Un esqueleto colosal emergió de la tierra, como un mensajero del pasado: un mamut hembra de casi tres metros de altura, bautizado “Nochipa” —“eterna” en náhuatl— que vivió hace unos 13 mil años en lo que hoy es el sitio del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) en Santa Lucía, en Zumpango, Estado de México.
En un esfuerzo interdisciplinario, expertas de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) de México, en colaboración con investigadores del INAH, han iniciado su preservación. A través de entrevistas exclusivas con la restauradora Isabel Medina-González, y la investigadora del INAH, Felisa Aguilar Arellano, ellas hablan a MILENIO del meticuloso proceso que mantiene viva esta "cápsula del tiempo", fusionando ciencia, educación y sensibilización pública.
Dentro de los fósiles recuperados durante el salvamento que se realizó durante la construcción del aeropuerto, Felipe Ángeles, destaca una de las piezas icónicas, uno de los ejemplares de mamut con un alto porcentaje de sus piezas originales fosilizadas, y que, desde mayo de 2023, se le asignó un nombre Nochipa, eterna, sostiene la arqueóloga.
Detalla la responsable del Centro de Investigación Paleontológica Quinametzin (CIPAQ) e investigadora del INAH, que, tras estudios realizados por Ángel Alejandro Ramírez Velasco, especialista en enfermedades fósiles, ahora se cuenta con evidencias científicas que este mamut colombino de Santa Lucía, tenía osteoartritis y columna desviada, dientes mal desarrollados, presentando dolores en la columna y en las patas delanteras y la parta trasera izquierda, detalla la paleontóloga.
Sus últimos días, añade, los pasó en el antiguo lago de Xaltocan, enterrando parte de sus patas traseras en el fondo fangoso, eso se infiere por la posición del esqueleto en campo en donde se encontró.
No obstante, precisa Aguilar Arellano, Nochipa, hembra de 43 años, después de morir fue alimento de algunos animales, debido a que presenta evidencia de mordisqueo por búsqueda del tuétano en el hueso del hombro derecho.
Este intercambio interdisciplinario es clave: "ya que fue muy interesante para nosotros como restauradores este diálogo que se hace con los paleontólogos, porque nos permite entender el valor y el potencial de investigación", reflexiona Isabel Medina-González, responsable de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM).
Recuperado en 2023 durante obras de infraestructura militar, este fósil casi completo, con un alto porcentaje de piezas originales, no es sólo un tesoro paleontológico, sino un patrimonio nacional que enfrenta el polvo, las fluctuaciones climáticas y el roce de miles de visitantes.
Diagnóstico inicial
El proceso de restauración y limpieza de Nochipa, arrancó con un diagnóstico exhaustivo, esencial para crear un “expediente cero” que sirviera de base para monitoreos futuros.
Medina-González explica que hicieron una evaluación de cada una de las piezas de los elementos óseos de esta osamenta, con fotografías para luego generar un diagnóstico de alteraciones con un glosario y una simbología que les permitiera registrar las alteraciones que estaban presentes, de manera que pudieran creará un registro, un expediente de este ejemplar para posteriores monitoreos de su estado de conservación.
Dado el tamaño imponente, equivalente a un edificio pequeño, se requirieron andamios y apoyo del personal militar, argumenta.
“Fue necesario que los propios trabajadores del museo nos ayudaran a colocar un andamio. Tuvimos la oportunidad de que alumnos pudieran hacer tareas de diagnóstico y mantenimiento a Nochipa y, a otro fragmento de un miembro en exhibición que también está ahí en la base militar de Santa Lucía”.
La conservación es preventiva, no reactiva. Se priorizó una limpieza suave para eliminar polvo acumulado por la exposición abierta.
“La limpieza fue mecánica con instrumentos que no causan ningún tipo de daño, brochas, perillas de aire, aspiradoras con un control específico para eliminar todos los restos de polvo y sustancias que se van depositando”, describe Medina-González.
Además, se midieron temperaturas y humedades ambientales y óseas, debido a que los cambios de temperatura podrían ocasionar alteraciones.
Aguilar enfatiza la importancia de la planificación: “Lo mejor es tener unos procesos de conservación preventivos y no llegar hasta el momento que implique una atención de reparación. Tratamos de establecer protocolos que nos permitan prevenir”, insiste Medina-González.
Los trabajos de limpieza y restauración se hicieron a la vista del público, fomentando diálogo. “Estos trabajos detectaron, en una de las patas de la osamenta, elementos que requieren de un mayor análisis para tomar la mejor decisión sobre su tratamiento, dado que proviene de un contexto rico en sales solubles. Se llevaron a cabo básicamente en varios días en los que el Museo estuvo abierto, el público visitante podía ver a profesionales de la restauración, generando un espacio de diálogo, especialmente con el público infantil”.
Mirada al futuro
En el sitio del AIFA hay más de 50 mil fósiles: mamuts, camellos, caballos, perezosos, dientes de sable y micro vertebrados como ajolotes.
Nochipa, aseguran las expertas, es la osamenta casi completa única en exhibición, acompañada de mandíbulas, vértebras y caderas.
Para 2026 el plan es poder seguir trabajando en el Museo, para ello, proyectan trabajar en algunos otros elementos biológicos, y establecer toda una estrategia para que los estudiantes apoyen, anuncia Medina-González.
En tanto que Aguilar Arellano precisa que seleccionarán las tareas dependiendo de los recursos que obtengan para poder promover la planeación preventiva.
