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James Joyce: las perversas palabras de amor a su esposa

A 135 años de su nacimiento, recordamos al novelista irlandés James Joyce con su faceta más humana, la de amante irredento.

James Joyce es recordado como uno de los novelistas imprescindibles de la literatura universal, entre otras cosas porque resumió en un puñado de libros poderosos —Ulises, Dublinesses y Finnegans wake— una tradición literaria atávica y la selló con una influencia que perduraría en las generaciones siguientes.

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Pero Joyce también es continuador —junto a William B. Yeats y Ezra Pound— de una tradición que venera a la figura femenina. Ningún texto exhibe mejor esa cualidad en el escritor irlandés que sus Cartas a Nora, un libro que reúne notas y otros materiales epistolares que Joyce le envió a Nora Barnacle, su esposa.

El libro, cuyo contenido fue celosamente resguardado por los herederos de Joyce durante varios años, no incluye las respuestas de Nora, porque no hay registro de ellas.

Muchas de las notas son más bien comunes, casi desechables, que anuncian alguna cita o un recado. Pero otras revelan un contenido sexual desbordado que delata la faceta más humana de Joyce, pero también su sentido del humor, de la picardía y del doble sentido.

Aquí reproducimos algunos de los fragmentos más provocadores y sugerentes:

[¿Finales de julio de 1904?]

60 Shelbourne Road, Dublín

Mi iracunda Nora, te dije que te escribiría. Ahora me escribes y me preguntas qué demonios me pasaba la otra noche. Estoy seguro de que algo anduvo mal. Me mirabas como si estuvieras triste por algo que no había ocurrido, y que habría podido gustarte mucho. Desde entonces he tratado de consolarme, pero no lo consigo. ¿Dónde estarás el sá- bado, el domingo, el lunes por la noche, para que no pueda verte? Ahora, querida, adiós. Beso el milagroso hoyuelo de tu cuello. Tu Hermano Cristiano en la lujuria. La próxima vez, cuando vengas, deja tu enojo en casa... y también el corsé.

***

3 de agosto de 1904

60 Shelbourne Road

Querida Nora, ¿estarás “libre” esta noche a las ocho y media? Espero que así sea, porque he tenido tantas preocupaciones que necesito olvidarlo todo en tus brazos. Así que ven si puedes. En virtud de los apostólicos poderes investidos en mí por su Santidad el Papa Pío Décimo, por la presente te doy permiso para venir sin faldas para recibir la Bendición Papal que estaré encantado de proporcionarte. Tuyo en el Judío Agonizante.

[Nora Barnacle y James Joyce]

***

9 de diciembre de 1909

44 Fontenoy Street, Dublín

Mi dulce sucia pajarita cogedora. Aquí está otra nota para comprar bragas bonitas o ligueros o ligas. Compra bragas de puta amor, y trata de perfumarlas con algún suave aroma y de decorarlas también un poquito por atrás.

Las dos partes de tu cuerpo que hacen las cosas más sucias son las que yo más quiero. Prefiero tu culo, querida, a tus tetitas porque hace cosas más sucias. Si amo tanto tu concha no es por ser la parte de tu cuerpo que penetro, sino porque hace otra cosa sucia. Puedo pasar todo el día acostado masturbándome en la contemplación de la divina palabra que escribiste, y la cosa que dices quisieras hacer con tu lengua. Ojalá pudiera oír a tus labios murmurando esas poderosamente excitantes palabras obscenas, ver tu boca haciendo ruidos y sonidos lascivos, sentir tu cuerpo agitándose debajo de mí, oír y oler los gruesos sucios pedos de muchacha ir por fuera de tu hermoso culo de muchacha desnuda y coger, coger, coger, coger a mi ardiente culo sucio de pajarita cogedora por siempre.

Estoy contento ahora, porque mi putita me dijo que quiere entregarme su trasero, y quiere que la coja por su boca, y quiere desabotonarme y sacar mi palito y mamarlo como una teta. Más y más sucias que éstas quiere mi pequeña cogedora desnuda que le haga, mi perversa excitable amante, mi dulce pedorrita obscena.

Buenas noches mi conchita, me voy a acostar y pajearme hasta acabar. Escribe más y más sucias cosas, querida. Acaricia tu conchita mientras me escribes para hacer peor y peor lo que escribes. Escribe grandes las palabras obscenas y subráyalas y bésalas y ponlas un momento en tu dulce sexo caliente, querida, y también levanta un momento tu vestido y ponlas abajo de tu querido culito pedorro. Haz más si quieres y mándame entonces la carta, mi querida pajarita cogedora del trasero café.

***

31 de agosto de 1909

44 Fontenoy Street, Dublín

Queridísima mía, son casi las dos de la madrugada. Mis manos tiemblan de frío, pues he tenido que salir para traer a casa a mis hermanos que volvían de una fiesta; y ahora debo bajar a la Administración General de Correos. Porque no quiero que mi amor se quede esta mañana sin su carta.

