En la compañía Circus. Danza, Teatro y Performance –o Circus DTP– se tiene claro que los alcances del arte escénico son mayores si se dominan diferentes técnicas para presentarle al público.
Con nueve años de trayectoria en la ciudad han sabido posicionar a las artes circenses como una manifestación más digna de estar en un teatro.
Jorge Nasri Gattas, actual mánager de la compañía, recuerda que hace años, la mezcla de contemporáneo y circo no era algo muy presente en la ciudad. La historia del proyecto nació cuando una de sus hijas viajó a Chile para participar en una agrupación y durante su estancia conoció esta combinación de técnicas.
Circus DTP se presenta tanto en festivales culturales como en presentaciones bajo contrato, y se menciona que para conformar la alineación de acróbatas se es bastante selectivo.
“La mayoría de la gente que tenemos ha llegado por invitación de nosotros. Son chavos que vienen con la formación de danza, ya llegan con una disciplina y eso ya nos facilita mucho las cosas”, comenta Nasri Gattas.
ARTISTA MULTIFACÉTICO
Luis Herrera es bailarín y acróbata en Circus DTP. El joven de 21 años comenta que ingresó a la danza por un gusto por los géneros callejeros del break dance*, el hip hop y el circo.
Aunque no con una formación académica, Luis empezó a instruirse a través de cursos y talleres, aprendiendo de otros bailarines, a quienes veía en los escenarios.
“La danza la considero como una forma de expresión, llámese contemporáneo, clásico, jazz y demás”, expone.
Las rutinas no son para nada ligeras. A sus 14 años entrenaba de cinco a ocho horas diarias, descansando sólo los fines de semana. Hoy no mantiene ese ritmo pues sólo lo hace entre dos y cinco horas por día. Así nadie está en el derecho de decir que el trabajo de un bailarín es sencillo.
Aunque en los últimos años Luis Herrera reconoce que hay una mayor cantidad de jóvenes bailando contemporáneo o en otra técnica corporal, sí es una realidad que todavía falta una mayor voluntad del público por valorar este arte.
“Creo que la gente debe revalorar su tiempo libre, que lo invierta un poco en el arte. A veces el trabajo que nosotros hacemos no es valorado del todo, pues invertimos mucho en tiempo de ensayos y preparación, vestuarios y nos tenemos que adecuar siempre a los precios”, expresa.
UN PANORAMA COMPLICADO
Sí hay trabajo, pero el ambiente en la ciudad es muy competido. Nasri Gattas sabe que además de los festivales culturales hay empresas que poco a poco van tomando conciencia de incluir presentaciones de danza o circo en sus eventos.
No obstante, por la alta demanda y la oferta limitada de opciones es que la situación es complicada, si se compara con otras ciudades del país.
“Por ejemplo, en Cancún puedes tener trabajo todos los días. Estando en Monterrey, si te va bien, tienes trabajo cada dos semanas, por ello muchos chavos de gran calidad tienen que conseguir otro trabajo y empiezan a descuidar su condición”, indica.
A esta situación hay que agregar la falta de espacios adecuados para entrenar la danza aérea y que muchos jóvenes que empiezan a demostrar su calidad tienen que emigrar del estado para potencializar su desarrollo.
Además es imposible dejar de lado asuntos como los trámites ante Hacienda y sus requisitos para los trabajadores independientes.
“Otra situación es que muchos jóvenes no están dados de alta en Hacienda… pero ¿cómo se van a dar de alta si a veces no sacan ni para el vestuario?”, cuestiona.
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EL PROCESO CREATIVO NO SABE DE HORARIOS
En la danza hay que encontrar el ritmo que mejor vaya con uno. A Rebeca Chaires, bailar contemporáneo le permite poder conectarse con su cuerpo, expresarse de mejor manera.
Bailarina y coreógrafa, Rebeca es una joven que se dedica a la danza de manera profesional, y en una ciudad como Monterrey eso no es poca cosa.
Los festivales o encuentros de danza son una de las principales plataformas para exponer el trabajo de cada una, pero también hay que tener otras opciones para cuando no hay actividades.
Aunque ha participado con diversas compañías desde hace un año que ha enfocado su carrera a trabajar en solitario. “La mayoría de mis trabajos son solos”, dice la joven en una pausa del ensayo que se prepara para el Encuentro Metropolitano de Danza.
Dedicarse a la danza requiere de tiempo completo. Una buena parte del día se puede ir en ensayos, clases y acondicionamiento físico pero también está el proceso creativo, que no conoce horarios.
“Todo el tiempo estás pensando en tu obra, buscando la música, pensando algún movimiento o visualizando tu vestuario. Es un trabajo que demanda todo el tiempo”, comenta la ex alumna de la Escuela Superior de Música y Danza de Monterrey.
VIVIR CON TERPSÍCORE
Más allá del sí se puede vivir de la danza, ¿es amigable Monterrey para ser un profesional de este arte?
La bailarina dice que en el último año la situación ha mejorado, en particular por instituciones o colegios que ya se animan a programar eventos en las calles.
