A casi un año de unirse al American Ballet Theatre (ABT), Isaac Hernández afirma sin titubear que llegó al momento de mayor plenitud de su carrera con la compañía neoyorquina, con la que el pasado 25 de junio debutó en la Metropolitan Opera House (MetOpera) de Nueva York como el Albrecht de Giselle e interpretará durante julio a Leontes de The Winter's Tale y a Siegfried de El lago de los cisnes.
“Ha sido bien emocionante. He bailado en grandes escenarios como la Ópera de París o los teatros Mariinsky y Bolshoi, y después de la función de Giselle he estado pensando cuál fue la diferencia (con al ABT en el Met), porque se sintió algo muy diferente”, comenta el premio Benois de la Danse 2018.

Desde septiembre de 2024, Hernández (Guadalajara, 1990) se integró al ABT como primer bailarín, al dejar el San Francisco Ballet, y para la temporada de verano en la MetOpera se programó su participación en 4 funciones y 3 ballets: Giselle (25 de junio, con Isabella Boylston), The Winter's Tale (miércoles 2 y sábado 5 de julio con Hee Seo) y Swan Lake (lunes 14 de julio con Catherine Hurlin).
“Tenía menos nervios de lo que normalmente siento en un escenario así, y había una extraña familiaridad con el público y con mis compañeros. Supongo que eso es lo especial de estar viviendo esta etapa de mi carrera, que siento por primera vez en mi vida artística que estoy en casa”, añade.
Muchos de los bailarines con los que comparte el escenario estaban en la escuela en los veranos con él en la ABT, como su coestelar en Giselle, Isabella Boylston, a la que conoce desde que tenían 14 años.
“Se siente como si toda mi carrera, mis 35 años hasta hoy, me habían preparado para vivir este momento, y eso hace que se sienta más especial que otros escenarios. También el recibimiento del público: salir del escenario y encontrarme a familias enteras de mexicanos, que viven en la ciudad pero que por primera vez se acercan a la Met, todo eso hizo que la noche fuera muy significativa para mí”.
En entrevista con MILENIO, el tapatío asume la responsabilidad como mexicano y migrante desde los 12 años de convertirse en el primer bailarín del país en protagonizar un ballet en uno de los más importantes teatros del mundo, que desde 2019 abrió sus puertas a temporadas del ABT cada verano.
Celebra contento vía Zoom desde Nueva York que en su función de Giselle vio a familias completas de migrantes mexicanos que nunca habían ido a un ballet y que un paisano le gritó al final: “¡A güevo!”
A diferencia de muchos artistas o celebridades mexicanas que viven en Estados Unidos pero han callado ante las redadas contra migrantes que decretó el gobierno de Donald Trump, Isaac Hernández destaca la importancia de mostrarse como artista y como representante de la comunidad en el escenario.
“Me siento muy afortunado de ser esa persona en este contexto político y social tan importante”, añade el director del festival Despertares, que tendrá su edición 14 en el Auditorio Nacional el 30 de agosto.
¿Qué sello le da ABT a este Giselle y a su Albrecht con el que debutó en la MetOpera?
Albrecht es uno de los personajes más interesantes que hay en el canon del ballet clásico, por la complejidad de esta doble vida que está construyendo y de cómo percibe su lugar en la sociedad o cómo lo utiliza para manipular o enamorarse genuinamente de alguien inesperado como Giselle.
Hay muchas maneras de interpretar este personaje que lo hacen especial, y la del ABT tiene algo particular porque es el Giselle con que yo crecí, el que veía los veranos aquí; vi a Julio Bocca bailarlo, a Carlos Acosta, a José Manuel Carreño, a todos mis bailarines favoritos, a todos los que me inspiraban. Y, de repente, ver sus nombres en mis vestuarios... Usé las botas de Julio Bocca para mi debut aquí.
“Eso hace que sienta una responsabilidad mayor todavía con este personaje, pero no sólo de interpretarlo como se interpreta en el American Ballet Theatre, sino también de proponer algo diferente que vaya aportando a la historia de esta compañía. Finalmente, es la compañía a la que muchos jóvenes bailarines voltean a ver para entender lo último en el ballet o lo más innovador o los niveles más altos de interpretar a estos personajes. La demanda física del segundo acto es increíble, te agarra siempre de sorpresa. Y hacer los 32 saltos consecutivos al final del ballet es algo muy particular de esta versión”.
