Hasta donde suene mi voz es el primer libro que publica Mariana Etchegaray (Editorial Planeta), en el que cuenta la historia de Sofía y Marcus, quienes se encuentran justo cuando los dos sienten un gran vacío; juntos descubrirán que la pérdida se transforma, el amor es indispensable para volver a vivir, sentir de nuevo y que siempre es posible elegir empezar de nuevo.


“El libro nació hace cinco años, porque yo viví algo similar a lo que le sucede a Sofía —compartió Mariana en entrevista con MILENIO—: perdí a mi hermana abruptamente, no lo esperaba. Consumo mucho literatura juvenil y cuando leía libros me daba cuenta que no le tomaban la suficiente importancia a estos temas sobre las pérdidas. Quería hacer un libro donde el duelo sí fuera esencial en la novela”.
La narración entrelaza la historia de los protagonistas y deja ver que la autora ha puesto mucho en ella de lo que ha experimentado en su vida, sin ser una novela biográfica. La narrativa explora lo profundo de los sentimientos de los seres humanos.
“Cuando escribí el libro me di cuenta de que puede ayudar a entender a muchas personas lo que es una pérdida; no con tantos términos de psicología, es cercano al lector para que vea que es algo que pasa todo el tiempo, hayas o no vivido una pérdida”, aseguró.
El libro consta de 454 páginas, es un libro grande, no es complicado, leerlo con detenimiento llevará al lector a descubrir que además de una historia de pérdidas, hay una historia de amor, esperanza y acompañamiento.
“Es una historia que ya tenía en mi mente, me tomó tres años, las palabras salieron solas. Cuando escribí el punto de vista de Sofía, creí importante tener el de Marcus, porque a veces la protagonista sesga mucho la información, porque todo lo que vive es oscuro y el punto de vista de él no sólo era para ayudar a Sofía sino entenderlo de forma externa”, comentó.

Demanda emocional
Etchegaray confesó que en el libro deja al descubierto su alma, se tomó tiempo en escribirlo porque era muy personal, tuvo que hacer pausas para procesarlo, porque tenía que ver con una experiencia propia.
“Tomé unas pequeñas pausas durante este tiempo que lo escribí, porque sentía que la historia me envolvía mucho y necesitaba descansar. Después de escribir la carta que Sofía le dirige a su hermana, dejé de escribir por siete meses por mis emociones y entender que muchas cosas vienen acompañadas de psicología y terapia, pero también de mi propia historia. Tuve mucha demanda emocional, a veces necesitaba tiempo, porque sentía que estaba exponiendo mi alma al mundo”, confesó.
La autora se define como una persona que prefiere la rutina.
“Me gustan las cosas estructuradas y el orden, cuando empecé a escribir me di cuenta que me gustaba hacerlo después de ejercitarme y encontrar una rutina, porque acababa de sacar dopamina. Ahora que ya estoy escribiendo mi siguiente libro, me gusta tomar sensaciones, escribo cuando sea, ya sea al levantarme o a cualquier hora”, aseguró.
Finalmente el mensaje que quiere dejar con su ópera prima es que se puede vivir sin una parte, a pesar de la pérdida.
“Muchas veces el duelo es aprender a vivir sin una parte esencial de tu persona, en tu día a día. Hay que entender en el duelo que las emociones son muy intensas, densas y no las controlas, es para que sepan que sí hay luz después del túnel y sí te puedes sentir bien después de creer que la vida no tiene sentido. Siempre hay que ir a terapia para que entiendas tu propio caso, porque cada proceso es diferente, así como la forma de enfrentar el dolor”, concluyó.
NA