“Es nuestro trabajo el buscar los espacios y no menos importante generar una retribución, porque en mi caso yo sí vivo de la danza”, aclara.
La situación demanda volverse un “todólogo”: desde trabajar en la coreografía, buscar la iluminación adecuada hasta tener listos los recibos para las facturas.
Pero es un hecho que la danza contemporánea gana terreno. Una muestra es que las antiguas academias de baile incluyen en sus programas a la contemporánea, incluyendo ritos urbanos como el break dance o el parkour.
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ENTRE LA CARRERA Y LA VOCACIÓN
Es como retomar el sueño de jóvenes que quisieron ser bailarines, pero el camino académico los llevó a otros sitios.
En la Universidad de Monterrey (UDEM) existe una compañía de danza que le da oportunidad a esos jóvenes de cumplir su sueño: bailar sobre un escenario.
El proyecto de La Tropa UDEM, coordinado por la bailarina y coreógrafa Brisa Escobedo, ofrece la posibilidad a estudiantes de Medicina o Cine de volverse bailarines profesionales, con los mismos extenuantes ejercicios de preparación y los nervios previos a una función con público.
La también directora de la compañía Cuerpo Etéreo, la maestra Brisa Escobedo resalta la voluntad de los jóvenes que integran La Tropa: todos tomaron por voluntad propia la materia co-curricular, que es de donde nace la agrupación.
“Ya existía esta área de la danza contemporánea, pero ahora buscaron darle un movimiento distinto para que fuera más abierto y que cada semestre atrajera a nuevos integrantes”, explica Escobedo, quien se integró al proyecto años atrás bajo la invitación de Arnoldo Nerio, director de Difusión Cultural de la universidad.
En los jóvenes que llegan cada semestre, Escobedo ha encontrado desde apasionados por la danza hasta grandes bailarines en potencia. Para los integrantes de la agrupación, asistir a los ensayos los lunes, miércoles y viernes se traduce en horas de relajación y creatividad.
Para ingresar, los interesados, alumnos de prepa o licenciatura, toman la materia de danza contemporánea como una optativa a su plan de estudio.
Además de presentar sus programas en eventos al interior de la UDEM, la agrupación ya compartió escenario con Cuerpo Etéreo con el montaje titulado Laberinto, en una función de marzo en el Teatro del Centro de las Artes.
“La experiencia que ellos se llevaron fue ver que en un foro hay dificultades, elementos detrás del escenario que se tienen que controlar antes de salir al público”, refiere Escobedo.
Para la coreógrafa es motivo a destacar la pasión y entrega de los jóvenes para participar en la Tropa. Es común escuchar, agrega, en algunos de los jóvenes que la danza es “una de sus pasiones” pero tuvieron que enfocarse a estudiar una carrera.
“Creo que en su mayoría son sueños que ellos traen. Creo que cada niño y joven tiene un sueño de expresar. Yo siempre les pregunto por qué quieren estar aquí, y ellos me dicen que por la posibilidad de expresar con el cuerpo”.
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ARMAS DE CAMBIO SOCIAL
Por ahora, Erik Elizondo se encuentra en Austria, con la finalidad de ingresar a la Salzburg Experimental Academy of Dance (SEAD por sus siglas en inglés), pero en un futuro no descarta regresar a Monterrey, pues considera que el arte es un arma para el cambio social.
Elizondo es bailarín y por hoy se encuentra en audiciones para ingresar a la academia austriaca, una experiencia que tomó por su gusto a viajar y arriesgarlo todo por la danza.
En poco más de un mes de su estadía en Europa, Elizondo comenta que en la ciudad de Salzburgo se vive una fuerte competencia en disciplinas como la danza. A esto hay que agregar la presencia de bailarines mexicanos, brasileños y de Costa Rica.
Elizondo decidió estudiar en la SEAD debido al reconocimiento de la academia, gracias al sistema educativo que ofrece cambios en los tutores cada seis semanas, lo que enriquece la experiencia de aprendizaje.
“Sobre las oportunidades no las hay mucho porque son demasiados bailarines y poco presupuesto”, comenta Erik Elizondo sobre Salzburg –y no sobre Monterrey– en entrevista digital.
Mientras se prepara para las audiciones también hay oportunidad de trabajar en proyectos en tierras austriacas. Por ahora ha iniciado una serie de planes con la mexicana Ana García, quien participa con la compañía KiM Kosmos in Movement.
Una vez estando allá, el bailarín explicó que hay diferencias entre sus colegas, que van desde la forma de alimentarse, los entrenamientos, y eso se nota a la hora de hacer los movimientos. Sin embargo, detalla que los bailarines mexicanos tienen su toque característico, lo cual los hace destacar.
Después de su estadía en Europa, comenta que a Monterrey le gustaría regresar para crear y hacer arte con la finalidad de aportar su granito de arena para cambiar la ciudad.
“Creo en el arte como arma del cambio. Cualquier manifestación artística, protestar, salir a las calles y gritar por un cambio, eso es un manifestación artística. Quiero regresar a Monterrey a crear, pues quiero dar mi semilla al cambio”, expone.