Este 2 de julio debuta como Leontes en The Winter's Tale (de Christopher Wheeldon y música de Joby Talbot). Como Albrecht o Siegfried de El lago de los cisnes, que también interpretará, ¿qué piensa de que los roles de los bailarines principales hombres en los ballets más importantes sean de villanos? Leontes, por ejemplo, es muy cercano a Otelo, también obra de Shakespeare.
Sí, mucha gente no ve como villanos a Sigfrido o a Albrecht, a quien consideran un joven que se deja llevar por sus pasiones. A mí me interesa mucho más el lado, no lo llamaría villano, pero sí con toda su humanidad, que es lo que hace a los personajes más interesantes. Y mi trabajo es —a pesar de que hay una narrativa que es muy similar, en la que siempre hay una traición, una mentira de parte de estos personajes— encontrar una motivación para ellos, una manera en la que estos personajes puedan también tener un crecimiento emocional y moral a lo largo de la historia donde, finalmente, terminen siendo personas cambiadas.

¿Cómo lo manejó en Giselle?
Eso fue algo que me interesó muchísimo de la función de acá de Giselle: que hubo un momento en el primer acto donde pensé que había llevado las cosas demasiado lejos y se veía muy abusivo el personaje, claramente estaba utilizando a Giselle. Y me dije: ¿Cómo voy a hacer para que después el público, en el segundo acto, sienta empatía por el personaje y sea suficiente lo que sientan para justificar el perdón de Giselle? Porque si no logras eso, tu personaje no sirve para nada y al final termina siendo la misma persona o simplemente un joven caprichoso que se salió con la suya porque al final la mujer lo perdonó y él siguió con su vida. Me parecía de poco valor. Eso es lo que ahora en mi carrera me emociona tanto. Y hacer Leontes justo una semana después de Albrecht es muy emocionante porque quiero hacerlo completamente diferente a Albrecht y darle la oportunidad al público de ver también diferentes facetas mías como artista a pesar de que los roles puedan llegar a parecerse.
¿Quién es Leontes para Isaac Hernández?
Es interesante porque pusiste a Leontes junto con Otelo. Para mí, al final, es alguien que no controla su humanidad. Una de las cosas más importantes para mí de estos personajes es entender quién de ellos se conoce a sí mismo y toma control sobre su humanidad. Y Leontes se deja llevar muy fácilmente por sus emociones y por estos instintos que tenemos los seres humanos. Obviamente, es fácil relacionarte con estos personajes de una manera u otra porque tratan con la humanidad, con situaciones muy humanas: los celos, la envidia, el rencor, el perdón, el tratar de encontrar un propósito. Leontes termina siendo una persona que rectifica y que se arrepiente y que trata de arreglar las situaciones; que llega a un punto de madurez, le cuesta 16 años llegar a ello, pero finalmente le vale el perdón de su pareja (Hermione). Y, no solo eso, le da también una oportunidad de vivir a su hija (Perdita) y de compartir. Para mí, esos son los personajes verdaderamente interesantes, que no se esconden tampoco de sus debilidades, de sus pasiones. Y yo no tengo miedo a exponerlos o interpretarlos de esa manera.
El 14 de julio hará Siegfried en Swan Lake. Ya que gusta de explorar personajes, el más oscuro, el más malo, es el Cisne Negro. Si pudiera, ¿en lugar de Siegfried, le gustaría ser Cisne?
No estaría mal, la verdad, estaría interesante ese concepto. De hecho, hay una versión en Inglaterra que sí es así, la de Matthew Bourne, que usaron para la película Billy Elliot (Stephen Daldry, 2000). Pero yo creo que el personaje más malo de El lago de los cisnes es Siegfried, no es el Cisne Negro, porque él traiciona a Odette. Más que nada, el personaje de Odette me parece que es importantísimo para el mundo del ballet por la emoción y la demanda técnica que exige, y por la emoción que logra generar en el público. Y que se haya convertido en una pieza tan emblemática del ballet clásico, hace que sea indispensable casi, casi, para la continuidad y la supervivencia del ballet clásico.
Quiere traer a México Giselle, pero la coreografía de Akram Khan, muy moderna y muy actual, porque en ella está presente la vida de los migrantes. ¿Qué responsabilidad siente usted como artista ahora que vive en Nueva York y es bailarín principal del American Ballet Theatre ante el contexto de persecución que están viviendo los migrantes en Estados Unidos?
