Cultura

‘Necropolitana’: la arquitectura fantasmal de Bernardo Esquinca

Libros | A fuego lento

La novela sigue las intuiciones consignadas por Fritz Leiber en su libro Nuestra Señora de las Tinieblas: los estratos más antiguos de las ciudades concentran una energía capaz de ponerse a las órdenes de las fuerzas del caos y la destrucción.

Los lectores de Bernardo Esquinca tienen motivos de sobra para celebrar el regreso de Casasola, ese reportero de lo insólito que ha viajado al siglo XVIII, enfrentado a los Trece de la Noche y huido por acequias pestilentes solo para comprobar que el Mal tiene muchos rostros y un solo nombre.

Necropolitana (Almadía) sigue las intuiciones consignadas por Fritz Leiber en su libro Nuestra Señora de las Tinieblas: los estratos más antiguos de las ciudades concentran una energía capaz de ponerse a las órdenes de las fuerzas del caos y la destrucción. Casasola obtiene esta revelación después de viajar a los días anteriores al terremoto que ensombreció a la Ciudad de México en 1957 y volver a su presente amenazado: septiembre de 2017. Su nuevo rival: el Gran Arquitecto, el mismo a quien se debe el trazo de la capital novohispana y el mismo que desde su disputa con Hernán Cortés se ha empeñado en destruirla. Esta es la trama. Lo demás, la hechura, me parece aún más relevante.

Bernardo Esquinca imagina portales a través de los cuales sus personajes se mueven de un tiempo a otro, imagina seres diestros en las artes oscuras, imagina opúsculos tan aterradores como el Necronomicón, imagina medallas milagrosas y coreografías fantasmales, y, sobre todo, imagina una ciudad. Haríamos mal en creer que es la misma que se sobrepuso a Tenochtitlan a pesar de su Catedral y su Palacio de la Santa Inquisición y sus librerías de viejo y sus cantinas. Creemos reconocer los escenarios por donde Casasola se mueve y aun creemos estar frente al modelo original hasta que damos con el embrujo y nos descubrimos caminando a través de un artificio arquitectónico. Y es que, bajo el escrutinio de Bernardo Esquina, el cuadro original de la Ciudad de México deja de ser una atracción al gusto de perdedizos y turistas para volverse la imagen unánime del Purgatorio.

Es cierto que cada ciudad muere a su manera; es decir, a la manera en que su arrogancia y su desmemoria disponen. Necropolitana lleva haciéndolo desde su fundación, y no por la estulticia de sus gobernantes sino por el concurso de fuerzas ocultas que trascienden a los guardianes del orden. Es lo que Bernardo Esquinca quiere que sepamos, y, ya que es un gran hechicero, hemos de creerle.

Necropolitana

Bernardo Esquinca | Almadía | México | 2022


​AQ

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Roberto Pliego
  • Roberto Pliego
  • (1961) Cursó Letras Hispánicas en la UNAM. Fue subdirector de la revista Nexos. Autor de La estrella de Jorge Campos y 101 preguntas para ser culto, es editor de Laberinto.
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Laberinto es una marca de Milenio. Todos los derechos reservados.  Más notas en: https://www.milenio.com/cultura/laberinto
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