El actor argentino Pompeyo Audivert (Argentina, 1959) está en nuestro país con Habitación Macbeth, que forma parte del Circuito Cervantino con una gira que ha llegado a Culiacán, León, Guanajuato (24 y 25 de octubre en el Teatro Cervantes) y que culminará en Ciudad de México el lunes 27 en el Pabellón Escénico.
Basado en Macbeth, de William Shakespeare, el montaje presenta la transformación del personaje de fiel servidor del rey de Escocia a un asesino compulsivo a través del cuerpo del actor, que trabajó en esta puesta en escena en el Teatro Estudio del Cuervo que dirige en Argentina.
¿Macbeth es extraordinario o es más ordinario de lo que pensamos?
Es un personaje ordinario que entra, a través de algo sobrenatural como el cruce con las brujas, en una dimensión de lo extraordinario, a tal punto que sufre una transformación que es la del converso, se da vuelta como un guante, deja de ser aquel que era y pasa a ser lo contrario. De un fiel servidor de su rey se transforma en un asesino compulsivo, trepador del poder.
Audivert dice que todo esto a partir del vaticinio de las brujas que le profetizan un porvenir de gloria “y desatan en él una valencia de su identidad que está alarvada, yacente, dormida, que despierta ahí y comienza a trepar en él, a tomar el poder de ese ser que él creía ser. Esto siempre me hace pensar en quién es el verdadero, si el que yacía larvado o el que estaba manifestándose hasta ese momento y que creía ser.
¿El vaticinio es el pretexto para que emerja?
Exactamente, el vaticinio funciona como coartada, también lo que Lady Macbeth influye cuando él llega a su castillo y le cuenta, de modo que ayuda a precipitar en él esa transformación porque por lo visto no hay tiempo, hay que hacerlo rápido. Yo siempre supuse que también Lady Macbeth también había sido visitada por las brujas y que estaba enterada y que influía en ello.
¿Cómo llevas al resto de los personajes a escena, los asumes, los mencionas?
Transformé la obra, la llevé a siete personajes y los asumo con mi cuerpo. Es una obra que sucede a través de mi cuerpo, todos existen así e incluso van dialogando. Son composiciones físicas y sonoras así que se trata de un trabajo de composición discontinua en esencia.
“Lo que quise hacer fue poner de manifiesto la actuación como una fenomenología de la identidad, que es pariente de lo que le pasa a Macbeth aunque en otro sentido. La actuación pone de manifiesto nuestra estructura identitaria sagrada, esa zona preexistente al personaje que decimos ser, al yo, o a los personajes incluso ficcionales con los que a veces clausuramos esa estructura".
El actor y director teatral dice que esta estructura existe y tiene formas de manifestarse a través de procesos personales de artificio, algo que investiga en su laboratorio en Buenos Aires, el Teatro Estudio del Cuervo.
“Esa investigación me condujo a Habitación Macbeth, la idea de que la actuación es una fenomenología de la identidad de estructura y que puede ser habitada simultáneamente por muchos personajes, no solo por uno porque va a tener que ser clausurada con una versión ficcional X, puede llevar adelante muchas versiones simultáneamente y en un plan de contingencia preestablecido como en el caso de la obra Macbeth”.
La obra trata de poner de manifiesto esa dimensión sobrenatural de la actuación, de la identidad y ese asunto sobrenatural al que el teatro se debe, sostiene Audivert.
¿Por qué consideras que el teatro es sobrenatural?
Porque pone de manifiesto una naturaleza que no está en juego en la realidad histórica, el yo es un asunto ficcional también, y lo que hace de algún modo es obturar una condición sagrada de la identidad que es de naturaleza poética.
“Lo sobrenatural para mí tiene que ver con lo poético, con la multiplicidad de versiones que anidan en nosotros, con la tendencia a la otredad que de algún modo es el ser humano. Creo que el teatro se dedica a eso, a abrir esa sospecha existencial sobre la identidad y la pertenencia y a referirla como una estructura de otra dimensión de la que de algún modo fuimos expulsados cuando erigimos un espejo para solazarnos con nuestras propias versiones ficcionales. Yo creo que esa sobrenaturaleza de fondo que somos y que no se expresa, debe ser manifestada por el arte, y en el caso del teatro a través de los cuerpos de los actores”.
¿Por qué elegiste a Macbeth entre los personajes de Shakespeare?
En el encierro por la pandemia, una vez que decidí hacer una obra yo solo con mi propio cuerpo busqué que fuera una obra universal y que hablara de la identidad trastornada, identidad convulsa, que sufre una transformación, y apareció naturalmente Macbeth.
Audivert comenta que es una obra una obra extraordinaria que tramita asuntos sobrenaturales: las brujas, la sangre que brota de las manos, el cuchillo que flota, las voces que lo acompañan, signos que asedian al personaje y que para él tienen que ver con la dimensión a la que el teatro se debe.
¿La obra es una tensión continua?
Sí. No puedo quedarme con ninguna parte favorita, aunque me gusta mucho que después del vaticinio empieza a pensar que está despertando en él fantasías que no sabía suyas pero que están empezando a dominarlo.El texto da cuenta de esos dos asuntos que empiezan a discutir dentro de él de una manera medio hamletiana; si eso lo es todo y todo no es nada más que eso.
El actor dice que Macbeth empieza decirse que ese vaticinio sobrenatural que conduce a la corona puede no ser malo y puede no ser bueno: “Al final dice un texto que me fascina: ‘Ahora domina hasta tal punto el pobre reino de mi alma que nada existe para mí sino lo que no existe todavía'. Eso es muy lindo, esos vaticinios dominan hasta tal punto el pobre reino de su alma que a partir de ahora nada existe para él que lo que todavía no existe, que es ser rey”.
¿Cómo es tu conexión con él? ¿Te identificas?
No tengo conexión con ninguno de los personajes en términos de identificación con ellos. Los entiendo, no es que me sean familiares, comprendo de qué se trata esa transformación porque cada uno de nosotros en cierto modo ha discutido con aspectos que pugnan y que quieren ser los que de algún modo dirijan la circunstancia en la que uno se encuentra.
“El tema es qué impera finalmente en la identidad, cuál de las fuerzas que los asedian, susurran al oído, los acosan, es la que va a dominar la circunstancia. Uno es un ser múltiple, no somos tan sintéticos como lo creemos, tan unidimensionales. La psicología habla de ello, pero hay algo más aún, la psicología suele definir y en ese sentido Shakespeare es ideal porque tiene que ver con las fuerzas sobrenaturales, con aquello que ni siquiera está en nosotros, que está fuera, con esas fuerzas sórdidas, oscuras, como también las hay luminosas, que no pertenecen a nuestro interior y que también existen, agitan, impelen, tuercen o rectifican los destinos de los seres, los ayudan en este camino en el que estamos, en este teatro en el que se manifiesta nuestra existencia y en esta dramaturgia que vaya a saber quién la escribió que nos mantiene como piezas predestinadas a un circuito irrevocable de muerte y resurrección".
MGR