[…]

Buenas noches, mi queridísima muchacha, mi pequeña novia de Galway, mi tierno amor de Irlanda. ¡Cuánto me gustaría sorprenderte ahora durmiendo! Hay un lugar en el que me gustaría besarte, un extraño lugar, Nora. No en los labios. ¿Sabes dónde?

¡Buenas noches, amor!

[Joyce tocando la guitarra]

***

16 de diciembre de 1909

44 Fontenoy Street, Dublín.

Dulce niña querida, ¡finalmente me escribes! Seguro que has masturbado ferozmente esa sucia conchita tuya para escribirme una carta tan incoherente. En cuanto a mí, estoy tan fuera de forma que tendrás que lamerme una buena hora antes que pueda tener un cuerno lo suficientemente firme para metértelo, no digamos para cogerte.

He hecho tanto y tan seguido que me da miedo mirar cómo lo he hecho, después de todo me lo he hecho. Querida, por favor no me cojas demasiado a mi vuelta. Coge todo lo que quieras fuera de mí por ahí de la primera noche; pero dame tiempo para reponerme. Querida, toda la cogida debe ser hecha por ti, porque como estoy de blando y diminuto ninguna niña en Europa, a excepción tuya, desperdiciaría su tiempo y energía conmigo. Cógeme, querida; en todas las nuevas formas que tu deseo sugiera. Cógeme ataviada con tus vestidos de calle, con tu velo y tu sombrero puestos, con tu cara sonrosada por el viento y el frío y la lluvia y tus botas embarradas; cógeme también a caballo sobre mis piernas, cuando esté sentado en una silla, montándome de arriba hacia abajo mostrándome los ribetes de tus bragas y mi pito firmemente clavado en tu concha, o móntame sobre la espalda de un sillón.

Desnuda, cógeme, solamente con tus medias y tu sombrero puesto, acostados en el piso, con una flor roja en el culo, montándome como un hombre, con tus muslos entre los míos y tu robusto trasero. Móntame vestida con tu bata de estar (ojalá tengas esa tan bonita), con nada debajo de ella, ábrela repentinamente y muéstrame tu vientre y tus muslos y tu espalda y empújame sobre ti, encima de la mesa de la cocina. Cógeme con tu culo, boca abajo en la cama, con tu cabello suelto, desnuda, pero con tus adorables bragas rosas perfumadas, abiertas desvergonzadamente de atrás y medio caídas, de modo que se pueda entrever un poco tu trasero.

Cógeme si puedes acuclillada en el baño, con tus vestidos levantados, gruñendo como una puerca que caga, y una gran cosa gruesa sucia serpenteando con lentitud fuera de tu trasero. Cógeme en las escaleras, en la oscuridad, como una niñera cogiendo con su soldado, que le desabotona gentilmente la trusa y desliza su mano en su pajarito y lo acaricia con su camisa y con ese contacto se va humedeciendo y entonces lo toma con suavidad y lo acaricia junto con sus dos bolas a punto de estallar y finalmente agarra atrevida la pija que ella ama y la manosea y la acaricia suavemente, murmurando para él en sus oídos palabras obscenas e historias indecentes que otras chicas le han contado a ella y ella dice cosas sucias y se mea las bragas con placer y deja salir suave, quieta tranquilamente tibios peditos de su trasero hasta que su clítoris está tan firme como el de él y de pronto se lo mete y lo monta.

***

20 de diciembre de 1909

44 Fontenoy Street, Dublín.

Mi dulce y pícara Nora, recibí esa noche tu ardiente carta y he tratado de imaginarte frotándote el sexo en el baño. ¿Cómo lo haces? ¿Te recuestas contra la pared con tu mano cosquilleándote debajo de tus ropas? ¿O te acuclillas bajo el agujero con las camisas vueltas hacia arriba y tu mano trabajando fuertemente a través de la abertura de tus bragas? ¿Te sirvió como preludio ahora para cagar? Me pregunto cómo pudiste hacerlo. ¿Acabas al cagar o te frotas acabando primero y luego cagas? Debe haber sido una horrible cosa lasciva ver a una niña con sus ropas levantadas frotando con furor su concha, ver sus calzoncitos blancos y hermosos bajados de atrás y su trasero defecando y una cosa gruesa y café que sale de su agujero.

Dijiste que ensuciarías tus bragas, querida, y que después me dejarías cogerte. Me gustaría oírte primero enmierdarlas y cogerte después. Alguna noche, cuando estemos en alguna parte platicando en la oscuridad cosas puercas y sientas tu mierda a punto de salir, rodea mi cuello con tus brazos en tu vergüenza y déjala caer suavemente. El sonido me enloquecerá y cuando alce tu vestido... ¡De nada sirve continuar! ¡Ya puedes adivinar qué!


AQUÍ puedes leer más cartas de Joyce a Nora Barnacle


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