, ella murió precisamente el 16 de septiembre de 1981.
¿Cómo era el México de Lupe Marín?
Fascinante. Era como un panal de miel para los extranjeros, que preferían a México en vez de cualquier otro país. Incluso se pensó que México iba a sustituir a París, que la meca de la cultura estaba en México. Vinieron muchos europeos, gringos. México era un imán, un hervidero.
En el México actual, ¿hay personajes como Lupe Marín?
Que se afirmen de esa manera, con sus desplantes y provocaciones, no los hay, no que yo sepa.
Estudió hasta el tercero o cuarto de primaria.
Sí, aunque podría decirse que en realidad no estudió. Es única.
¿Qué te deja haber escrito esta novela?
Con ella clausuro una época, un círculo. México aparece en todas mis novelas, pero ahora ya no lo voy a hacer. Ya he clausurado eso.