Fernand Melgar: “El cine promueve la experiencia colectiva”

Entrevista


El cine de Fernand Melgar nace del instinto y la incomodidad. El suizo, hijo de inmigrantes españoles, creció en el seno de la contracultura de su país y sin tener estudios descubrió su vocación por contar historias a través de las imágenes. Hoy es un documentalista consolidado que propone nuevas visiones acerca de la migración, los sistemas de salud y la seguridad social. El realizador estuvo de visita en México para presentar el ciclo La voz de los invisibles. El cine de Fernand Melgar, que se proyecta en la Cineteca Nacional.

Usted se formó en la tradición contracultural suiza. ¿De qué manera influye esto en su cine?

En Lausana tenemos un espacio que podría traducirse como el Museo del Arte Bruto, donde exponen artistas no académicos. Incluso trabaja gente egresada de los manicomios, gente para quien el arte es un ejercicio de supervivencia. Así fue como empecé. Nunca me planteé hacer películas o ficción. Junto con un amigo filmaba conciertos de rock de forma experimental. Nunca tuve la intención frontal de hacer cine y, mucho menos, un cine crítico; se dio de una manera casi instintiva.

Después de varias películas, ¿qué se mantiene de aquella forma de trabajar?

Cuando empiezo un filme no lo pienso como una obra integral. Hago documentales porque me gusta trabajar con la materia viva, sin guiones ni actores. Todavía me siento un impostor porque no tengo estudios universitarios. Mi arte me ha traído a México y me espanta que mis películas se vean aquí. Me siento como Stalker, el protagonista de la cinta de Tarkovsky. Vivo con una duda constante y por eso mi cine es instintivo. Las películas solo existen cuando encuentran su audiencia.

Pensando en la forma ritual de entender la proyección de una película, ¿coincide con Christopher Nolan en el sentido de que el cine solo es tal si se proyecta en una sala?

No soy un reaccionario. Estuve en el Museo de Antropología y la escenificación de un grupo de hombres alrededor del fuego me puso a pensar que desde que el hombre es hombre, el acto de contar historias le da sentido a la vida. El sentido catártico del teatro griego me parece importantísimo porque nos lleva a compartir una emoción y eso se consigue cuando coincidimos con una realidad común.

Sus películas hablan de la migración, la vejez, la seguridad social, y rompen con la idea de Suiza como una sociedad casi modélica.

Suiza está idealizada. Tenemos los mismos problemas que toda Europa, con la diferencia de que nuestro sistema político permite y fomenta la crítica pública. La nuestra es una democracia directa; es decir, el pueblo tiene la capacidad para votar las medidas promovidas por el gobierno. En ese sentido, busco que mi cine alimente una discusión democrática. Vuelvo a la catarsis griega: el cine me interesa porque promueve la experiencia colectiva.

¿Cómo entiende la diferencia entre cine militante y cine crítico?

Empiezo por el origen de la palabra: el cine militante me remite a la idea de lo militar; creo que busca imponer un punto de vista en términos de buenos y malos. A mí me gusta compartir ideas y cada idea tiene pros y contras. Mi punto de vista siempre está del lado de los desfavorecidos, pero procuro dejar la puerta abierta para que el espectador reflexione y saque conclusiones. Parto de que el ser humano es inteligente.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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