Después de una amplia filmografía, Juan Antonio de la Riva salda una vieja deuda: dirige una historia de terror. Situada en la época de la lucha independentista, Ladronas de almas cuenta la historia de la familia Cordero, que ha quedado en medio de la lucha entre insurgentes y realistas. Acostumbrados al acoso de quienes van por el tesoro que ellos guardan, tienen un arma secreta difícil de vencer: un muerto viviente.
Es conocida su afición al cine de terror, sin embargo, este es su primer filme del género. ¿Por qué?
En efecto, varias de mis películas favoritas son de terror pero nunca había tenido la posibilidad de explorarlo, hasta ahora que me invitaron a rodar Ladronas de almas. Me pareció un reto mezclar la época de la Independencia con asuntos vinculados al vudú.
En México, la tradición del cine de terror atraviesa por leyendas o episodios históricos. ¿Por qué?
Es una forma de recurrir a sucesos conocidos. En el caso de Ladronas de almas, el guionista Christopher Luna, había iniciado una investigación sobre María Cordero, una mujer de la época. La idea original era hacer una película más seria, pero al hilar la historia de su familia le dio un giro. Por otro lado, yo estoy anclado al cine de terror de los años cincuenta o sesenta, digamos en la tradición de Carlos Enrique Taboada.
Incluso hay elementos visuales, fotográficos y de música, que remiten a esa época.
Así es, pero el guión es tan dúctil que pude haber incorporado materiales digitales o añadir violencia. Sin embargo, pensé que la mejor forma de narrar una historia del siglo XIX era respetando rasgos del cine clásico: planos abiertos, planos secuencia, música, etc. No me quería perder en la búsqueda sanguinolenta o digital que termina por afectar al cine de terror. He visto varios filmes recientes y creo que se van más hacia el efecto que a lo importante: la raíz del miedo.
¿Esta tendencia a lo violento corresponde al tiempo que vivimos?
Supongo que sí. Desde hace dos o tres décadas, el cine de terror ha derivado al gore y otras ramas. El cine es un arte en movimiento. En lo personal no me interesaba irme por este sendero.
En la película se usa el término muertos vivientes y no zombis, ¿por qué?
La palabra zombi viene de la tradición del vudú que llegó a América a través de los esclavos negros de las Antillas y el Caribe. En el guión original aparecía, pero creo que ahora se le asocia a un terror moderno. Preferí no usarla para marcar distancia, además el concepto “muertos vivientes”, acuñado por George A. Romero, me parecía más acorde a una película de época.
¿A qué atribuye el revival de los zombis?
Los monstruos definen los miedos de cada época, y los zombis o muertos vivientes reflejan que vivimos en una época deshumanizada. Si revisamos el entorno que nos rodea, creo que nos hemos ido deshumanizando. No sé si exagero, tampoco suelo teorizar demasiado, prefiero ser eficaz.
¿Hay una fórmula para generar miedo en el espectador?
Sí. El susto, sobresalto y oscuridad, pero no se sabe si funcionará hasta que uno lo genera. Sucede lo mismo en la comedia. Quizá me hubiera gustado hacer más cine de género, porque en mi filmografía no lo he desarrollado a fondo.