Cultura

Márquez Tizano dará conferencia sobre futbol y literatura

La cita es este jueves a las 20:00 en el Museo Arocena de Torreón, Coahuila.

El próximo jueves en el auditorio del Museo Arocena de Torreón, Coahuila, se realizará una conferencia magistral: “Dieguitos y Mafaldas. El maridaje entre la literatura y el fútbol”, impartida por Rodrigo Márquez Tizano.

 La cita es en punto de las 20:00 horas con entrada gratuita. 

AUTOR

Rodrigo Márquez Tizano nació en la Ciudad de México en 1984 y es escritor, editor y profesor. 

Su último libro es la novela "Yakarta", editada por Sexto Piso en el año 2016. Fue editor en jefe de la revista VICE en México y Argentina, y fundador de La Dulce Ciencia Ediciones, sello editorial dedicado al mundo del boxeo.

Es maestro por la Universidad de Nueva York y editor de "La Breve historia del ya merito" (Sexto Piso, 2018), un recorrido por la historia de la selección mexicana de fútbol en los mundiales.

HÍBRIDO

El juego es más viejo que la cultura, dice el historiador neerlandés Johan Huizinga en "Homo ludens". La literatura y el fútbol son dos rituales que el hombre inventó para condicionar su propia existencia. En ambos está presente la metáfora del anhelo de aquello que no podemos controlar y alcanzar, pero que impacta en nuestra geografía emocional.

En la actualidad, el fútbol se resignifica, pues además de jugarse y mirarse, también se verbaliza y le da el pase a otros escenarios que no necesariamente están circunscritos al deporte. 

Durante mucho tiempo, el rechazo de los círculos intelectuales conservadores hacia este deporte se basó en cómo las pasiones humanas se imponían a la racionalidad humana. En tanto que los pensadores más progresistas, lo descalificaban porque desviaba la energía revolucionaria de los pueblos.

Aunque no siempre fue así. 

El marxista italiano Antonio Gramsci definió al fútbol como: “ese reino de la lealtad humana ejercida al aire libre”. ¿En qué se parece el fútbol a Dios?, se pregunta a sí mismo Eduardo Galeano en "El fútbol a sol y sombra". Su análisis sostiene que a partir de la devoción de sus fieles y en las sospechas que levanta entre la élite culta.

A pesar de esto, Albert Camus fue uno de los primeros intelectuales en reivindicar el fútbol con la palabra. 

El filósofo francés fue portero en el equipo de la Universidad de Argel, donde experimentó y conoció la compleja moral del ser humano y entendió que la pelota es como la vida: no es lo que parece. Concebía al juego como una convergencia pacífica de credos y razas motivados por la pasión.

MÁS QUE UN DEPORTE

"Habla, memoria", la autobiografía de Vladimir Nabokov, es un elogio a sus grandes pasiones: la literatura, las mariposas, el ajedrez, el boxeo, la familia y por supuesto, el fútbol. En sus años de exilio en Cambridge, fue un excéntrico cancerbero, una posición que asumió como un arte en virtud de lo distante, impasible y misterioso de su desempeño.

En su poema "El ángel de piernas chuecas", el músico carioca Vinícius de Moraes encumbró a Garrincha, el extremo brasileño que al nacer fue poco menos que un desecho humano, pero que brilló como nadie en los mundiales de Suecia ’58 y Chile ’62 para darle alegría al pueblo. Un homenaje inmejorable para ese antihéroe loco por el aguardiente y la pelota, la música y las mujeres, y que murió en medio de pobreza, alcohol y soledad.

Casi dos siglos después, en los albores de la "Cool Britannia" su compatriota Irvine Welsh conmocionó al mundo con "Trainspotting", un suceso literario sin precedentes cargado de guiños a la cultura urbana, las drogas, la evolución del punk a la música electrónica, el lenguaje callejero y el fútbol.

Obra en la que despunta una frase que resume su pasión por el Hibernian, el otro club de la capital escocesa, específicamente de Leith, y de filiación católica: “Preferiría ver a mi hermana en un burdel que a mi hermano con una bufanda de los Hearts”.

Recientemente, el novelista de la clase obrera declaró: “El fútbol en sí mismo es horrible. Representa todo lo que es feo en el mundo. Es el tipo de negocio más explotador, feo y neoliberal que existe, pero la cultura que existe en torno a él es algo maravilloso”.

El fútbol fue, es y será siempre un relato de mitos, ritos y símbolos. 

Una repetición sin punto de partida: el eterno retorno. El juego perdura y se mantiene. Su carácter espiritual también. Porque hasta el modo de levantar una copa cuando se es campeón tiene un claro paralelismo con la liturgia religiosa. En el principio fue el juego. Pero a veces, el mejor fútbol se lee.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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