Reinterpretar al célebre dramaturgo estadounidense Tennessee Williams ha sido una inquietud constante en la carrera y vida personal de talentos como Valentín Castillo (productor), Estefanía Norato (dramaturga), Alan Uribe Villarruel (director), así como Karina Hurtado, Karlek Ramos y David H. Manterola (actores) y el anhelo se ha consolidado en la puesta en escena “La Estela Blanca que dejó un tranvía”, que en días pasados comenzó corta temporada en la sala Lirio, en Casa Lilia (Prisciliano Sánchez 790) y se dispone a ofrecer últimas funciones.
¿De qué trata la obra de teatro?
Sobre el escenario, el montaje escrito por Norato, rescata la esencia de dos de los personajes principales de la célebre obra “Un tranvía llamado deseo” (Williams, 1947), y con la libertad de su pluma, plantea una especie de libre secuela en la que Blanca (Blanche) y Estela (Stella) se reencuentran en un hospital psiquiátrico; la primera, internada y la segunda, visitando a su hermana, “pero cada una, en su propio encierro, porque el principal tema de ‘Un tranvía…’, y esta propuesta, es la libertad. Esa lucha que todas las personas parecemos tener entre el ser y el deber ser”, manifiesta Castillo.
El productor considera que es precisamente esa lucha existencial, siempre presente en las obras de Tennessee Williams, la que mantiene vigente al legado de éste. “En cada historia, los personajes son un reflejo del espectador, o la sociedad en general. En este caso, en cierto sentido, todos somos Blanca, tenemos un poco de locura, en nuestra necesidad de liberarnos y encontrar otros espacios, y, al mismo tiempo, todos fantaseamos con algo más, un amor, una pasión”, añade.
“La Estela Blanca que dejó un tranvía” es el primer montaje tapatío que dirige Uribe Villarruel. En escena, Karina Hurtado encarna a Blanca, luchando por huir de una realidad poco alentadora y con ganas de entregarse por completo a un mundo de fantasía en el que es capaz de hacerlo todo; por su parte, Karlek Ramos interpreta a Stella, la hermana que colecciona cargas, entre culpas, decepciones y responsabilidades a las que también sueña con aligerar, hurgando en preguntas del pasado. En medio de ambas está el doble personaje al que da vida David H. Manterola. Un joven cuidador, a ratos testarudo, pero sensible de tiempo completo. Los tres histriones logran conmover y cimbrar al espectador.
Castillo destaca que el texto de Norato explora el trauma, la memoria, y el deseo, desde lo más íntimo, en el punto de vista femenino. El también actor precisa que, si el espectador no ha visto o leído “Un tranvía llamado deseo”, no es relevante, ya que los personajes evocados son tomados sólo como arquetipos universales, y pueden comprender y disfrutar la historia desarrollada por Norato.
El trabajo en cartelera es una coproducción entre Plataforma Calandria, Juego Teatro, Zozobra.com y Casa Lilia.
Para asistir
“La Estela Blanca que dejó un tranvía”
Funciones este viernes 5 y sábado 6 de septiembre a las 20:30 horas, domingo 7 de septiembre, a las 18:00 horas.
Boletos, general, 350 pesos.
SRN