En este contexto que estamos viviendo, es importantísimo estar presente en escenarios como éste (MetOpera) y ser representante de una comunidad que está siendo posicionada en una narrativa muy definitiva. Poder estar aquí, tanto para la comunidad como para el público en general, y ofrecer un gran trabajo escénico; ser partícipe de la compañía nacional de ballet de Estados Unidos y liderarla como mexicano, tiene un significado muy valioso. En este momento, salir del escenario y ver a todas estas familias mexicanas que vienen al teatro a disfrutar, a sentirse representados, es muy importante. Me decía un señor que vino con su esposa a la función a celebrar su cumpleaños: “No me aguanté las ganas y grité una grosería al final”. Le pregunto: ¿Qué gritó”. Y respondió: “¡A güevo!”. Me dio mucho sentimiento que eran personas que nunca habían visto ballet y se acercaban por primera vez, pero sentían ese orgullo de verme en el escenario y de ver mi trabajo reconocido aquí. Me siento muy afortunado de poder ser esa persona en este momento, en este contexto social y político.
Akram Khan incorpora la danza india kathak en su coreografía contemporánea de Giselle. ¿Cómo se sintió ahora usted con la coreografía de Giselle clásica para la función del ABT?
Sigue siendo un sueño llevar a México Giselle de Akram Khan. Tenemos un set en Guadalajara de la producción; no es algo que he dejado a un lado. Para mí, como artista, fue un salto enorme poder interpretar las dos versiones de Giselle, porque en la de Akram Khan tratamos de mantener la esencia pero borramos todos los manerismos clásicos. Y ahora, cuando bailo la clásica, he logrado encontrar un lenguaje que mezcla muy bien los dos propósitos: que el público que nunca ha visto un ballet clásico entienda muy bien la historia y que el público clásico también encuentre dentro de mi interpretación cosas que nunca antes se han hecho en estas interpretaciones clásicas. Es una mezcla interesante. El público reaccionó muy bien a ello. Y muchos de los comentarios de mis mismos compañeros es que había interpretado esta versión muy humana, había hecho al personaje de Albrecht muy humano y había despertado mucha empatía por él y le había dado un valor y un significado emocional a cada uno de los pasos. Finalmente, eso es lo que esa combinación de los dos mundos logró en mí como artista.
A propósito de migrantes. Usted, que ha vivido en tantas ciudades, ¿se ha sentido un migrante?
Toda la vida he sido migrante, desde los 12 años que me fui a vivir a Filadelfia. Me fui a Ámsterdam (2012, con el Dutch National Ballet), he estado en Italia, estuve viviendo en Londres 7 años (del 2015 al 2022 con el English National Ballet), en San Francisco... Esto me ha dado una perspectiva bien interesante de la vida y del ser humano. Finalmente, lo bonito de estas experiencias es que he aprendido a apreciar muchísimo los lenguajes en común: la música, el arte, que es lo que nos mueve a todos, independientemente de nuestras culturas, de nuestras creencias. Y poder hablar un lenguaje así en común que me permita transmitir y conectar con tantas culturas diferentes es un privilegio.
“Aprecio mucho estar en una ciudad como Nueva York por la cantidad de culturas que están aquí y por lo importante de poder sobresalir también en estos grandes escenarios y en estas grandes ciudades. Es muy motivante estar aquí, destacar en una ciudad con una riqueza cultural como la de Nueva York. Y, también, siento que estoy viviendo en el lugar adecuado en el momento adecuado. Viviendo justo lo que soñé y para lo que me preparé todos estos años. Y es un sentimiento muy especial”.
Está por cumplir su primer aniversario con el ABT. ¿Cuál es su balance de estos 10 meses?
Tengo grandes maestros aquí. De hecho, para Giselle estuve trabajando con Julio Bocca. Y esos son los privilegios de estar aquí, de tener a Irina Kolpakova todos los días, de tener a Susan Jaffe (directora artística de ABT) enseñándome los ballets que la hicieron una bailarina tan emblemática del Ballet Americano. Es una gran combinación de talentos y es un lujo tener acceso a ellos todos los días.
Si resumiera en una palabra este año de Isaac Hernández con la ABT ¿cuál sería? ¿Qué cambió?
Plenitud. No hay un cambio en particular, pero sí siento que todo se ha organizado de la manera más idónea para que yo pueda disfrutar de estos próximos años profesionales con los mejores escenarios, las mejores producciones, los mejores compañeros, el mejor ambiente que he vivido en mi vida profesional.

JCM